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Los delfines


Enviado por   •  8 de Mayo de 2014  •  Ensayo  •  1.113 Palabras (5 Páginas)  •  163 Visitas

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Texto Descriptivo

Los delfines:

Los delfines son unos animales que habitan en el mar. Son mansos, muy inteligentes y con grandes capacidades, son mamíferos acuáticos que viven en casi todos los mares del planeta. Como todos los mamíferos, necesitan mantener la temperatura de su cuerpo, para lo que tienen una ancha capa de grasa bajo su piel.

Su cuerpo es alargado con una aleta dorsal y dos laterales que cambian de forma y tamaño según la especie. Estas aletas les sirven para controlar la dirección al nadar, de más de para girar.

Pasa lo mismo con el hocico, depende de la especie tendrá una forma más alargada u otra más redonda.

También cuentan con una cola aplanada horizontalmente que utilizan para desplazarse y a veces para mantenerse de pie sobre la superficie del mar.

Sus dientes son de forma cónica y los utilizan para atrapar y desmenuzar los alimentos.

Los delfines no tienen nariz. En su lugar tienen un orificio con forma de media luna en la parte superior de la cabeza que se llama respiradero.

Este respiradero se cierra cada vez que se sumergen para que no les entre agua en los pulmones.

Cuando salen a la superficie, el respiradero se abre para expulsar el aire sucio de los pulmones, formando una nube de vapor llamada bufo.

Tiene los ojos pequeños, pero con muy buena visión ya que puede localizar objetos tanto fuera como dentro del agua.

Una característica de los delfines es la velocidad con la que nadan, que puede llegar a ser de 45 kilómetros por hora.

También pueden sumergirse hasta 300 metros y aguantar sumergidos durante casi veinticinco minutos antes de Salir a respirar.

Narrativa

Había una vez una niña que soñaba con volar, pero no sabía como. A veces, se sentaba en el tejado, cuando sus padres no estaban en casa, y miraba a las palomas volar de árbol en árbol, e imaginaba como sería volar junto a ellas.

Ella vivía con su madre, su padre, su abuelo y su canario, Pérez. A veces, soltaba a Pérez en su habitación, cerrando las ventanas y las puertas, e iba de un lado a otro junto a él, con los brazos extendidos, como si Pérez fuera su compañero de vuelo.

Un día, al volver a casa de la escuela, Pérez no estaba. Su madre la intentó calmar, diciéndole que, aunque se había escapado, seguro que ahora estaría con otros aves y que sería muy feliz, pero, aún así, no pudo evitar el llanto de la pequeña.

La niña no supo asimilarlo, y pasó mucho tiempo en el tejado, llorando y añorando los buenos ratos que pasó con Pérez.

Un día, cuando subía al tejado, se enganchó un cordón en el borde de una teja y resbaló, precipitándose al vacío. Por suerte, una mano suya logró agarrarse al borde del tejado, y quedó colgando.

Se puso a llorar y gritar por ayuda, pero nadie acudió. Intentó subir su otra mano, y lo consiguió. Se quedó colgando durante media hora, hasta que su abuelo la escuchó y salió corriendo en su ayuda.

Llamó a los bomberos, que acudieron de inmediato. La niña, al llegar sana y salva a tierra firme, comprendió que volar no estaba hecho para las personas, ya que el cuerpo no esta hecho para ello.

Aún así, la niña siguió con su gusto por volar, y fue una de las primeras mujeres piloto que hubo.

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