Los dos mundos de Andreas

Los dos mundos de Andreas

Hace poco tiempo, en un lugar muy muy cercano, vivía un niño llamado Andreas, en una casita, que no era de chocolate, sino de ladrillos; cosa muy conveniente, ya que no se derretía cuando le pegaba fuerte el sol. Andreas tenía nueve años y vivía con su papá, su mamá y una hermana mayor

Sus padres trabajaban mucho y su hermana estudiaba en el colegio de gente grande, así que, nadie tenía tiempo para jugar con él, y como no tenia mas hermanos, sus únicos amigos eran sus objetos electrónicos; en su cuarto tenía todo un mundo de cosas que le servían de compañeros de juegos, tenía una computadora con la que jugaba y hablaba con sus amigos virtuales, un dvd conectado a su televisor, en el que veía películas y sus comiquitas favoritas, un juego virtual que, también, se conectaba al televisor, en el que podía jugar beisbol, futbol, y donde podía hacer ejercicio sin ensuciarse la ropa, y hasta tenía un aparatico que podía llevar a todas partes cuando tenía que salir del cuarto.

¬--Andreas, ven a comer—gritaba su mamá desde la cocina, y él salía del cuarto llevándose el aparatico, si su mamá lo regañaba, el apagaba el aparatico y comía viendo la televisión que estaba en la cocina, si salían de paseo, en el carro prendía su aparatico, y solo lo apagaba cuando llegaban al parque o a la casa de la abuela.

Sus padres estaban orgullosos de él, porqué era un buen estudiante, sacaba buenas notas y no se portaba mal, claro, lo que ellos no sabían, era que Andreas hacia sus tareas en la computadora, o sea la computadora hacia las tareas de Andreas, así que, cuando la maestra le mandaba a estudiar sobre el descubrimiento de América, el llegaba corriendo a la casa, se bañaba con agua caliente, calentaba en el microondas la comida que su mamá le dejaba guardada, y después de ver su programa favorito en la tele, se iba a su computadora, y le preguntaba a su amigo google: ¿Quién descubrió América?, y éste le respondía, le hacia el trabajo, el lo copiaba en su cuaderno, y al día siguiente se lo presentaba a la maestra, y claro, sacaba veinte, cuando tenía exámenes, estudiaba la noche anterior, y así tenía todo fresquecito en la mañana, contestaba bien todas las preguntas, y sacaba veinte otra vez, pero cuando llegaba a su casita de ladrillos, se le había olvidado lo que le habían preguntado o lo que había contestado en el examen, lo bueno era que tenía todo guardado en la computadora, y así podía leerlo de nuevo.

Ese sábado, Andreas se levanto tempranito, y cuando fue a encender la computadora, no prendió, asustado fue a encender la tele y tampoco prendió, ¿Qué pasa? –Pensó--Mamá — gritó – la computadora no prende.--Es que se fue la luz –respondió su mamá desde la cocina.-- ¿Y donde la busco para que regrese? –Pregunto Andreas-- No te preocupes, esa vuelve en cualquier momento-dijo la mamá-- ¿Y qué hago mientras vuelve?-- No sé, busca algo que hacer.

¿Algo que hacer? pensó, pero ¿Qué?, todos sus juegos estaban ahí, y todos necesitaban electricidad, que haría ahora, tenía que hacer un trabajo para la escuela, ¿como lo hacía sin la computadora? su aparatico de juegos estaba descargado y no podía recargarlo, así, que se fue a buscar a su papá:

--Papá – le dijo – tengo que hacer un trabajo para la escuela, pero no puedo usar la computadora, ¿Cómo hago?

--Hijo hubo un apagón en toda la cuadra, así que hay que esperar a que lo arreglen, si es muy urgente te llevo a la biblioteca y lo haces allá.

-- Pero si se apagó, ¿por qué no la prenden y ya?-- No es tan simple, hay que esperar-contestó su papá con paciencia.

Así fue como Andreas fue por primera vez a la biblioteca, su sorpresa fue muy grande cuando llego y vio tantísimos libros juntos, se sentó con su papá en una mesa, y él lo ayudo a hacer su trabajo, pasaron allí toda la mañana, Andreas estaba

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