Los orígenes de la tragedia
Enviado por Viki_gonza • 21 de Enero de 2014 • Ensayo • 3.663 Palabras (15 Páginas) • 282 Visitas
Los orígenes de la tragedia están envueltos en gran oscuridad. Los datos que se poseen son confusos. Lo que no se discute es que la tragedia nace del culto a Dionisos. En sus orígenes, Dionisos era el dios del vino y luego se convirtió en dios de la vegetación y el calor; después apareció como un dios de los placeres, como la divinidad de la civilización.
Dionisos es hijo de Zeus y Semele, hija de Cadmo, rey de Tebas. La joven, cediendo a una malvada insinuación de Hera, que adoptó la figura de su nodriza, rogó a Zeus que se le mostrara en su olímpica majestad. Semele no pudo resistir el resplandor divino y pereció consumida por las llamas que despedía Zeus. El niño que llevaba dentro fue recogido por Zeus, quien lo encerró en su muslo, a la espera del plazo para su nacimiento. Cuando llegó el momento Zeus extrajo la criatura con ayuda de Ilitia, diosa del alumbramiento y la salud.
Este doble nacimiento le valió a Dionisos el epíteto de Ditirambo (la etimología de esta voz es muy confusa, la significación más aceptable es la que se refiere a “doble nacimiento”, lo que vincula al himno).
El niño creció en los bosques rodeado de un séquito de divinidades agrestes.
También cuenta la leyenda que enterado Cadmo de los amores culpables de su hija Semele, la encerró en un cofre con su hijo y la arrojó al mar. Las olas la arrastraron hasta la costa del Peloponeso. Cuando abrieron la caja, Semele estaba muerta, pero el niño vivía aún, y de su cuidado se encargó Ino, hermana de Semele y su esposo.
Hera quiso vengar la infidelidad de Zeus tratando de enloquecer a Ino, pero Zeus salvó a su hijo transformándolo en cabrito, y lo entregó a Hermes para que lo confiara a las ninfas de Nisa. En esta región pasó Dionisos su infancia. El viejo Isleño (anciano integrante del séquito de Dionisos, gordo, calvo y chato, siempre en estado de embriaguez. A pesar de lo cual poseía una extraordinaria sabiduría. Sin embargo isleño también es el nombre con el que se denominan a las divinidades agrestes semejantes a los sátiros, y personifican los genios de las fuentes y los ríos. Al parecer su nombre significa “agua que corre borboteando”) lo formaba.
Cuando fue mayor, Dionisos descubrió la vid y el arte de obtener el vino. Tal vez, al principio bebiera sin moderación, Hera llegó a castigarlo con la locura. Para curar su enfermedad, Dionisos consultó el Oráculo de Dodoma y allí consiguió curarse.
Entonces emprendió viajes por toda la tierra para enseñar a los hombres los beneficios del vino.
EL CULTO
Dionisos fue adorado en toda Grecia. Pero las características de las fiestas dedicadas a él variaron según épocas y regiones. En algunas regiones se sacrificaba un adolescente en honor al dios. Más tarde los sacrificios se sustituyeron por una flagelación.
En el Ática se celebraban las dionisícas rurales, bebiendo en diciembre las primeras cosechas del vino y a fines de febrero se bebía el vino de la última cosecha.
Sin embargo las fiestas más brillantes eran las dionisíacas urbanas, celebradas con gran pompa. En las procesiones el Ditirambo, himno entonado a Dionisos, 50 coreutas cubiertos con pieles de macho cabrío (tragoi) para evocar a los compañeros del dios, danzaban y cantaban acompañados de la flauta. Bebían el vino con fervor religioso, pues creían que con eso introducían en sus cuerpos el espíritu del dios.
El rito derivaba en exaltaciones orgiásticas, euforia y desenfreno que se manifestaba a través de la embriaguez.
ASPECTOS IMPORTANTES EN LA DEFINICIÓN DE TRAGEDIA GRIEGA
El culto llega a entusiasmar y echa hondas raíces en el Ática, al punto que Pisístrato establece como algo permanente estas festividades que conmemoran el resurgimiento de Dionisos y su vuelta a la tierra.
En estas fiestas se entonaba el Ditirambo, “el coro trágico” (tragoidía) que señalaba los sufrimientos de Dionisos. Para ello los coreutas se cubrían con pieles de macho cabrío (tragoi), así recordaban a los sátiros y silenos compañeros de Dionisos en sus correrías.
Sobre los conceptos de “mimesis” (imitación) y “catarsis” (cambio o metabolismo) se va a sostener el andamiaje del género dramático.
La tragedia evoluciona paulatinamente. A Tespis se le atribuye el haber atravesado el puente entre el género lírico-coral (ditirambo) y lo que llamamos tragedia. La tradición cuenta que Tespis, en un instante de la interpretación del canto, interrumpe el himno y contesta; nace así el primer elemento del género: el diálogo.
Si bien todo drama tiene sus fundamentos en la mimesis, es importante considerar que para que el antiguo ditirambo se convirtiera en drama, es fundamental que aparezca el conflicto trágico.
El hecho de contestar al coro, no es otra cosa que plantear una lucha (agon) a través del agonista (el que lucha), quien recibe la respuesta del antagonista (el que responde). Tenemos así planteados una acción y un conflicto, que integrarán con el diálogo, un elemento mas para la formación del nuevo género literario. Para completarlo es importante agregar que el diálogo, el conflicto y la acción deben ser representarlos.
Aristóteles en su Arte Poética, define la tragedia: “es pues la tragedia, representación de una acción memorable y perfecta, de magnitud competente, recitando cada una de las partes por sí, separadamente, y que no por modo de narración sino moviendo a compasión y temor, dispone a la moderación de las pasiones”.
Es decir, que esta acción memorable debe tener cierta grandeza, debe ser representada por actores y no narrada, su lenguaje debe ser hermoso, el estilo debe diferenciar cada una de las partes, por último la representación debe motivar en el espectador el “choque” de dos sentimientos, la piedad y el horror. Estos dos sentimientos elevan al espectador a un estado de ánimo en el que la idea de equilibrio es fundamental. No olvidemos que uno de los ideales helénicos era, precisamente, una constante aspiración a la armonía, esta engendra el orden y convierte así el caos en el cosmos.
La definición de Aristóteles incorpora al concepto de lo trágico la noción de catarsis, elemento esencial que establece una vinculación muy particular entre la obra de arte y el espectador. El concepto es tomado del campo de la medicina, donde se usa para explicar la sensación de alivio y purificación. En el espectador se opera una suerte de cambio o metabolismo, pues la contemplación de los sucesos dramáticos le lleva a emitir juicios de valor ético y estético. Toda vez que asistimos a un espectáculo, salimos de él distintos a cuando entramos, pues
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