Los valores en la obra “el viejo y el mar”
Enviado por marjocb • 18 de Noviembre de 2013 • Ensayo • 2.230 Palabras (9 Páginas) • 12.916 Visitas
Los valores en la obra “el viejo y el mar”
El libro “el viejo y el mar” expone en cada una de sus páginas la historia
de un octogenario que no había tenido suerte con la pesca durante ochenta
y cuatro días, y aunque era excelente en este oficio, la naturaleza se había
convertido en su enemigo más difícil de vencer. Su fiel seguidor, Manolín un
joven, le daba su apoyo y su amistad incondicional en su trabajo diario; aunque luego de mucho sacrificio él logró conseguir su anhelado gran pez, simplemente lo perdió. En esta obra maestra de Ernest Hemingway, él ha logrado destacar muchos valores que los viejos poseen y ha hecho a un lado el falso concepto de que los ancianos ya no son provechosos, e incluso ha enaltecido la gran sabiduría y la fuerza espiritual que poseen. Ramón nos explica que : Ser útil y ser anciano no deben ser conceptos antagonistas, el respeto y cariño del joven por el viejo y la lucha por terminar el objetivo marcado, son las tres lecciones que nos deja Hemingway; también el autor ha logrado demostrar que la vida es una lucha constante, a la cual se debe afrontar con valor aunque a veces la derrota sea irremediable. Los valores son parte vital de las personas y cualidades como: el respeto, la solidaridad y esencialmente la perseverancia son las características principales que rodean al protagonista y al resto de personajes que interactúan en la historia, demostrando así un paradigma de lo que los seres humanos deberíamos ser.
En esta ilustre obra, Ernest Hemingway ha logrado resaltar muchos valores que son elementales para el buen funcionamiento de una sociedad común; a través de cada argumento se describe a un hombre viejo que vive solo, rodeado por el mar a la espera de conseguir un gran pez que le reporte beneficios a él y a los de su comunidad. Siempre con esperanza. En su soledad, el viejo medita, mientras se rodea de pequeños momentos que le brinda su entorno. Su respeto y amor por la naturaleza es un homenaje que rinde Hemingway al lugar donde fue inspirada esta novela. También el viejo nos demuestra a los lectores que, la perseverancia en la lucha es vital y aunque muchas veces el destino no nos trae muy buenas experiencias, se debe recordar que siempre habrá una recompensa por todos nuestros esfuerzos. A través de las palabras de un diálogo sencillo pero muy sustancial, se logra además destacar muchos otros valores y virtudes que rodean al anciano y al muchacho.
Historia basada en hechos de la vida real, el escritor ha puesto en su libro una experiencia personal para poder realizar su más impresionante novela. Gregorio Fuentes nos relata como la novela fue inspirada: “—Un día salimos en el Pilar muy temprano, rumbo al puerto de La Habana. Íbamos sólo Hemingway y yo. Como de costumbre, iba leyendo. Siempre tenía un libro a mano. Y una libreta de apuntes. Habríamos recorrido unas 10 millas, más o menos, cuando vimos una pequeña barca en el horizonte. Entonces me ordenó que pusiera rumbo hacia ella, por si necesitaban algo. —En la barca había dos personas, un viejo y un niño. Tanto a Hemingway como a mí nos asombró que no tuviesen víveres ni agua, estando tantas millas mar adentro. Acerqué el Pilar lo más que pude y luego de saludar, les preguntamos si necesitaban ayuda. ¿Y saben lo que hizo el viejo? ¡Se puso a chillar e insultarnos, diciendo que nos fuésemos al diablo, que espantábamos la pesca! “Papá” y yo nos miramos asombrados. Él igual me hizo preparar una cesta con algo de comida, galletas y cerveza fría. Até un cordel a la cesta y se la bajé al niño, que nos miraba asustado. Sin cruzar ni una palabra más, nos alejamos de allí. “Papá” enseguida comenzó a escribir en su libreta y luego me pidió encarecidamente que intentase ubicar al viejo o al niño. Que les buscase por todos los puertos de pescadores de esa costa. Eso fue allá por los años 40 y a pesar de múltiples intentos, nunca les pude encontrar. Pero se ve que a “Papá” ese incidente y el orgullo de aquel pobre viejo le impresionaron muchísimo, porque años más tarde escribió El viejo y el mar. Su novela sobre la gente humilde de Cuba. Ese es el verdadero origen de la historia...”
La práctica de la solidaridad, en un grupo social es la capacidad de actuación unitaria de sus miembros. Este valor manifiesta un alto grado de integración y estabilidad interna. La solidaridad, muy habitual en las sociedades tradicionales, se produce como consecuencia del apego a valores comunes, que lleva a compartir creencias relacionadas con los aspectos fundamentales de los grupos sociales. Son elementos activos de la solidaridad: una actuación mutua que a los valores personales antepone las normas, intereses y valores de la comunidad; el sentido de pertenencia es poco valorado en la actuación de un hombre solidario; el viejo y el mar señala la practica de este valor imprescindible, en la relación del muchacho y el viejo e igualmente como ellos, todos deberíamos ser solidarios en nuestra comunidad, para así realizar un cambio social y desaparecer esa idea de autoengrandecimiento y egoísmo.
El respeto, es la veneración o admiración que se hace a alguien. El muchacho nos expresa por medio de sus actos que no importa la persona que sea, siempre debemos mantener el respeto, aunque sea un desconocido, un familiar, un amigo, etc. Manolín el joven hombre aprende rápidamente a ser una persona de provecho; además tiene como guía y buen consejero, al viejo, que con sus años de experiencia ha sabido reflejar en él los buenos valores, he incluso la enseñanza correcta de cómo ser un buen pescador y también de lo que es un verdadero amigo y cuan valiosa es la amistad en la vida. Aparte se demuestra en la novela que ser humilde no es un signo de fragilidad, sino que, una persona debe aprender a tener conocimiento de sus propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento, esto implica que también es conveniente aprender ha hablar solo lo que se debe y no derrochar innecesariamente nuestras palabras. El autor al final de su interesante historia, nos habla de una derrota y aunque el anciano se siente demacrado por lo sucedido, sabe aceptar lo que le tocó. Cuando aceptamos nuestro destino, la resignación también debe formar parte de nosotros. Esto es lo que le ocurre a Santiago. No se da nunca por vencido, pero, a pesar de su valeroso esfuerzo, el viejo acepta con entereza su destino y la ley que imponen las fuerzas de la naturaleza. Por ello, no se siente derrotado, porque como nos dice Hemingway: “el hombre no está hecho para la derrota; un hombre
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