MODELOS SEMIÓTICOS DE UMBERTO ECO Y ROLAND BATHERS
Enviado por gloriajimenz • 18 de Marzo de 2014 • 2.561 Palabras (11 Páginas) • 465 Visitas
MODELOS SEMIÓTICOS DE UMBERTO ECO Y ROLAND BATHERS
El campo de problemáticas de las investigaciones de Umberto Eco, a partir de 1957, podría ser esquematizado en principio por la interacción de seis zonas o ejes de indagación teórica: el arte y el problema estético, la teoría del signo, la comunicación de masas, el problema del texto y su definición desde una perspectiva pragmática, los límites de la interpretación textual y finalmente las utopías acerca de la creación cultural de las "lenguas perfectas". Entre ellas se dibuja un hilo de Ariadna y veremos porqué.
A partir de una revisión de la noción de estética en los textos de Santo Tomás de Aquino, hasta la temática abordada en la "Obra abierta", el interés de Eco se desplaza progresivamente desde una crítica a las ontologías del hecho estético hacia una posibilidad de una definición del arte a partir de sus condiciones de fruición, comunicabilidad y, sobre todo, interpretatividad.
Eco agrega a este concepto las nociones provenientes de la teoría de la información, de la teoría de los juegos lingüísticos y de la semiótica de la comunicación. La obra de arte se reconoce y "vive" en un entorno comunicacional. Las nociones de los modelos comunicativos ( y esto, sobre todo en La estructura ausente ) son aplicables a la obra de arte en cuanto esta se definiría dentro de un horizonte pragmático : en la dinámica de las relaciones cambiantes entre autor-obra-lectores, en cuyo interior cambia y se modifica constantemente la semántica de la obra de arte.
En Apocalípticos e integrados (1969) y en IL Superuomo di massa (1976) Eco induce a una diversa valorización de los medios de comunicación de masas frente a la critica radical y "militante" de los años sesenta en Europa y Estados Unidos. Es un llamado de atención a las pocas conocidas lecturas de los consumidores cuyas "decodificaciones aberrantes" lejos de desvirtuar el mensaje cifrado por el receptor nos enseñan, por el contrario, la riqueza imprevista y virtual de las ambigüedades interpretativas. La pregunta con respecto por ejemplo a la comunicación televisiva y sus efectos y significaciones no debe ser tanto " que produce la televisión en nuestros pobres e inocentes niños" sino mas bien " qué hacen los niños con la televisión?".
Como vemos, y ahora desde el escenario de la comunicación de masas de los años 60-70, Eco "deconstruye" los modelos unidireccionales de la comunicación aplicados desde las ciencias sociales, para resemantizar el valor de las lecturas no previstas por los códigos del emisor. Al mismo tiempo, en contra de los herederos "duros" de la escuela de Frankfurt y sus epígonos norteamericanos, muestra la dimensión significante y estética de los mensajes de la comunicación de masas, del comic, la "sub-literatura", el folletín y la música popular. Diríase incluso, en buena parte, una justa valoración del "kitsch" y de la dimensión popular de la cultura contemporánea.
Sin desechar el valor epistemológico de otras corrientes, Eco se adhiere al concepto de signo y de semiosis de Peirce y, al mismo tiempo, al modelo teórico de la glosemática de Hjlemselv cuya base fundamental, derivada de la lingüística estructural europea, es la noción de funtivo y correlación entre dos planos del lenguaje ( expresión y contenido). Eco radicalizará la noción de "erstatz" o substitución ilimitada de todo signo y conducirá buena parte de su obra semiótica para cumplir una completa "semiotización del referente" , último escollo del signo con respecto al problema de las relaciones entre el signo y la noción de "mundo real".
En varias oportunidades y quizás con mayor insistencia en "Semiótica y Filosofía del lenguaje" (1984) Eco patentiza, uno de los elementos estructurantes de su teoría general como lo es el hecho de que el hombre inmerso en la red de los signos que él mismo ha creado, las huellas, los indicios, las señales, debe reconocer continuamente este universo semiótico y reconocerse a sí mismo como parte activa de una semiosis, de un único proceso interpretativo. Para ello retoma al discurso de Charles Sanders Peirce (op.cit, p.74) :
Por ello la teoría semiótica general de Eco es fundamentalmente una semiótica del re-conocimiento y del permanente y cambiante auto-reconocimiento del sujeto de la semiosis del signo. De allí el énfasis en una teoría semiótica fundada en un esquema de tipologías de funciones sígnicas estructuradas sobre las relaciones cambiantes entre los funtivos (a la manera de la glosemática de Hjelmslev) del plano de la expresión y del contenido respectivamente.
Si miramos con cierto detenimiento la propuesta base del "Tratado de semiótica general" (1975) ,veremos como la parte nuclear de todo el metalenguaje se construye sobre un bosquejo de las posibles y variables relaciones que pueden establecerse entre los diferentes niveles del modelo glosemático de Hjelmslev: materia-substancia-forma del contenido, materia-substancia-forma de la expresión .
Los diversos tipos de signos que componen el Tratado podrían ubicarse a diverentes niveles de relaciones entre los planos del modelo de la semiótica estructural. De hecho las categorías clasificatorias o "modos de producción sígnica" se establecen por la forma de trabajo sobre el continuum o materia, y por el modo general de articulación entre el plano de la expresión y el plano del contenido. Pero es interesante observar el uso de otras categorías provenientes de otros espacios teóricos: La dicotomía "horizontal" textual-gramatical es una cita a la teoría de Lotman, mientras que la otra dicotomía "vertical" tipo-espécimen es una cita al modelo pragmático de Peirce.
En Lector in fabula (1979) reconstruye y aborda desde una óptica novedosa el problema de la relación entre el texto y el lector. Dentro de una visión fundamentalmente pragmática de la semiótica textual considera el texto como un "artificio", una "máquina semántico-pragmática" que requiere inevitablemente de la participación del lector para construir el sentido. Las relaciones autor-texto-lector son consideradas como espacios de juegos interpretativos pero siempre sobre la base de una o más "fábulas" ( o historia fundamental) que debe ser finalmente reconocida a pesar de todas las "tramas" o intrigas tejidas por el narrador. En este marco teórico el juego de las lecturas parece siempre plantearse como un "reto" de anticipaciones , acoplamientos y retardos entre lo que Eco denomina como el nivel de las "intenciones del texto" : intentio autoris, intentio textualis, intentio lectoris.
Partiendo
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