Maestro De Pueblo
Enviado por smarttek • 26 de Noviembre de 2013 • 1.001 Palabras (5 Páginas) • 333 Visitas
MAESTRITO DE PUEBLO.
Que ya te dije que no y tus capricho no acepto,
aunque me dejes de hablar, aunque te sientas molesto,
aunque me cuelgues la cara y me hagas sentimiento,
no he de darte permiso, antes… te lleno de cuero.
tanto dinero gastado, tanto celo, tanto empeño.
la primaria, secundaria, prepa y curso propedéutico,
tanta hablada de tu parte con todos tus compañeros,
diciendo que tú serías un profesionista bueno.
que ibas pa licenciado, o que si no serias médico,
contador, militar, cura, político o ingeniero.
y hoy que estas como chiflado o loco te estás volviendo
me sales de babosote con la idea de ser maestro.
Tanto dinero gastado…. tanto afán y tanto empeño
tantas felicitaciones de amigos y compañeros….
para que hoy con gran cinismo me digas..
ya no quiero llegar a ser un burgués cursi,
si preciado maestro.
¿Qué no te va a dar vergüenza rebajarte tan feo?
¿Qué no vas a sonrojarte bajar a tal empleo?
¡Maestro!.. Qué grande cosa, qué dignidad.
que talento.. qué porvenir… qué importancia..
qué prestigio.. qué abolengo.
Maestrito de escuela…. un torpe que nada sabe de cierto,
haragán, irresponsable.
¡maestrito¡ sólo un don nadie, un vulgar vago de pueblo,
que va a organizar plantones, marchas, huelgas y jaleos
un flojo que sólo quiere ganar dinero y dinero
sin importarle los niños, ni sentir el magisterio
que no venera la patria, hombre ruin politiquero,
que para él sólo es valioso, pasarla de mitotero.
¡Explíqueme… licenciado! ¡Dígame usted ingeniero!
qué va a enseñarle a los niños, cómo va a orientar al pueblo,
si usted no sabe contar, ni jugar, ni estar contento
y sólo sabe vestirse más o menos ¿cirquero?.
Muy sabiondo el hombrecito, que ni quebrados ni enteros,
ni decimales, ni nada sabe le señor embustero…
Con que… ¡¡ya dije que no!! y no me sigas molestando,
que normal ni que normal… no quiero que seas maestro.
Antes te llevo al ejido pa´ que seas jornalero,
pa´que el sol te dé en el lomo y te pongas fuerte y prieto.
¡Así me dijo mi padre! y yo que mucho lo quiero…
Baje la frente y salí diciendo… estoy de acuerdo…
yo seré lo que usted diga, en verdad se lo prometo,
pero ya no esté enojado pues le hace daño y me apeno.
Salí a la calle, vague por las calles y los huertos,
por el jardín, la placita, por la iglesia y el colegio.
Miré a los peones cansados, sudorosos sin aliento,
poniendo sobre un papel sólo la huella del dedo.
Vi a las mujeres descalzas cargando leña del cerro,
y vi niños, muchos niños hurgar en los basureros.
¡Recogí desesperado a esa gente de mi pueblo!
a esas gentes sin fortuna, sin redención ni consuelo.
Los metí en mi corazón, en mi entraña, en mi cerebro,
les di patria en mi conciencia, me confundí con ellos.
allí, frente a aquellos niños, frente a esos niños enfermos,
pensé que eran angelitos despreciados por el cielo,
miré que no tenían alas, los miré casi sin cuerpo,
ángeles sin hogar, sin virgen, sin padre nuestro.
Y pensé… si me aferrara a ser licenciado, médico,
contador, conferencista, sacerdote o ingeniero.
¿Cómo podría despertar la conciencia de mi pueblo?
¿Qué les favorecería que yo lograra alto empleo,
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