Martina la presumida

Martina la presumida

Había una vez, en un pueblito lejano, una doncella llamada Martina, quien era hija de unos ganaderos con grandes tierras y un gran rio en su interior y mucha fortuna. Martina estuvo acostumbrada desde pequeña a tener todo lo que quería, las mejores ropas, los mejores juguetes, y por ello había crecido siendo bastante engreída y pensando que era mejor y más bella que todos los demás del pueblo.

La única queja que tenia Martina, era que la granja de al lado de la suya era fea y bastante sucia. El dueño de esa hacienda cultivaba papas y otras verduras, que vendía en el mercado y como no tenia agua cerca, le pedía al señor hacendado que le permitiera caminar a cargar agua cuando no llovía.

Martina siempre ponía cara fea y saludaba por encima del hombro cuando veía pasar al hijo del granjero a cargar agua para cuidar sus verduras. Como el hijo del granjero labraba la tierra pasaba sucio de polvo y barro y  Martina lo insultaba y se burlaba de la apariencia del hijo del granjero, todo mientras el muchacho permanecía en silencio. Todas las otras personas cercanas a Martina, incluyendo a sus padres trataron de hacerle ver que la apariencia no define a las personas, pero ella  estaba demasiado influenciada por su propia apariencia.

Pero un día un diluvio vino y el rio que estaba en el medio de la gran hacienda creció. Todo el ganado fue arrastrado por las fuertes aguas y Martina y sus padres tuvieron que salir de sus propiedades corriendo para no morir en las aguas turbulentas.  Martina lo había perdido todo, sus vestidos, su casa, su dinero, incluso su apariencia limpia.  Pararon en la hacienda de al lado y el granjero no dudo en ofrecerles ayuda. Les prestó el granero de su casa para que pudiesen dormir, unos tobos de agua limpia para bañarse y una muda de ropa limpia para todos.

Martina empezó a llorar y a decir que no iba a usar esa ropa tan fea y que no podía ni siquiera pensar en bañarse con un tobo de agua y muchísimo menos a dormir  en un sucio granero. Se molesto mucho y se fue a llorar al rincón del granero exigiéndole a su padre que resolviera su situación. "Papá" gritaba Martina "por favor vayamos al hotel del pueblo". "No podemos quedarnos así".

Pero el padre tenía todos sus ahorros en la casa que el rio había arrastrado y no tenía dinero para eso ni para nada más. El padre le dijo: "Martina lamentablemente no puedo hacer eso, no tenemos ni un centavo, por favor colabora con nosotros y entiende la situación" Martina se arrincono aun mas en el granero y dijo que no se bañaría ni comería nada en esa mugre granja.

Su padre apenado pidió disculpas al granjero y se culpo a sí mismo por la conducta tan mala de Martina y les indico a todos que  quería darle una lección y que por favor no le dieran ni agua ni nada de comer para brindarle una lección. Pasadas las horas la piel de Martina comenzó a picarle gracias a barro seco que tenia. Empezó a tener frio por seguir con su vestido mojado  y a tener mucha hambre.

Se sentía muy fea y empezaba a oler mal. Empezó a mirar a la habitación y noto como el hijo del granjero estaba ayudando a su madre a llevar comida a sus invitados y como se veía limpio  y galante puesto, que había terminado su tarea en el campo y se había duchado.

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