NO HUBO TIEMPO PARA LA TRISTEZA

“NO HUBO TIEMPO PARA LA TRISTEZA”

Una lista de catástrofes y barbaries le dan significado a el pasado de una Colombia violenta y despiadada, con recuerdos manchados de sangre que sin duda alguna, marcaron la vida de civiles inocentes, principalmente los campesinos, que le han puesto el pecho a esta sangrienta guerra que parece no tener final.

Gracias a esta gran catástrofe humanitaria, surgió un documental que mostró y muestra la realidad de Colombia durante más de 50 años de guerra. “No hubo tiempo para la tristeza”, este documental tiene el gran propósito de mostrar esa herida oculta que aún muchos no conocen, por consecuencia de esa guerra que se ha desatado y una Colombia inocente ha sido víctima de ella, desde una perspectiva muy cruel, este, ha parecido ser el principal objetivo de las fuerzas(paramilitares, guerrilleros y aún las fuerzas militares) que le han abierto una enorme herida a Colombia, ocasionándole sufrimiento a una población civil sin contemplación alguna.

Este relato trata de mostrar la crueldad que se ha vivido durante los años de guerra en Colombia, tiene el gran propósito de contarlo desde las victimas que ha dejado este conflicto armado, para que conmocione eh indigne a la mayoría de una población ciudadana que no sabía cómo, en forma de silencio ocurrían las peores tragedias humanitarias en torno a los campesinos que llevaron la peor parte de esta guerra marginal.

Un dibujo de un niño que inmortaliza tristemente la forma como mataron a su padre. El testimonio de una señora que recuerda aquel día cuando rezaba con su familia el rosario y de repente llegaron unos bandidos, tiraron al piso a su padre, le disparan en la cabeza y luego lo decapitaron. Así, varias personas van contando su relato en este documental.

Que nadie se quede sin verlo, sería ideal que los padres reserven 1 hora y 4 minutos, para ver este impactante documental con sus hijos y realizar una reflexión para que se entable un dialogo y si es posible comprender está

Infamia que ha dejado 220 mil muertos (como si todos los habitantes de una ciudad como Popayán hubieran sido asesinados), 25 mil desaparecidos, cinco millones 700 mil desplazados, 27 mil secuestrados, 10 mil víctimas de minas antipersonal, mil 892 masacres, 95 atentados con bombas y más de seis mil niños reclutados.

Así, fueron a La Chorrera, en Amazonas, para mostrar cómo el conflicto afectó a los indígenas; a Bojayá (Chocó), que presenta las dificultades de una población negra que apenas sobrevive tras la masacre; a San Carlos (Antioquia), donde la comunidad padeció el impacto de los grandes proyectos hidroeléctricos y luego la agresión de los armados; al Carare, en Cimitarra (Santander), donde los campesinos se enfrentaron a las Farc, los paramilitares y el Ejército; a Valle Encantado, zona rural de Córdoba, para mostrar a las viudas del conflicto. Y, finalmente, a la Comuna 13 de Medellín,

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