NO ES TIEMPO PARA ROSAS ROJAS, PARTE DE UNA CONCIENCIA SOCIAL.

No es Tiempo para rosas rojas, parte de una conciencia social.

No es tiempo para rosas rojas es la primera novela de Antonieta Madrid publicada en 1975 por Monte Ávila Editores. Ésta es una mezcla de amor, pasión, política, cultura, ideales sociales, que permiten al lector viajar a la Caracas cosmopolita de los años sesenta. Al pasar las páginas de esta novela es muy sencillo involucrarse con los personajes, encarnar las emociones, revivir las vivencia, ya que la escritora ofrece unas personalidades arquetípicas de la realidad venezolana, con un lenguaje cotidiano lleno de modernismos, así mismo juega con los cinco sentidos del lector a través de las descripciones de las situaciones brindándole la posibilidad de percibir, igual que los personajes, las sensaciones vividas.

No se puede negar que Antonieta Madrid es una de las escritoras contemporáneas más representativas de Venezuela, y es con No es tiempo para rosas rojas que experimenta con la línea temporal, el estilo y el lenguaje de la narración para demostrarnos una realidad social que confronta ideales opuestos con anhelos de cambio.

Este texto literario narra un fragmento de la juventud de su personaje principal, una estudiante universitaria involucrada en los movimientos revolucionarios de la época. La historia se divide entre romance y política, debido a que la protagonista transita dentro de ambos parámetros, mostrando una personalidad compleja que afronta las realidades sociales desde una postura resultante de la revolución femenina. Bajo el primer panorama, la protagonista cuyo nombre nunca es revelado, experimenta un romance con Daniel, un guerrillero que vive para la revolución, esta relación no es un amor convencional debido a las circunstancias sociales, y dentro del segundo parámetro se revela los hechos políticos que afrontaba Venezuela, generando con esto un cuadro social desde una perspectiva individual, que representa, sin duda alguna, el colectivo juvenil de esa Caracas.

La narración de esta historia posee un estilo lírico que se vale de la adjetivación para expresar, en una exposición máxima, los sentimientos y emociones capaces de trasladar al lector a estados de alegría, de tristeza, de miedo, de dolor, o de cualquier otro sentimiento vivido, pero, la escritora, maneja de tal manera los adjetivos que estos no matan la narración, sino que, al contrario, le regala color y vida a la historia. También se debe resaltar, que en muchas oportunidades, el discurso aflora un estilo poético, lleno de aliteración y metáforas que sirven para regenerar las vivencias narradas.

El lenguaje usado, aunque es sencillo y con una gran riqueza de modernismos, está cargado de hermosas metáforas que crean un discurso fascinante capaz de remitir a una conciencia individual y a una colectiva. Al leer esta novela el lector experimenta constantemente una montaña rusa de emociones mientras viaja por las calles

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