Novia Cautiva
Enviado por yocelindabrun • 24 de Noviembre de 2011 • 10.822 Palabras (44 Páginas) • 709 Visitas
CAPÍTULO 1
Reinaba un tiempo agradablemente tibio aquel día de principios de primavera del año 1883. Una suave brisa soplaba entre los grandes robles que bordeaban el largo camino al fondo del cual se elevaba la Residencia Wakefleld. Dos hermosos caballos blancos uncidos a un carruaje abierto esperaban jadeantes frente a la enorme mansión de dos pisos.
Dentro, Tommy Huntington se paseaba nervioso, arriba y abajo, por el amplio salón con sus muebles recamados de oro, esperando impaciente a que llegase Christina Wakefield. Tommy había llegado movido por un impulso, después de haber adoptado definitivamente una decisión relacionada con ella; pero ahora comenzaba a sentirse nervioso.
Tommy pensó: «Maldita sea, antes nunca se retrasaba tanto.» Dejó de pasearse y se detuvo frente a la ventana que daba a la vasta propiedad de los Wakefield. Pero eso era antes de que ella comenzara a usar vestidos muy elegantes y a cuidar especialmente su peinado. Ahora, siempre que él venía a verla terminaba esperando media hora o más antes de que Christina apareciese.
Tommy comenzaba a arrepentirse de lo que había decidido decirle y de pronto dos manos suaves le cubrieron los ojos y él sintió en la espalda la presión de los pechos de Christina.
-¿Adivina quién es? -murmuró alegremente la joven al oído de Tommy.
¡Oh, Dios mío, ojalá ella no volviese a hacer aquello! Todo eso había estado muy bien cuando ambos eran dos niños que crecían juntos; pero últimamente la proximidad de la joven avivaba locamente los deseos de Tommy.
Se volvió para mirarla y se sintió encantado con su extraña belleza. Christina se había puesto un ajustado vestido de terciopelo azul oscuro, con encaje blanco que adomaba un alto cuello y largas mangas, y los cabellos dorados formaban innumerables trenzas que le rodeaban la cabeza.
-Tommy, quisiera que no me mirases así. Últimamente lo haces a menudo y me pones nerviosa. Si no supiera a qué atenerme, pensaría que tengo la cara sucia -dijo la joven.
-Lo siento, Crissy -balbuceó Tommy. Pero este último año cambiaste tanto que no puedo evitarlo. Ahora eres tan hermosa... -Caramba, Tommy, ¿quieres decirme que antes era fea? -bromeó Christina, fingiéndose ofendida.
-Claro que no. Sabes a qué me refiero.
-Muy bien, te perdono -rió la joven, mientras caminaba hacia el diván tapizado con brocado de oro y se sentaba-. Ahora dime Por qué viniste tan temprano. No te esperaba hasta la hora del almuerzo y johnsy me dijo que se te veía muy nervioso cuando entraste aquí.
Tommy se sentía perplejo y trataba de encontrar las Palabras apropiadas, pues no había preparado su discursito. Bien, era mejor que dijese algo antes de que el valor lo abandonase por completo.
-Crissy, no quiero que vayas a Londres este verano. Tu hermano volverá en un par de meses y me propongo pedir tu mano. Después, cuando ya estemos casados, si aún deseas ir a Londres te llevaré.
Christina lo miró sorprendida.
-Tomrny, das por ser muchas cosas -dijo con aspereza, pero se serenó cuando vio la expresión dolorida en el rostro juvenil del muchacho. Después de todo, ella siempre había sabido que llegaría este Momento-. Lamento haberte hablado así. Comprendo que nuestras familias siempre creyeron que éramos una pareja perfecta y que quizá un día nos casaríamos; pero ahora no. Tú tienes sólo dieciocho años y yo diecisiete. Somos demasiado jóvenes para casarnos. Sabes que siempre viví aislada en esta casa. Me encanta mi hogar, pero deseo conocer a otras personas y saborear la atracción de Londres. ¿Me comprendes?
Hizo una pausa, porque no deseaba ofenderlo.
-Te quiero Tommy, pero no como tú deseas. Siempre fuiste mí mejor amigo y te quiero del mismo modo que a mi hermano.
Él la había escuchado pacientemente, pues conocía el carácter voluntarioso de la joven; pero sus últimas palabras lo lastimaron profundamente.
-Maldito sea, Crissy. No quiero ser tú hermano. Te amo. Te deseo como un hombre desea a una mujer. -Se aproximó a ella y, tomándola de las manos, se la acercó-. Te deseo más de lo que jamás he deseado a nadie. No pienso más que en abrazarte y hacerte el amor. Se ha convertido en una obsesión.
-Tommy, dices tonterías. ¡No quiero oír nada más!
Christina se apartó bruscamente del joven y un momento después Johnsy, la anciana niñera de la joven, entró en la habitación con el servicio del té. No se habló más del tema.
Saborearon un agradable almuerzo después de dar un largo paseo para aliviar la tensión. Después que Christina recobró su actitud normal y despreocupada, Tommy tuvo el buen tino de no mencionar nuevamente sus sentimientos.
Mas aquella misma noche, mientras Tommy estaba acostado en su propia cama y pensaba en Christina y en la tarde que habían pasado juntos, sintió una terrible aprensión. De pronto tuvo la certeza de que si Christina viajaba a Londres aquel verano, tal como había planeado, ese episodio cambiaría su vida entera y echaría a perder la del propio Tommy. Pero nada podía hacer para detenerla.
CAPITULO 2
Una miríada de estrellas parpadeantes centelleaba en aquella clara madrugada estival. Una tibia brisa mecía suavemente las copas de los árboles y, de vez en cuando, permitía entrever la luna llena y redonda que iluminaba el paisaje. Pero la paz de la bella campiña inglesa se veía interrumpida por el carruaje de los Wakefield que avanzaba por el camino solitario y polvoriento.
En el interior del carruaje espacioso y lujosamente tapizado, John Wakefield contemplaba pensativo su propia imagen reflejada en la ventanilla. Una vela solitaria asegurada a un soporte, en el rincón opuesto, emitía una tenue luz que bañaba el interior de terciopelo azul oscuro del carruaje.
John pensó que bien podía gozar de aquel viaje a la ciudad; sabía que a Crissy le agradaba. Se volvió para mirar a su hermana, que dormía tranquilamente en el asiento, frente a él.
Christina Wakefield había dejado de ser una muchachita traviesa para convertirse en una mujer de sorprendente belleza, y todo eso había ocurrido en el breve año que john había estado fuera de su casa. Un mes atrás, a su regreso, le había impresionado verla tan crecida, y aún no había dejado de admirar la increíble transformación. El cuerpo de la joven había alcanzado una asombrosa perfección e incluso su rostro había cambiado de tal modo que john apenas podía reconocerla.
Contempló
...