Nuestro Machismo
Enviado por kdiaz51 • 10 de Diciembre de 2013 • 1.266 Palabras (6 Páginas) • 588 Visitas
Nemesio Canales
Nuestro machismo
Abundan que es un horror en la cronica policial de estos dfas,
los llamados casas paslonales. Un hombre que par un quftame alla
esas pajas deja sin vida a orro hombre, provoca inmcdiatamenre la
reprobacion general y se le tilda de asesino. Pero basta que la hazaiia
sea realizada contra una mujer, sea quien sea, para que todos, por un
tacite acuerdo, consideremos el hecho como un simple accidente
desgraciado y dispensemos al agresor hasta de la obligacidn de suministrarnos
alguna explicacion de su conducta, (Anda una mujer
--esposa, novia, amante, hermana- par el media? Pues entonces ...
muy bien; sus razones rendra el matador °heridor para tamar tan
fatal resolud6n. Y si no tuvo razones, tendria sin duda pasiones, y
aquf no ha pasado nada, y cada cual a 10 suyo sin acordarse mas de io
sucedido. Casi se podrfa decir que la soledad mira can la misma
induigente mezcla de curiosidad satisfecha y deindlferencia la muerte
violenta de una gallina que la de una mujer. Ya veis, y~veis como en
el seno de este nuestro pueblo, mas manso que un cordero, no pasa
dfa sin que en alguna parte un marldo, novio 0 amante celoso 0
despechado la emprenda a cuchilladas 0 a tires con alguna infeliz
mUJer.
(CuaI es la causa de ese lamentable fenorneno social que pres enciamos
can tanta frecuencia? Yo no presumo de psicologo ni de 50-
ci6logo profundo, pero me parece a 00, claro como la luz, que la
ENSAYO / Nuestro machismo 349
causa de estos constantes y horribles atropellos contra la humariidad
femenina se debe al choque de nuestro bruto machismo ancestral
por la realidad de una civilizaci6n nueva que nos ha impuesto de
hecho la aceptaci6n de una parcial emancipacion de nuestra mujer.
Ya la mujer puertorriquefia, a diferencia de la mujer espanola de
otros puntos de Espana y America, va y viene sola por Ia calle; y se
coloca en tiendas y oficinas, y se baiia en compafifa de 10s hombres y,
en general, aunque de una manera exageradamente tfmida, va saliendo,
gracias al benefice influjo de las costumbres yanquis a este
respecto, de la triste condici6n de aye dornestica que tenia y tiene en
los demas pueblos de nuestra raza. .
Pues bien, mientras por un lado hemos realizado ese avance, por
otro lado nuestro machismo bestial y fanfarron, que ve en toda mujer
una muiieca sin alma ni responsabilidad condenada a sufrirnos
en silencio, bien comb hermana 0 hija, bien como novia, 0 amante,
o esposa, continua imperterriro rigiendo nuesrra vida, marcandonos
la linea de conducta que en roda crisis en que se halle involucrada
una mujer debemos observar. Seguimos siendo el macho, los pantalones,
el cirano cruel 0 benigno, que a todas horas haee sentir el peso
de su auroridad. 0 tiranos en nuestra casa donde rodo cuanto se
hace y se dice y hasta se piensa ha de pasar bajo nuestra olfmpica
censura, as! seamos mas brutos que un gorila, 0 galanes en l~ calle,
donde no hay necedad 0 groseria que no les disparemos al pasar en
forma de piropos.
As! somos: as! somos en San Juan y en Lima, y en Zaragoza y en
Madrid y en Buenos Aires. La mujer que tenemos en la casa, un
cristal, un verdadero cristal que no queremos exponer jam~s ni siquiera
al roce del aire de la calle. Mirar a esta mujer es una ofensa
que redama de nosotros el inmediato empleo del garrote-del pufial,
del revolver, Pero se trata en cambio de la mujer de otra casa, Y ioh!
enronces ya dejamos incontinenti nuestro aire adusto de guardianes y
con apuesto continente le salimos al encuentro y le llenamos los oidos
de eroticas majaderias de galfu joven. De modo que, 0 presas en
nuestras casas, condenadas a la terrible inmovilidad de fdgiles
figurillas de vidrio, 0 presas tambien en la calle, Ekiles 0 diHciles
presas desrinadas a nuestra mesa de voluptuosidades.
Es que vivimos aiin sometidos a aquel concepto medieval de la
ferninidad que solo reservaba para la mujer -si era bonita- la Iisonja
verbal aparatosa del caballero, a true que de 10 cual la pobre
dama quedaba despojada-v-por el mere hecho de su sexo- de toda
otra participacion en las cosas del mundo que no fuesen las sordidas,
oscuras y agobiantes
...