OBSERVACION Y ANALISIS DE LA PRACTICA EDUACTIVA
Enviado por sairey • 28 de Marzo de 2014 • 1.287 Palabras (6 Páginas) • 264 Visitas
Este artículo trata sobre el género literario. Para otros usos de este término, véase Ensayo (desambiguación).
Michel Eyquem de Montaigne, creador moderno del género ensayístico, retratado por Daniel Dumonstier.
El ensayo1 es un tipo de texto que brevemente analiza, interpreta o evalúa un tema de manera oficial o libre. Se considera un género literario, al igual que la poesía, la ficción y el drama.
Las características que debe tener un ensayo son las siguientes:
Es un escrito serio y fundamentado que sintetiza un tema significativo.
Posee un carácter preliminar, introductorio, de carácter propedéutico.
Se expresa en un estilo denso y no se acostumbra la aplicación detallada.
Es un género literario dentro del más general de la didáctica.
Índice [ocultar]
1 Definición y origen del ensayo
2 Historia del ensayo
3 Estructura
3.1 Introducción
3.2 Desarrollo
3.3 Conclusión
4 Lógica en el ensayo
5 Bibliografía
6 Notas y referencias
7 Enlaces externos
Definición y origen del ensayo[editar]
El ensayo consiste en la interpretación o explicación de un determinado tema —humanístico, filosófico, político, social, cultural, deportivo, por mencionar algunos ejemplos—, sin que sea necesariamente obligado usar un aparataje documental, es decir, desarrollado de manera libre, asistemática, y con voluntad de estilo.
Un ensayo es una obra literaria relativamente breve, de reflexión subjetiva, en la que el autor trata de una manera personal, no exhaustiva, y en la que muestra —de forma más o menos explícita— cierta voluntad de estilo. Esto último propone crear una obra literaria, no simplemente informativa. Puede tratar sobre temas de literatura, filosofía, arte, ciencias y política, entre otros.
Sólo en la Edad Contemporánea este tipo de obras ha llegado a alcanzar una posición central.
En la actualidad está definido como género literario, debido al lenguaje, muchas veces poético y cuidado que usan los autores, pero en realidad, el ensayo no siempre podrá clasificarse como tal. En ocasiones se reduce a una serie de divagaciones y elucubraciones, la mayoría de las veces de aspecto crítico, en las cuales el autor expresa sus reflexiones acerca de un tema determinado o, incluso, sin específico tema alguno.
Ortega y Gasset lo definió como «la ciencia sin la prueba explícita». Alfonso Reyes, por otra parte, afirmó que «el ensayo es la literatura en su función ancilar» —es decir, como esclava o subalterna de algo superior—, y también lo definió como «el Centauro de los géneros». El crítico Eduardo Gómez de Baquero —más conocido como Andrenio— afirmó en 1917 que «el ensayo está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía, y hace excursiones del uno al otro». Y por su parte Eugenio d'Ors lo definió como la «poetización del saber».
Su origen se encuentra en el género epidíctico de la antigua oratoria grecorromana, y ya Menandro el Rétor, aludiendo al mismo bajo el nombre de «charla», expuso algunas de sus características en sus Discursos sobre el género epidíctico:
Tema libre (elogio, vituperio, exhortación).
Estilo sencillo, natural, amistoso.
Subjetividad (la charla es personal y expresa estados de ánimo).
Se mezclan elementos (citas, proverbios, anécdotas, recuerdos personales).
Sin orden preestablecido (se divaga), es asistemático.
Extensión variable.
Va dirigido a un público amplio.
Conciencia artística.
Libertad temática y de construcción.
El ensayo, a diferencia del texto informativo, no posee una estructura definida ni sistematizada o compartimentada en apartados o lecciones, por lo que ya desde el Renacimiento se consideró un género más abierto que el medieval tractatus o que la suma, y se considera distinto a él también por su voluntad artística de estilo y su subjetividad, ya que no pretende informar, sino persuadir o convencer.
Utiliza la modalidad discursiva expositivo-argumentativa y un tipo de «razonamientos blandos» que han sido estudiados por Chaïm Perelman y Lucie Ollbrechts-Tyteca en su Tratado de la argumentación.
A esto convendría añadir que en el ensayo existe además, como bien ha apreciado el crítico Juan Marichal, una «voluntad de estilo», una impresión subjetiva que es también de orden formal.
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