Pepe Golondrina

Pepe era un muchacho de aspecto delgado, esbelto y pálido, pero con ojos soñadores. Era llamado por sus amigos “La Golondrina” por tener la habilidad de hacer saltos fantásticos que daban la apariencia de que volaba.

Un día su madre le había regalado un cajón de lustrabotas, mismo que era un preciado tesoro ya que lo conservaba intacto, ordenado y sin polvo.

A Pepe Golondrina le gustaba el día porque podía saltar de un lado al otro y durante la noche cuando dormía soñaba que alcanzaba las mayores alturas.

Una cierta mañana cuando corría descubrió un puente añejo sobre el rio, éste le llamo tanto la atención por su altura que estaba dispuesto a saltar sobre él, pero cuando estuvo a punto de hacerlo, un dolor en el estómago impidió que realice su objetivo. El acontecimiento hizo que Pepe durante un tiempo no pudiera saltar ni alcanzar sus sueños.

Las noches eran tensas, se sentía incapaz de dar un salto pequeño, ya ni la caja que le regaló su madre le llamaba la atención.

Una noche después de haber ido al puente se puso a pensar en el salto grandioso que podría hacer, fue entonces cuando al día siguiente lleno de valentía y decisión, tomó el cajón lo pulió como nunca y se fue hacia el puente.

En el instante que arribo, se santiguó, camino sobre el puente y en un instante éste se vino abajo y Pepe Golondrina voló hacia el firmamento, y la única prueba de su asombroso vuelo fue el cajón de lustrabotas sobre el lecho del río.

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