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Poesia Fusiles Y Muñeca


Enviado por   •  26 de Agosto de 2012  •  400 Palabras (2 Páginas)  •  727 Visitas

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FUSILES Y MUÑECAS

JUAN DE DIOS PESA.

Juan y Margot, dos ángeles hermanos

que embellecen mi hogar con sus cariños,

se entienden en juegos tan humanos

que parecen personas desde niños.

Mientras Juan de tres años es soldado

Y monta en una caña endeble y hueca,

Besa Margot con labios de granado,

Los labios de cartón de su muñeca.

Lucen los dos sus inocentes galas

Y alegres sueñan en tan dulces lazos;

Él que cruza sereno entre las balas;

Ella, que arrulla a un niño entre sus brazos.

Puesto al hombro el fusil de hoja de lata

El kepis de papel sobre la frente

Alienta el niño en su inocencia grata

El orgullo viril de ser valiente.

Quizá piensa, en sus juegos infantiles,

Que en este mundo que su afán recrea,

Son como el suyo todos los fusiles

Con que la torpe humanidad pelea.

Que pesan poco, que sin odio lucen,

Que es igual el más débil al más fuerte,

Y que, si se disparan, no producen

Humo, fragor, consternación y muerte.

¡Oh, misteriosa condición humana!

Siempre lo opuesto buscas en la tierra;

Ya delira Margot por ser anciana,

Y Juan, que vive en paz, ama la guerra.

Mirándoles jugar, me aflijo y callo;

¿Cuál será en el mundo su fortuna?

Sueña el niño con armas y caballo,

La niña con velar junto a la cuna.

El uno corre de entusiasmo ciego,

La niña arrulla a su muñeca inerme,

Y mientras grita el uno: Fuego, Fuego,

La otra murmura triste: Duerme, Duerme.

A mi lado ante juegos tan extraños;

Concha, la primogénita, me mira:

¡Es toda una persona de seis años

Que charla, que comenta y que suspira!

¿Por qué inclina su lánguida cabeza

Mientras deshoja inquieta algunas flores?

¿Será la que ha heredado mi tristeza?

¿Será la que comprende mis dolores?

Cuando me rindo del dolor al peso,

Cuando la negra duda me avasalla,

Se me cuelga del cuello, me da un beso,

Se les saltan las lágrimas, y calla.

Sueltas sus trenzas claras y sedosas,

Y oprimiendo mi mano entre sus manos

Parece que medita muchas cosas

Al mirar cómo juegan sus hermanos.

Margot que canta en madre transformada,

Y arrulla a un niño que jamás se queja,

Ni tiene que llorar desengañada,

Ni el hijo crece, ni se vuelve vieja.

Y este guerrero audaz de tres abriles

Que ya se finge apuesto caballero,

No logra en sus campañas infantiles

Manchar con sangre y lágrimas su acero.

...

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