Quinismo Contemporánea
Enviado por daviddiaz1995 • 30 de Octubre de 2013 • 3.356 Palabras (14 Páginas) • 232 Visitas
DIÓGENES EL CÍNICO: LO PATÉMICO COMO ELEMENTO
CREADOR DE LA EFIGIE DEL MENDIGO FILÓSOFO EN
CONTRASTE CON LA IMAGEN DEL INDIVIDUO DE LA
CONTRACULTURA CONTEMPORÁNEA
Laura Del Valle Porras Acevedo
Universidad de los Andes
I like ideas about the breaking away or overthrowing of
establishment order. I am interested in anything about
revolt, disorder, chaos, especially activity that seems to
have no meaning. It seems to me to be the road towards
freedom – external freedom is a way to bring about
internal freedom.
Jim Morrison.
El cinismo antiguo constituía una serie de personajes que se denominaban filósofos,
cuya disciplina consistía no sólo en predicar sus teorías, sino también en llevarlas a cabo, es
decir, experimentar y vivir lo que exhortaban a las masas. Los cínicos incitaban de manera
fogosa los caminos hacia la felicidad por medio de la virtud, que constituía un rechazo a las
convenciones sociales. Esto comprendía una vida ascética, “eliminando el sentido cristiano
de la palabra para reencontrarnos con su sentido original” (Sloterdijk, 2006: 251) –en el
sentido de ejercicio y práctica- que trascendía a un performance sempiterno. No obstante,
en la Antigüedad helénica, estas personas no eran más que mendigos que encarnaban el
apelativo de perro, del cual se apoderaron con la predicación de su “filosofía”.
Actualmente, la ausencia de testimonios, o bien, la minoritaria divagación filosófica
en los testimonios que se conservan, obstaculiza la denominación del cinismo como una
doctrina filosófica a la par de las coexistentes platónica y aristotélica (entre otras). Julia
Annas (2006) expresa “I do not discuss the Cynics except marginally; this is because, with
their contempt for academic theory generally, they do not contribute to the ongoing
discussion of ethical theory which we find in other schools” (p.19). Así, en la misma línea
Martha Nussbaum (2003) comenta acerca los cínicos, “es demasiado poco, creo yo, lo que
se sabe de ellos y de su influencia, ni si tenían siquiera una doctrina explícita” (p.27). Es
decir, entre los estudiosos de la cultura clásica existe una vasta gama de académicos que,
por un lado, valoran a la secta cínica como filósofos –entre los cuales se encuentran Michel
Onfray, Philip Bosman y Carlos García Gual- mientras que, por otro lado, hay eruditos que
rechazan radicalmente al cinismo como una escuela filosófica, tales como George Boas y
Georg Hegel –entre otros-.
El propósito de esta investigación no es contribuir a la polémica oposición general
de la determinación del cinismo antiguo como una escuela filosófica o como un modo de
vida. Nuestra intención es realizar un intento de estudio de los elementos patémicos, es
decir, pasionales de Diógenes de Sínope que engendraron su carácter filosófico. En la
filosofía cínica, este carácter además de constituir un modo de pensar, comprendía un
modus vivendi ineludible para la doctrina. El estilo de vida del cínico resulta en un cambio
del semblante, propio de las pasiones del individuo, que se proyecta hacia una vida virtuosa
alejada de los vicios de la pólis.
Como ya hemos visto, el punto de partida para esta investigación es “lo patémico”,
entendido aquí como el carácter pasional de un individuo. Proveniente del griego,
tov pavqhma, encontramos del término variadas acepciones de las cuales, para el propósito
de este estudio, escogimos las siguientes: “todo lo que uno experimenta o siente (…) estado
del alma, disposición moral [piedad, placer, amor, tristeza, odio, cólera, aflicción, pena]
(…) afecto, pasión” (Pabón de Urbina, 1997: 443). De esta manera, lo patémico constituye
todo aquello que Diógenes podría experimentar emocional o moralmente con o sin
connotación directa al alma.
Anthony A. Long (1996) en The Cynics: The Cynic Movement in Antiquity and Its
Legacy, llama la actitud de Diógenes como la de un filósofo “caminante y hablante” (p.31),
esto radica en la intención del filósofo de demostrarle y hacerle ver al ateniense, y quizás a
la posteridad, su modus vivendi filosófico. La ética cínica se constituye en manifestar y
representar las ideas, en oposición a sólo predicarlas. El sinopense “solía señalar que «los
que dicen cosas buenas y no las hacen, no se diferencian de una cítara, pues ésta ni oye ni
siente»” (Diógenes Laercio, VI, 32).
Este asunto contrasta grandemente con la imagen del cínico actual que comprende
una crítica más ingenua que la conciencia que pretende desenmascarar y en su racionalidad
bienaventurada no participa en los cambios de la conciencia moderna hacia un realismo
astuto (Sloterdijk, 2006: 37). Un cinismo completamente distinto al clásico “con el que no
guarda más relación que la antinomia” (Vásquez Rocca, 2007: 8). Por ende, podríamos
hablar de movimientos sociales contraculturales –que constantemente han surgido en
nuestra historia- como los hippies en los años 60, los punks en los ochentas y otros
movimientos anárquicos y/o nihilistas como los “emos” actuales (caracterizados por la
desesperanza, cualidad patémica que influye en su personalidad y fisonomía individual).
Por esta razón, el intento de estudio comprende las pasiones del individuo, que pueden o no
arrastrar al colectivo como característica primordial hacia la proyección física del interior
emocional y/o pasional.
El movimiento que escogimos como tendencia contemporánea que ejecuta este
cometido, es el llamado movimiento “hippie” estadounidense. Prestaremos atención a cómo
las cualidades del cinismo antiguo, y del movimiento hippie, derivaron en un cambio de
apariencia de sus protagonistas, destacaremos cuáles son las características pasionales que
procuraron esto y observaremos cuál es el semblante fisonómico que emanaron dichas
pasiones. Sin embargo, tanto a los cínicos como a los hippies se ha puesto en tela de juicio
su intencionalidad, ya sea por sus contemporáneos o por la posteridad. En primer lugar, hay
testimonios de la Antigüedad en los que se llamaba a Diógenes un Sócrates enfurecido,
tomando en cuenta la acepción literal y etimológica de la palabra fúror en latín, que indica
locura. Por otra parte, el movimiento
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