Reseña Sobre El Elogio A La Dificultad

ELOGIO A LA DIFICULTAD

“Pensar es el trabajo más difícil que existe.

Quizá esa sea la razón por la que haya tan pocas personas que lo practiquen.”

Henry Ford

El Elogio a la dificultad es un ensayo escrito por Estanislao Zuleta (Hombre Nuevo Editores, Medellín 2007) El pensamiento de Estanislao Zuleta es un estímulo y un aporte para pensar críticamente en tiempos tan aciagos para el desarrollo del pensamiento en función del desarrollo humano integral, en una sociedad que aspire a la democracia, es decir: al uso público de la razón.

El Elogio a la dificultad es un ensayo social que expone de por sí, una crítica al uso de la razón del ser humano, limitándola al máximo y abriendo la puerta al facilismo y a la mediocridad. El Elogio a la dificultad plantea un concepto de problema, no desde una perspectiva idealizada y facilista, sino como la posibilidad de encontrar la auto-superación en tanto el individuo se cuestione e inicie la búsqueda de un sentido para su vida. El texto muestra como los propósitos del ser humano van encaminados hacia el facilismo y como este huye de cualquier situación que lo obligue a cuestionarse puesto que en última instancia este busca el “retorno al huevo”.

Este ensayo adquiere toda su dimensión cuando se refiere a la interpretación paranoide de la realidad, en donde el ideal predomina en un colectivo excitado y el respeto hacia las diferencias es mal visto y reemplazada por una ambivalencia que consiste en un amor por lo propio y un odio por lo ajeno. Aquí se suprime la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismos y el respeto aparece como un mal menor, propio de un resignado escepticismo. Así como hay un abismo de la razón según Kant, Zuleta habla de un abismo de la acción que cosiste en una entrega total a la "causa" absoluta que concibe toda duda y toda crítica como traición o como agresión. Lo difícil pero esencial es valorar el respeto como algo que enriquece nuestra vida y nos libera del más grotesco facilismo.

El ser humano vive en una constante lucha por la “búsqueda de la felicidad”, en su intento usa su imaginación recreando imágenes de aquellos paraísos apacibles donde reina la tranquilidad y la paz, donde la más exquisita compañía juega un papel fundamental y además, la confabulación del cuerpo, la mente y el espíritu en una sola fuerza hacen de lo que con ello se define “felicidad” la más bella de las sensaciones. Es claro que el uso de la razón en este ejercicio no tiene cabida alguna ya que lo que imaginamos solo queda allí, en ese subconsciente escondido y no somos capaces de traerlo a la realidad física.

Estamos acostumbrados a una cultura facilista y mediocre, que se ve reflejada hasta en nuestras relaciones afectivas. Nos sentimos tan incapaces de poner a prueba nuestra esencia como seres humanos, que sentimos y amamos, que imploramos por una relación llevadera, una relación donde esa otra persona sea una viva imagen nuestra, limitando o reduciendo aún más nuestro esfuerzo por racionar. Además, deseamos que el trascurso de dicha relación no posea ningún tipo de conflicto, ningún tipo de diferencia, ningún motivo de disgusto, ya que somos tan conformistas que nos asusta la idea de vivir en constante discusión, pues se hace más fácil apaciguar el problema que darle solución definitiva a través del conocimiento y la aceptación de uno mismo y el posible reconocimiento de un cambio en pro de una verdadera relación afectiva, aquella que promueva el crecimiento personal y espiritual de la pareja y no aquella que resalte, recalque y mantenga esos defectos que todo mundo posee.

Reducimos tanto nuestra racionalidad, que encerramos el pensamiento en ideales comunes. Y si alguien se atreviese a diferir de dicho pensamiento, instantáneamente se convierte en nuestro enemigo. Esto sucede porque nos negamos a escuchar la opinión del otro, a respetarla y aceptarla, y hasta tenerla en cuenta pues nos cuesta aceptar el hecho de que hay mejores cosas que siempre están en constante movimiento y puede ser esta una de las razones principales del porque existen países tercermundistas, por que aceptan el primer planteamiento, ideal o sistema que se les impone debido a su incapacidad propia de desarrollo. Es tan radical dicha aceptación que no da cabida a la duda o a la reflexión, es

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