Si Señor

n Sí señor (Yes man, EU-2008) no encontramos al Jim Carrey exagerado que gesticula y se retuerce por todo, lo cual eso es un alivio, sino a un Carrey chistoso, ingenioso y mesurado, que hace reír sin ser grotesco.

Aunque por otro lado, tampoco estamos hablando de un guión estupendo: es ñoño y cursi, sin embargo, posee las puntadas necesarias como para matar un par de horas si no se encuentra nada mejor en cartelera.

La película trata de lo siguiente: Luego de un matrimonio fallido, Carl Allen prácticamente se ha cerrado a la vida: se niega a olvidar a su ex, se niega a contestar el teléfono, se niega a busca a sus amigos, se niega a desayunar con su vecina, etc, etc, etc.

Sin embargo, un buen día, un viejo conocido lo anima —luego de aventar una piedra a la puerta de cristal del banco donde Carl trabaja— para que asista a un seminario que podría cambiar su vida, un seminario que le enseñará a decir sí a todo para transformarse de un “hombre del no” en un “hombre del sí”.

Al principio Carl no piensa ir a ningún lado, pero luego de tener una visión horrible de su posible muerte, Carl decide asistir, y claro, ocurre lo que debe ocurrir, Carl comienza a decir sí: primero a un vago que lo deja varado en medio de la nada y eventualmente a una linda chica rockera llamada Alison (Zooey Deschanel), que además es fotógrafa y va en moto a casi todos lados.

Sin embargo, decir sí a todo le traerá complicaciones inesperadas.

Sí señor es una cinta de superación personal disfrazada de comedia romántica; su mensaje es lo suficientemente light como para que se vuelva extremadamente chocante, pero lo suficientemente claro como para que uno que otro corazón amargado-inocentón, se vea reflejado en la película.

Lo que hace posible que uno pueda sobrevivir a Sí, señor es la capacidad histriónica de Carrey (y su buena química con Deschanel), quien nos mantiene pensando “¿Y ahora qué payasada sigue?”, y alimenta nuestras ganas de continuar viendo más.

En resumen: Sí señor es una opción decente, si es que se acabaron los boletos de las cintas que realmente quería ver, y usted está decidido a no regresar a casa sin haber entrado al cine. (Fausto Ponce)

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