Tradición Oral
Enviado por Marecita1992 • 18 de Noviembre de 2013 • 526 Palabras (3 Páginas) • 405 Visitas
LA LEYENDA DE LA CASA DE LOS PERROS
Cuentan los viejos libros que en Guadalajara Don Jesús Flores a la edad de 72 años, pidió en matrimonio a Anita de 28. Ella vivía en la esquina de la misma calle, con sus dos hermanas y su madre, que era viuda. Y se mantenían de su trabajo, ya que eran costureras de buena fama.
Para aceptar su propuesta, Anita le pidió a Don Jesús que construyera un segundo piso a la casa; porque solo las gentes adineradas tenían una así. Don Jesús ni tardo ni perezoso, llamó de inmediato al ingeniero Arnulfo Villaseñor y le encargó la remodelación de la casa, así como la erección de un mausoleo en el panteón de Mezquitán. Doña Ana, por vanidad y buen gusto, encargo a Nueva York dos estatuas que fueron colocadas en la parte alta. Estos dos perros pointers son los que hicieron que la construcción fuera conocida como: La casa de los perros.
Después de casarse viajaron por el mar hacía Europa. El barco estuvo a punto de naufragar y fue en ese momento cuando juraron que si uno sobrevivía, el que quedara vivo rezaría cada aniversario luctuoso. Sin embargo ambos sobrevivieron. Algunos meses después murió Don Jesús y su viuda lo enterró en el mausoleo. Doña Ana González volvió a casarse con José Cuervo, fue a vivir a una nueva casa y olvidó rezarle a su difunto esposo.
La finca estuvo mucho tiempo sola y fue ahí donde surgió la leyenda de que la casa de los perros sería dada a la persona que rece los nueve rosarios a las doce de la noche, encerrada en la fúnebre capilla del panteón, llevando como única compañía una vela. Dicen que muchos lo intentaron, que hasta se hizo una gran vendimia noche a noche afuera del panteón de Mezquitán. Por todas partes surgieron los valientes, pero todos fracasaron. Algunos salían antes de cinco minutos, corriendo como alma que lleva el diablo, otros se tardaban tanto en salir, que cuando los iban a buscar los encontraban desmayados.
Se dice que el problema de todo estaba en que una voz de ultratumba se empeñaba en contestar cada uno de los rezos. Paralizando los nervios, enfriando los huesos, haciendo castañear los dientes, de todos aquellos que se decían valientes, y que salían corriendo a media noche después de percibir un fuerte olor a muerto.
Cuentan que alguien estuvo a punto de pasar la prueba pero al terminar el octavo rosario, una fuerza misteriosa lo arrastró hasta La Casa de los Perros y después cayó muerto. Los médicos dijeron que se le derramó la bilis.
Por la década de los cincuenta se amplió la Av. alcalde y la casa de los perros fue mutilada; pero se respetó su fachada colocándola en lo que quedo de la casa.
Duró algún tiempo ocupada por un restaurante y cuando cerró sus puertas, el inmueble vivió en completo abandono.
Después de sufrir actos vandálicos en 1990, apareció el dueño como por arte de magia y ayuntamiento compró este inmueble en 1.7 millones
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