Una Pequeña Niña, En Una Gran Ciudad
Enviado por escena3 • 28 de Marzo de 2014 • Tutorial • 10.635 Palabras (43 Páginas) • 332 Visitas
MOMO
ADAPTACION LIBRE DEL TEXTO DE MOMO
De Michael Ende
UNA PEQUEÑA NIÑA, EN UNA GRAN CIUDAD
Por todos lados llegan niños a jugar como es de costumbre, y como se había corrido la voz de que allí había un nuevo habitante, ellos querían saber de quién se trataba, para hacerle la bienvenida. También llegó Gigi y Beppo barrendero, que no sólo disfrutaban de este lugar, sino, de la compañía de los niños. Momo escuchó la llegada de los niños y se asustó, pero decidió acercarse a ellos, y cuando entró allí, fue asediada por todos, quienes la rodearon para bombardearla de preguntas.
Y bien, dijo uno de los niños:
Niño uno: ¿Cómo te llamas?
Momo: Momo
Niño dos: Momo es un nombre bonito, pero nunca lo había escuchado, ¿Quién te ha llamado así?
Momo: ¡Yo!
Todos los niños: Se miraron unos a otros y en coro preguntaron: ¿Tú misma te has llamado Momo?
Niño tres: ¿Y cuándo naciste?
Momo: Pensativa. Por fin… por lo que puedo recordar siempre he existido.
Gigi: Quien no había salido del asombro. ¿Es que no tienes ninguna tía, ningún tío, ninguna abuela o abuelo, o algún familiar que te pueda hablar o contar historias de cuando eras más pequeña?
Momo: Esta es mi casa.
Gigi: Bien, bien, pero todavía eres una niña
Niño Uno: ¿Cuántos años tienes?
Momo: Cien. Dijo muy dudosa. Todos rieron, pensaron que era una broma.
Niño cuatro: Bueno en serio ¿Cuántos años tienes?
Momo: Más dudosa. Ciento dos.
Todos en coro: ¡ciento dos! ¡No puede ser! Y cada uno empezó a decir su edad.
Beppo barrendero: Que no había parado de observar a Momo. Yo te quiero llevar a la policía, eres una niña y corres peligro en este lugar. Estoy seguro que ellos te socorrerán y te llevarán a la escuela para que aprendas los números, y por fin nos cuentes cuántos años tienes.
Momo: Sollozando. Por favor no me lleven con ellos, no quiero, no quiero ir con ellos, me pondrán presa, ya estuve allí una vez con otros niños, había rejas, azotes y maltratos cada día. Entonces un día logre escalar por la pared y escape, no quiero volver allí…
Beppo Barrendero: No llores más todos te entendemos y te apoyaremos, todos nos encargaremos de ti, ¿cierto niños?
Momo: Yo me cuidaré, gracias. Con voz aliviada. Fue la primera vez que la vieron sonreír, y a partir de este momento empezó la amistad entre Momo y los que estaban allí. Ese mismo día llegaron más niños para jugar con Momo, jugaron tanto que no hubo tiempo para las peleas; al entrar la noche, todos regresaron a sus casas y Gigi y Beppo acompañaron a Momo hasta muy tarde, Gigi no paro de contar cuentos y Momo lo escuchaba con atención, Beppo, no pronunciaba palabra, pero estaba atento a todo lo que decían Momo y Gigi.
A partir de éste día, los niños encontraron un motivo más para seguir frecuentando este lugar, cada uno quería ser un líder y proponer sus ideas a los demás, pero con Momo era diferente, ya no se peleaban tanto, porque en ningún otro lado se estaba tan bien como al lado de Momo.
Con la presencia de Momo, Gigi fue uno de los más afortunados, era como si su inspiración se hubiera aflorado más con su compañía y era por esto que él siempre quería estar con ella en todas partes, pues se sentía más escuchado. Ya lo entrevistaban y lo invitaban a otros lugares y una noche estando con Momo.
Momo: Cuéntame un cuento.
Gigi: Claro ¿Cuál quieres que te cuente?
Momo: El de Momo y Giro lamo… Sí, puede ser ese.
Gigi: ¿Cómo ha de llamarse?
Momo: Quizaaaaa… El cuento del espejo mágico.
Gigi: Eso suena apropiado, veamos que pasa. Erase una vez, una hermosa princesa...
AHORRO TIEMPO PARA SER RICO
Pareciera que con la gran Momo, se hubieran multiplicado los habitantes en este lugar. Aparecieron unos extraños. Nadie los escuchaba y tampoco los veía, pero casi siempre los sentían, cuando uno de estos nuevos habitantes, visitaba algún lugar, se sentía un gran frío y fue la pequeña Momo la primera en estremecerse por el frío.
Estos habitantes ocultos, sabían apreciar el valor del tiempo de una hora, de un minuto y hasta de un segundo, y nadie más lo sabía tan bien como ellos, porque para ellos “el tiempo es vida y la vida reside en el corazón”, claro que lo apreciaban a su manera como las sanguijuelas aprecian la sangre y así actuaban.
Estos nuevos habitantes, habían hecho planes con el tiempo de los hombres, se habían incrustado en la vida de la ciudad y de todos sin llamar la atención, paso a paso sin que nadie se diera cuenta, cada día continuaban su invasión, y conocían a cualquiera que a ellos les pareciera idóneo para sus planes, sin que éste se diera cuenta, aprovechaban el momento más adecuado para asirlo.
Un claro ejemplo es el de El Barbero Fusi, que no se trataba de un barbero famoso pero era muy apreciado en su arte, no era pobre, tampoco rico, pero tenía su barbería ubicada en el centro de la ciudad y ocupaba un aprendiz.
Un día en que su aprendiz no se encontraba, Fusi se sentó pensativo frente al espejo con las tijeras chasqueando y la espuma de jabón rodando por su rostro al tiempo que parloteaba.
Fusi: ¿Qué estoy haciendo de mi vida? El día que me muera será como si nunca hubiera existido, no es que no ame mi trabajo, es que toda mi vida es un error, ¿qué se ha hecho de mí? Un insignificante barbero, eso es todo lo que soy. Pero si pudiera vivir, vivir de verdad, eso sería otra cosa… Pero para vivir de verdad hay que tener tiempo ¡hay que ser libre! Continuó hablando sólo y cada vez lo hacía más fuerte. Pero yo seguiré toda mi vida preso del chasquido de las tijeras, la espuma de jabón y el parloteo. Todo esto lo había pronunciado sin enterarse que alguien había entrado a su barbería, y de repente sintió un ruido y mucho frío, sin mirar de quien se trataba preguntó.
Fusi: ¿En qué puedo servirle, afeitar o cortar el pelo?
Hombre
...