Una buena forma de partir por María Hunter

                              Una buena forma de partir por María Hunter

       El modelo binario plantea relaciones dobles de comparación por oposición. Busca isotopías, por ende, recurrencia de ciertos elementos en distintos órdenes discursivos, cuya articulación posibilita la unidad de sentido del texto.

       Con Hamlet se podría pensar en el ser y el parecer. El ser que sería permanecer fiel a sí mismo, y por otro lado, el parecer que sería no ser fiel a sí mismo. Todo este dilema moral ocurre dentro de Hamlet desde que su padre le pidió venganza contra Claudio.

       A lo largo de la obra, Hamlet va poniendo excusas para retrasar su venganza porque no quiere no ser pero moralmente debe parecer. Desde que demuestra en la obra de teatro que hace en el palacio, que su padre tenía razón sobre su tío, Hamlet odia a este.                                                              

De esa manera ocurre la catarsis, que se produce una identificación con Hamlet. El espectador siente compasión por su situación, temor de que le pasará lo mismo a él. Junto con Hamlet, siente una purga de sentimientos de odio hacia Claudio.

       Su mandato personal era ser fiel a sí mismo pero llega uno más importante: el mandato que le da su padre. Ese mandato termina siendo personal porque desde el fondo de su ser no soportaba ver a su tío y madre juntos como si nada hubiese ocurrido con su padre. Hamlet anhelaba una oportunidad para cambiar su realidad, y pese a mostrarse como un engreído que se lo sabía todo, en el fondo era un joven con miedo.

        Al final consigue su mandato, ya que venga a su padre matando a su tío, Claudio termina muriendo intranquilo consigo mismo. En cambio, Hamlet termina yéndose a descansar tranquilo porque cumplió su mandato de una vez por todas. “… Para mí, sólo queda ya…, silencio eterno” son las últimas palabras de Hamlet que seguramente luego de tantos dilemas entre ser o no ser, el silencio es un gran amigo conciliador.

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