Una visión emergente

Una visión emergente

A principios del siglo XX comenzaron a aparecer grietas en la visión mecanicista del mundo. Diferentes problemas no resueltos en la Física dieron lugar a la Teoría de la Relatividad de Einstein, confirmada experimentalmente en 1919, y al nacimiento de la Física Cuántica, una ciencia radicalmente nueva para explicar los fenómenos subatómicos. Ninguna de las dos teorías podían ser explicadas a partir de las matemáticas newtonianas. En 1927 el paradigma mecanicista, de corte reduccionista, fue herido de muerte por Werner Heisenberg, quien formuló el Principio de Incertidumbre de la Física Cuántica. Principio que, en esencia, nos viene a decir que no podemos separar al observador de lo observado, justo lo contrario a lo que pretendía Descartes. Todos estos descubrimientos pusieron en marcha un nuevo periodo de transición de ciencia anormal, que continua hasta nuestros días. Un nuevo paradigma está emergiendo, pero todavía no tiene nombre, y no cuenta todavía con el reconocimiento de la mayoría de los científicos. Sin embargo, sus contornos se van haciendo cada vez más definidos.

La idea de la 'interconexión de todas las cosas' es característica de la visión emergente del mundo. Esta idea, en sintonía con el principio de Heisenberg, se deriva de la idea de 'entrelazamiento cuántico', confirmado en 1982 en el famoso experimento de Aspect. Ahora sabemos que partículas subatómicas que han estado en contacto y luego separado por distancias arbitrarias mantienen de alguna manera una comunicación instantánea, aunque tal comunicación no sea posible de acuerdo con la Teoría de la Relatividad, que afirma que nada puede viajar más rápido que la luz. El físico David Bohm, representante del nuevo paradigma, intentó resolver este problema asumiendo la existencia de un orden “implicado” en una dimensión no sensible, en la que una serie de “variables ocultas” determinan el orden “explicado”, o universo físico que percibimos. Según esta teoría, el universo fenomenológico no es, en realidad, más que un holograma ilusorio, un simple "velo de maya” en el lenguaje de los grandes místicos hindúes. Bohm fue capaz de formular las matemáticas necesarias, pero de momento no hay forma de comprobar su teoría empíricamente.

La teoría de variables ocultas de David Bohm propone un universo donde la conciencia es una componente fundamental de la realidad, tan importante como la materia y la energía, y no algo que ha aparecido de la nada por arte de magia como consecuencia de la evolución darwinista. La visión emergente de la realidad, basada en las teorías de Bohm, tiene muchos paralelismos con las creencias de las religiones antiguas y se encuentra en muchas tradiciones espirituales.

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