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Vale la pena decir que en todo este gusto y despertar educativo hay una gran influencia familiar. Mis padres son misioneros y enseñan la palabra de Dios en la iglesia.


Enviado por   •  14 de Marzo de 2017  •  Resumen  •  1.150 Palabras (5 Páginas)  •  326 Visitas

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Cuando somos pequeños soñamos y jugamos siempre con ser grandes, nuestros juegos empiezan a dar luces de lo que nos interesa o de las habilidades que empezamos a desarrollar; así empezó todo. Desde pequeña soñaba con ser profesora, mis juegos iban siempre orientados a la formación educativa, si bien cuando jugaba con mi madre no siempre era la profesora, solía ser la estudiante estrella y mi madre aprovechaba estos momentos de diversión y los transformaba en espacios de aprendizaje. He de decir que gracias a estos espacios de juego, aprendí a leer, escribir, hablar claramente y con elocuencia, sumar y restar antes de ingresar al colegio. Era tal mi pasión por la educación que mis padres tuvieron que ponerme a estudiar desde los 2 años y medio.

Vale la pena decir que en todo este gusto y despertar educativo hay una gran influencia familiar. Mis padres son misioneros y enseñan la palabra de Dios en la iglesia. Algunos de mis tíos son docentes de profesión y otros aunque tienen otras carreras terminaron en la docencia por vocación. Por ejemplo, observar a mis padres dar clases, asistir con ellos a sus clases desde pequeña, escuchar las experiencias de mis tíos y estar en contacto con docentes todo el tiempo quizá influyó fuertemente en lo que hoy es mi profesión. Además, desde muy pequeña empecé a descubrir el maravilloso mundo de los libros, de la imaginación y del lenguaje.

Sin embargo, no sólo tuve una gran influencia familiar, pues la social fue bastante fuerte también. Crecí en una casa que tenía un jardín de niños y refuerzo escolar. Aprendí a convivir con niños de edades iniciales y con adolescentes, compartía todos los días con ellos, les ayudaba con sus tareas y aprendía todo el tiempo cosas de ellos. Cuando llegué a mi adolescencia a los 12 años cambié de ciudad y de colegio, allí conocí un docente de Biología que cambió mi vida educativa del cielo a la tierra. Esta fue la primera vez que vi un docente ejercer su trabajo con verdadera pasión. Mis fortalezas no son tan fuertes en las ciencias, siempre he sido más humanística, pero este profesor me enseñó que ser docente valía la pena y que la bilogía y la química no eran tan trágicas como alguna vez pensé. Sin embargo, mis habilidades en lenguaje cada vez eran más evidentes.

A los trece años en grado octavo empecé a tener dificultades con el inglés, esto me llevó a tener un total desinterés en el inglés y a tomar la decisión de entrar a estudiar en un instituto en mis horas libres para mejorar mis habilidades en el idioma extranjero. ¿Cómo iba a saber que esto me cambiaría la vida? El inglés se volvió todo para mí, allí decidí que por ese lado estaba mi futuro. En el colegio donde estudiaba, al llegar a grado décimo se debe escoger una profundización y ya había planeado enfocarme en humanidades e Idiomas.

Cuando llegó el momento de escoger la profundización, los cupos en la jornada de la mañana eran limitados y sólo había espacio para mí en la jornada de la tarde. Lamentablemente en la ciudad donde vivíamos y el barrio donde estábamos ubicados era muy peligroso y llegar en la noche con tal solo 14 años no era algo viable ni para mí ni para mis padres. Por consiguiente, me vi forzada a cambiar de profundización y terminé en ciencias y matemáticas, todo para poder estudiar en la jornada de la mañana, al comienzo pensé que no sería tan difícil, ya una vez la biología me había cambiado mi manera de pensar, así que con resignación dejé mis gustos atrás y empecé un nuevo camino.

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