Vision de los vencidos.
Enviado por Octavio Sanchez • 6 de Noviembre de 2016 • Documentos de Investigación • 1.281 Palabras (6 Páginas) • 197 Visitas
Genealogía de la Guerra
En la visión de los vencidos nos encontramos con un panorama desfavorable para los nativos, visto desde numerosos puntos de vista como lo son el: social, religioso y tecnológico. Es por todos muy bien sabido que, las armas con las que contaban los ibéricos eran muy superiores a las portadas por los indígenas, es desde este hecho, donde podemos afirmar, con toda seguridad, que estaban condenados a perder la batalla. Sin embargo, tendríamos que ahondar también, en los antecedentes y las circunstancias que atravesaba el pueblo mexica y que finalmente, contribuyó a la aplastante victoria española.
El pueblo mexica
Esta etnia, de estirpe guerrera, tenía un gran número pueblos sometidos bajo su imperio, ubicado en la legendaria Tenochtitlan, El estado mexica estaba centrado alrededor de la expansión militar y del predominio político sobre otros pueblos, además de la exigencia de tributo de otras ciudades-estado, por lo cual la guerra era la fuerza básica en la política mexica. La sociedad mexica también estaba centrada alrededor de la guerra; cada hombre mexica recibía formación militar básica desde temprana edad, ya que la guerra no sólo era importante para el bien del imperio, sino que también era para muchos la única posibilidad de ascender en la pirámide social mexica, la única forma de dejar de ser plebeyos Un guerrero mexica se destacaba por sus logros y habilidades militares, especialmente la toma de cautivos para el sacrificio.
Tenemos como prueba de la tenacidad mexica el episodio de “La noche triste” (p.89) en donde se cuenta la retirada de los españoles posterior a lo ocurrido en la fiesta de Tóxcatl y del refugio en la casa real de Moctezuma, al huir los españoles, son avistados por una mujer que se encontraba en la cercanía de los canales que pretendían usar los ibéricos y tlaxcaltecas para llegar a Teocalhueyacan, siendo descubiertos huyen hacia Tacuba, donde creyeron quedar a salvo, pero a la mañana siguiente, se vuelve a desarrollar el combate, dando resultado a una feroz batalla donde murieron gran cantidad de Mexicas, Tlatelolquenses, Españoles y Tlaxcaltecas.
Mientras tanto, en el bando español, se queda registro de matanzas masivas en las que la premisa era el sitio y cercado de los nativos, para luego, enfrentarse con ellos, tomándolos desprevenidos y sin oportunidad de contraataque, prueba de ello, tenemos en la visión de los vencidos varias versiones de lo que ocurrió en la famosa fiesta de Tóxcatl (p.81) en donde se expone la forma en la que los Ibéricos tomaron por sorpresa a los Mexicas, quienes no pudieron contener el ataque, dando lugar a la primera de una serie de victorias españolas, que eventualmente, mermarían a la fuerza militar Azteca
Comida
En la página 45 se cuenta cómo Moctezuma envía a emisarios con comida y esclavos a los españoles, quienes rechazan con asco los sacrificios sangrientos que dedicaban los Mexicas a ellos, sin embargo, los ibéricos sí aceptaron ciertos alimentos, como lo son:
“Hasta entonces comieron las tortillas blancas, los huevos, las gallinas, y toda especie de frutos, como son: Zapote de árbol (zapotes de varios géneros). Tezonzapote (mamey). Aztazapote (zapote blanco). Zapote caca de gallina (tal vez el chicozapote). Camote, cuauhcamote, poxcauhcamote (camote manchado: morado), xochicamote (camote morado), tlapalcamote (camote rojo). Jícama, mazaxócotl (¿fruta del venado?), fruta del río (atoyajacote), guayaba (xalxócotl). Cuauhjilotes, aguacates, huajes, tejocotes, capulines, tunas, tunas rojas, tunas de dulce, tunas de zapote, tunas de agua.”
Regalos
Todos los presentes ofrecidos por el pueblo mexica a los españoles se relatan explícitamente en la página 35 del libro, la cual cita puntualmente:
“He aquí con lo que habéis de llegar delante de nuestro señor: Este es el tesoro de Quetzalcóatl: Una máscara de serpiente, de hechura de turquesas. Un travesaño para el pecho, hecho de plumas de quetzal. Un collar tejido a manera de petatillo: en medio tiene colocado un disco de oro. Y un escudo de travesaños de oro, o bien con travesaños de concha nácar: tiene plumas de quetzal en el borde y unas banderolas de la misma pluma. También un espejo de los que se ponen al trasero los danzantes, guarnecido de plumas de quetzal. Ese espejo parece un escudo de turquesas: es mosaico de turquesas, de turquesas está incrustado, tachonado de turquesas. Y una ajorca de chalchihuites,30 con cascabelillos de oro. Igualmente, un lanza-dardos guarnecido de turquesas: todo de turquesas lleno. Es como si tuviera cabecillas de serpiente; tiene cabezas de serpiente. Y unas sandalias de obsidiana. En segundo lugar les dio el atavío de Tezcatlipoca: Un capacete de forma cónica, amarillo, por el oro, lleno todo él de estrellas. Y sus orejeras adornadas con cascabeles de oro. Y un collar de concha fina: un collar que cubre el pecho, con hechura de caracoles, que parecen esparcirse desde su borde. Y un chalequillo todo pintado, con el ribete con sus ojillos: en su ribete hay pluma fina que parece espuma. 30 Chalchihuites: diversas clases de piedras verdes: jades y jadeítas. Un manto de hilos atados de color azul, éste se llama el "campaneante resonador". A las orejas se alza y allí se ata. También está colocado un espejo de dorso. Y también un juego de cascabeles de oro que se atan al tobillo. Y un juego de sandalias de color blanco. En tercer lugar, el atavío de Tlalocan Tecuhtli; (señor del Tlalocan): Una peluca de plumas de quetzal y de garza: toda hecha de pluma de quetzal, llena totalmente de pluma de quetzal; como que verdeguea, como que está verdegueando, y sobre ella, un travesaño hecho de oro y concha nácar. Unas orejeras en forma de serpiente, hechas de chalchihuite. Su chalequillo matizado con chalchihuites. Su collar: un collar de chalchihuites, tejidos en petatillo, también con un disco de oro. También un espejo para la parte de atrás, tal como se dijo, también con campanillas. La manta con que se cubre, con bordes de anillos rojos, y cascabeles para el pie, hechos de oro. Y su bastón de forma serpentina con mosaico de turquesas. En cuarto lugar, también el atavío de Quetzalcóatl: Una diadema de piel de tigre con plumas de faisán: sobre ella hay una enorme piedra verde: con ésta está ataviada la cabeza. Y orejeras de turquesas, de forma redonda, de las cuales pende un zarcillo curvo de concha y oro. Y un collar de chalchihuites tejido en manera de petatillo: también en el medio yace un disco de oro. Y la manta con que se cubre, con ribetes rojos. También requiere en el pie cascabeles de oro. Y un escudo de oro, perforado en el medio, con plumas de quetzal tendidas en su borde; también con banderola de quetzal. Y el cayado torcido propio de Ehécatl: curvo por arriba, con piedras preciosas blancas, constelado. Y sus sandalias de espuma. Allí están todos los géneros de insignias que se llaman "insignias divinas". Fueron puestos en posesión de los embajadores. Y aún muchos más objetos que llevaron como regalos de bienvenida: Un capacete de caracol hecho de oro. Una diadema de oro. Luego esto fue acomodado en cestones, fue dispuesto en armadijos para la carga”
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