ARGUEDAS EN LA REALIDAD DE UNA SOCIEDAD VACÍA

ARGUEDAS  EN LA REALIDAD DE UNA SOCIEDAD VACÍA

José María Arguedas a través de sus distintas composiciones literarias, una de ellas titulada “Los ríos profundos” publicada en 1958. Esta obra relata el encuentro entre dos mundos distintos separados por la forma de pensar basada en la autobiografía de uno de los más reconocidos autores de obras literarias peruanas. La vivencia en aquellas épocas es relatada por Arguedas a través de una distinta percepción de la realidad, este autor buscaba cambiar la sociedad y sus creencias acerca de los andinos por medio de sus obras literarias. Estas obras reflejaban la vivencia del poblador andino.

El autor prodigio, Arguedas, siendo este reconocido por varios premios el más destacado es el premio Inca Garcilaso de la Vega entregado en 1968 y cuando lo recibió pronunció su célebre discurso “No soy una aculturado”. Este autor vivió la realidad de la diferencia racial, social e ideológica en el cual se tomaba mucho en cuenta para esos años. Ser diferente a los demás era prohibido ya que eras más propenso a sufrir una o varias discriminaciones. Aquí solo importaba quien mandaba y quien obedecía. En una época así cada uno ocupaba el lugar correspondido sin poder reclamar ya que no tenían voz ni voto en esa sociedad plagada de varios hacendados con poder y justicia en las manos, capaces de poder decidir quien vive y quien muere.

Se manifiesta en aquellos años la comparación real de las clases sociales como lo cuenta Ernesto cuando vivió desde cerca la vida de los indios en las haciendas. Los indios eran tratados cruelmente tanto así que tenían miedo, vivían encerrados y eran sumisos; en cambio a los hacendados el padre los elogiaba y los hacía sentir como pilares de esa sociedad. Incluso la propia iglesia aprobaba sus actos de los hacendados. La falta de conocimiento e igualdad de derechos en los pobladores de aquella época se expandió tanto, que fue difícil poner frenos a esta situación; el trato a las personas debe de ser igual sin ninguna distinción .Es algo frustrante que en algunos países esa situación continúe así, después de tantos años de revolución, cambio de ideas entre otros. Las clases sociales marcan personas pero no valores ni actitudes, todos somos personas que tenemos vida y derechos; es decir que nadie puede decidir qué hacer con nuestra vida y cómo manejarla.

En uno de los viajes de Ernesto nos habla de pueblos que no les gustaban los forasteros y los miraban raro. Esta situación se refiere a un rechazo por ver gente nueva por estas tierras, además esto podría significar más esclavos o un supuesto progreso de los pueblos. En el capítulo los viajes nos comenta esta situación como una forma de entender las actitudes de los pueblos y nos hace imaginar el problema que ocasionaba esta reacción. La vida para esos tiempos fue difícil y dura. Todo tenía solo un fin ser explotados, ver gente nueva que jamás nació aquí y que te manden en tu propia tierra no era lo justo. La tierra no es del que manda sino del que la trabaja, esto significa que no permitamos que otro agarre lo que desde un inicio fue nuestro. La tierra dejada por nuestros antepasados debe ser valorada y no despreciada. Con respecto a los forasteros estos deben de comportarse como lo que son “forasteros” y no como dueños de nuestras tierras, estos creen que pueden tomar lo que quieran a toda costa, eso jamás mientras que nosotros existamos y defendamos lo nuestro.

Aunque las diferencias estén marcadas por distintas razones siempre habrá algo que lo cambie todo. Había un objeto el cual Ernesto describe como un instrumento mágico que al traerlo todas las discusiones quedaban de lado, el zumbayllu, es este el que une a todos. En aquel momento que paso Ernesto por una difícil situación a causa de la discriminación, este zumbayllu lo había cambiado todo. Gracias a que Ernesto dominaba este instrumento de forma excepcional. Es algo extraordinario que en los niños los problemas no sean eternos porque ellos lo olvidan mediante el juego, en cambio en los adultos estos se mantienen o incluso hasta morir guardan los rencores. Las diferencias no deben de ser eternas ni difíciles de cambiar o tal vez olvidar, la vida es una librémonos de todo para que el alma tenga una paz absoluta sin nada que la atormente o la haga sentir culpable.

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