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Amor antioqueño a esperas de una desgracia


Enviado por   •  20 de Octubre de 2019  •  Apuntes  •  534 Palabras (3 Páginas)  •  152 Visitas

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Amor antioqueño a esperas de una desgracia

Rosita Posada resultaba ser una jovencita hermosa, quien a sus escasos quince años todavía no contemplaba el matrimonio como un futuro cercano o siquiera una realidad. Sin embargo, su perspectiva frente a este sacramento vino a cambiar, cuando de forma inesperada en la ciudad de las flores, tuvo el placer de conocer al amor de su vida bajo el ropaje de un recorrido general apellidado Acosta.

Al verse en la deplorable obligación de abandonar San Juan de los Andes el pueblo que la vio desafiar a la muerte y salir victoriosa, Rosita Posada todo esperó, menos que en Medellín y mas exactamente en la casa de su abuela Rafaela quien cabe decir, no estaba para nada contenta con su presencia, experimentaría el robo sin consentimiento de su corazón a manos de un hombre entregado a la ley y el orden.

Para Rosita e incluso para el general Acosta quien era un hombre maduro, de carácter y quince años mayor que ella, la desigualdad de edades y vivencias que los diferenciaban, no representaban mayor impedimento para que evitaran abrazar con desenfreno y locura, el sentimiento de amor que amenazaba con apoderarse de sus cuerpos de cada que intercambiaban miradas.

Tanto Rosita como el general Acosta en medio de su amorío ignoraban completamente aquellas inconsistencias de las que su relación pudiera ser blanco de señalamientos. No obstante, para la madre de la jovencita y el grupo de charlatanas del pueblo, la diferencia de edad existente entre ellos no pasaba desapercibida y era a través de miradas y comentarios mal intencionados como pérfidamente le daban a entender a los habitantes de San Juan de los Andes y los pueblos aledaños, que la unión entre esa “niñita” y ese hombre resultaba inaceptable e imposible.

A causa de su intenso amor y como era de esperarse, el sacramento del matrimonio llegó con prontitud a la vida de Rosita, aunque con el también las obligaciones, los sacrificios y las dificultades, que responsablemente decidió asumir cuando resolvió aceptar la vida de pareja. Esto sin mencionar el continuo calvario que debió aprender a sobrellevar para eludir aquellos pensamientos dolorosos que le asechaban, y de paso le hacían imaginar el infortunado porvenir que su esposo e incluso ella podrían llegar a tener, si a él en medio de un enfrentamiento algo le ocurriera.

El veinte de diciembre, día en el que la agraciada Rosita contrajo matrimonio con el amor de su vida quien a su vez también era el general del ejército conservador, no pensó que quizá este seria el inicio de una vida más entregada al miedo y la incertidumbre, que a las locuras del amor, es más, fue tanta su ilusión que no previno las consecuencias que podrían acarrear ser la esposa de un combatiente y hombre de honor.

A pesar del inmenso y profundo amor que Rosita Posada sabia y estaba segura que sentía por su amado esposo, le resultaba difícil por no decir que imposible, obviar la realidad de aquellas mujeres que al igual que ella vivían a la espera de que una fatídica guerra civil les arrebatara a sus amantes, sus confidentes, los padres de sus hijos y sus compañeros de vida.

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