Ensayo sobre el efecto de las virtudes al misionar

El efecto de las virtudes al misionar

Introducción:

El presente ensayo plantea el abordaje de un tema no muy tomado en cuenta que está estrechamente relacionado con las virtudes (hábitos operativos perfectivos). Aquí emprenderemos dos interrogantes: ¿Cómo las virtudes pueden obrar naturalmente durante una Misión? y los efectos, es decir, consecuencias, al finalizarla y regresar habiendo experimentado algo auténtico que te forma plenamente. La Misión nos regala la posibilidad de crecer en Piedad, y Letras y por eso, pensamos que es importante desarrollar en profundidad este tema.

Desarrollo:

Para empezar, nos conviene hablar sobre la definición de Misión (en el contexto católico).

La Misión es el proyecto que propone la Iglesia católica para dar a conocer el Evangelio en comunidades con pocas o nulas enseñanzas de dicho tema. Se trata de entregarnos a los demás, tal como Cristo se entregó a nosotros, para participar en su Anuncio y ser sus discípulos. Si tuviéramos que definirla según la experiencia, es una forma de conocer otras realidades a las que no estamos acostumbrados, a las que no existen las mismas comodidades que tenemos en la ciudad, donde no todos tienen las mismas posibilidades que nosotros, donde se pone a prueba todo lo mejor de cada uno, que es lo fundamental para que la Misión fluya correctamente. Como dice Josef Pieper: “El cristiano debe ser otro Cristo”.

Ahora bien, sabiendo qué es y, un resumen de cómo se lleva a cabo una Misión, podemos comenzar a hablar sobre cómo las virtudes obran, aunque no sean del todo perfectas.

Aunque parezca increíble, Dios nos va preparando para la aventura de la Misión, nos capacita si le permitimos, los posibles temores a cometer algún error se esfuman. Y de cierto modo, nos infunde mayor humildad para entender qué situaciones nos encontraremos. En este caso, en Quimilí hay mucha pobreza, muchos niños con carencia de afecto, falta de pedagogía, etc. Y por supuesto que era necesario abajarse a tal punto que parezcamos discípulos de Cristo. Podíamos ser diferentes a los quimilenses en el sentido del tipo de formación académica, posibilidades, etc.; pero todos éramos iguales siendo hermanos de Cristo, aunque no todos los niños conocían a Dios. Es por eso que, debíamos estar totalmente infundidos de paciencia, ya que tratamos con personas que quizás necesitan más de nuestra atención. Era hora de dejar nuestras comodidades atrás, nuestros vicios, imperfecciones. Había que enfocarse en lo primordial que era evangelizar al pueblo y ver a Cristo en el pobre. De esta manera, se facilitaba el vínculo como hermanos.

Una virtud que es muy fundamental, porque es la primera entre las demás y la que domina a toda virtud moral, es la prudencia. Quizás sea bastante obvia mencionarla, pero vale la pena contextualizarla. Como se ha dicho antes, para misionar tenemos que entregarnos a los demás ya que precisan conocer la herencia que nos ha dado Jesucristo. Sin embargo, es sumamente importante saber en dónde vas a estar parado antes de dar un Sí a la Misión que se nos encomienda. Está claro de que nadie aceptará misionar si no se adapta a las condiciones establecidas para que dé frutos. “Quien ignora cómo son y están verdaderamente las cosas no puede obrar bien, pues el bien es lo que está conforme con la realidad”. Esta frase significa que aquel que no se encuentre enmarcado en la realidad del “misionar”, ignora la realidad del mandato de Jesús a ser sus discípulos ya que debemos actuar a su imagen y semejanza, predicando la Palabra de Dios y sirviendo a los pobres. Por eso resaltamos la importancia de ser prudente con nuestros actos.

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