LA CONTRA-ILUSTRACIÓN
Enviado por Agus Fontinovo • 16 de Abril de 2017 • Resumen • 5.922 Palabras (24 Páginas) • 322 Visitas
LA CONTRA-ILUSTRACIÓN
Va a ser la oposición a las ideas centrales de la ilustración francesa. Sus principales opositores van a ser la Iglesia y los pensadores religiosos de distintas convicciones.
Pensadores tales como Bodin y Montesquieu, hicieron hincapié en la variedad de costumbres humanas y especialmente en la influencia de factores naturales diferentes, particularmente los geográficos, sobre el desarrollo de distintas sociedades humanas, que conducían a diferencias en instituciones y perspectivas, lo que a su vez generaba amplias diferencias en las creencias y en los comportamientos.
Para David Hume no existen eslabones lógicos entre verdades de hecho y verdades a priori, tales como las matemáticas, oponiéndose a Descartes, a sus seguidores y a la creencia de que un solo sistema de conocimiento iba a abarcar a todas las provincias y contestar todas las preguntas.
Según Giambattista Vico, nuestras vidas y actividades, colectiva o individualmente, son expresiones de nuestros intentos por sobrevivir, satisfacer nuestros deseos, comprendernos unos a otros y el pasado del cual emergemos. Estas serán: cantar, hablar, adorar, los ritos religiosos, las leyes, los mitos etc. Va a insistir sobre la pluralidad de culturas y el carácter consecuentemente falaz de la idea de que hay una y solo una estructura de la realidad que el filósofo ilustrado puede ver como verdaderamente es y que puede describir en lenguaje lógicamente perfecto. Todos los hombres se hacen preguntas diferentes sobre el universo y sus respuestas están conformadas en consecuencia.
Hamman: Los motivos de la creencia (fe) descansan en motivos y requieren pruebas tan pequeñas como el sabor o cualquier otra sensación. El verdadero conocimiento es la percepción directa de entidades individuales y los conceptos nunca van a ser totalmente adecuados a la plenitud de la experiencia individual.
“Las ciencias pueden ser útiles en asuntos prácticos, pero ninguna concatenación de conceptos proporcionará la comprensión de un hombre, de una obra de arte, o de lo que se expresa en los gestos, símbolos, lo verbal y lo no verbal, el estilo, la esencia espiritual de un ser humano, un movimiento o una cultura”
SOCIALISMO
El socialismo es un cuerpo occidental de doctrina y práctica que descansa sobre la creencia de que la mayoría de los males sociales se deben a la desigualdad, o excesivamente desigual, distribución de los recursos materiales; y que estos males pueden curarse solo mediante la transferencia, gradual o inmediata, total o parcial, de la tenencia de la propiedad y de los medios de producción, intercambio y distribución del control privado al público.
La idea de que la concentración del poder o riqueza en manos de una minoría en una comunidad conduce a la explotación de la mayoría y supone una injusticia, tan antigua como el pensamiento social.
Platón propugna la abolición de la propiedad privada entre los guardianes de su Estado ideal, porque la posesión o el deseo de propiedad privada tiende a corromper al individuo, a oscurecer su visión moral e intelectual y a hacerle incapaz de buscar la verdad y la organización racional de la sociedad. Explosiones como las revueltas de esclavos en el mundo antiguo y los levantamientos de campesinos durante la edad media sirvieron para forzar la atención del resto de la sociedad europea sobre las condiciones de injusticia y degradación en que estaba obligada a vivir la gran mayoría de sus miembros.
En el siglo XVII se cuestiona el derecho a la propiedad. Locke había propuesto la teoría de que los hombres tenían un derecho a la propiedad con la que habían “mezclado su trabajo” y que el valor de las mercancías nacía del trabajo empleado en producirlas.
La protesta social que se generaba a través del tiempo era de que el derecho a la propiedad privada no provenía de Dios ni era inherente o “natural”, sino un artificio humano, y de que la concepción posterior de que el único camino a la felicidad y justicia estribaba en la abolición de la propiedad privada y en la propiedad y control comunales.
Tanto Morelly como Mably, retoman en el siglo XVIII la teoría de la “propiedad comunal” de Platón, en la que este tipo de propiedad de los medios de producción material puede asegurarse la justicia y evitarse que la minoría de los fuertes oprima y frustre el desarrollo completo y la libertad de la minoría más débil.
Los tratados de Rousseau iban a influir estos pensamientos, quien no propuso una doctrina social y económica coherente y unificada, pero si escribió que el mayor criminal fue aquel que cercó un campo y lo llamo suyo. No defendió la abolición de la propiedad privada, pero denunció la competición, la desigualdad flagrante, la acumulación desenfrenada de propiedad y poder, y el instinto adquisitivo que lo causaba, como fuentes esenciales del mal político y moral.
Un grupo de revolucionarios profundamente influenciados por Morelly y Rousseau creyeron que la revolución, que había querido liberar al individuo e introducir la igualdad entre todos los segmentos de la sociedad, sencillamente, había fracasado en su propósito, como demostraría un vistazo a la corrupción y el despotismo imperantes en Francia durante el Directionaire. La revolución había sido claramente traicionada por aquellos que habían puesto su propia riqueza y poder por delante del interés de la gente. No había ni libertad ni igualdad ya que la primera no podía existir sin la segunda.
La movilidad general de la estructura social y económica europea producida por la Revolución y las conquistas y reformas napoleónicas del siglo XIX fue un gran estímulo para las doctrinas socialistas.
Saint Simón no propugnaba la abolición o incluso, recorte de la propiedad privada, ni tampoco la igualdad de la humanidad. Al contrario, creía en la virtud de la expansión infinita de la empresa privada, y en la inmensa superioridad de los científicos, los banqueros, los industriales y los artistas sobre la masa de la humanidad. Propugnaba una producción completamente planificada y una distribución de los recursos económicos. Sostenía que los individuos, por sí solos, tienden a colocarse en el camino del otro y a disminuir la productividad, y negaba que se poseyeran derechos naturales contra un cuerpo central planificador. Consideraba que el desarrollo moral, intelectual etc., de la humanidad era directamente dependiente del progreso del nuevo sistema industrial, liberado del ruinoso conflicto de clases; y ponía todas sus esperanzas en su control racional por hombres geniales.
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