Lecturas Metafísicas de Descartes.
Enviado por Eva Doncos • 8 de Marzo de 2016 • Síntesis • 10.204 Palabras (41 Páginas) • 312 Visitas
Meditación primera. De las cosas que pueden ponerse en duda
1. El proyecto y el método (§§ 1-2)
Descartes nos dice, al comenzar sus Meditaciones, que se ha propuesto una ardua tarea: establecer algo firme y constante en las ciencias. Insatisfecho por el carácter dudoso de muchas de sus opiniones, de- cide someterlas a todas a un riguroso examen; puede acometer esta empresa porque disfruta de la tranquilidad necesaria para que la mente –el espíritu- reflexione con total libertad.
2. El trayecto de la duda
2.1 Duda de los sentidos
1er nivel: los sentidos no son fuente segura de conocimiento pues nos han engañado en muchas ocasiones; se ponen en cuestión sólo unos actos concretos de percepción, aquellos que no se dan en condiciones favorables. (§§ 3-4)
La fuente principal de las creencias más seguras parece que se encuentra en los sentidos; pero una breve inspección nos obliga a reconocer que también a veces nos conducen a engaño. Por ello, Descar - tes decide dejar de creer en el testimonio de la experiencia sensible.
Lo que hay que determinar , en primer lugar, es cuán grande ha de ser esta desconfianza; es decir, cuál es el grado de escepticismo que es razonable admitir con relación a las percepciones sensoriales.
Por un lado, no parece sensato dudar de las percepciones inmediatas a través de las cuales somos cons- cientes en todo momento de dónde estamos, cómo vamos vestidos y cosas similares; es decir, lo razonable es sospechar de percepciones cuyo objeto es borroso o está alejado, pero no de aquellas que sentimos nítida y directamente.
2o nivel: la hipótesis del sueño permite considerar que el sueño es indistinguible de la vigilia: la duda afecta ahora a la totalidad de actos de percepción sensorial. (§ 5)
Sin embargo, inmediatamente Descartes introduce lo que se conoce como Hipótesis del sueño: mientras soñamos se nos representan situaciones con tanta verosimilitud que las llegamos a confundir con las que vivimos despiertos; luego la nitidez y la proximidad, o inmediatez, con que se nos presentan a veces los objetos no es una garantía de que lo que creemos estar viendo sea real, objetivamente hablando; podría ser el contenido de un sueño.
2.2 Duda de la razón
3er nivel: la duda encuentra resistencia en los objetos simples de la Matemática (§§ 6-8)
Las imágenes de los cuerpos que nos representamos –estemos despiertos o dormidos- están compues- tas de elementos tales como ojos, cabezas, manos, etc. La imaginación de los artistas siempre usa estos elementos u otros para crear seres fantásticos tales como las sirenas, los centauros, etc. y por muy original que llegue a ser un pintor al realizar sus obras, siempre estará obligado a usar colores verdade- ros , es decir, reales, no ficticios o puramente subjetivos..
Así pues, parece que nos encontramos ante algo que resiste a la duda: los elementos simples de los que
se componen los cuerpos y objetos que creemos percibir no pueden ser fruto de la imaginación; la fan - tasía puede recomponer y formar multitud de seres, pero siempre a partir de unas piezas bá sicas dadas, es decir, no inventadas por la propia fantasía.
Sin embargo, el análisis no se ha completado, aún es posible descomponer más esas piezas, o elementos básicos, tales como cabezas, manos, etc. Las nociones de cuerpo, extensión, figura, lugar, duración, etc.
–los objetos estudiados por la Aritmética y la Geometría- son aún más “simples y universales”, nos dice
Descartes. De ello se deriva una distinción general entre dos tipos de ciencias:
a) las que se ocupan de los objetos compuestos, la Física, la Astronomía, la Medicina, etc. b) las que lo hacen de los objetos simples, las ciencias matemáticas.
Las del primer grupo han de ser forzosamente más dudosas, pues existe la sospecha de que sus objetos
de estudio no sean reales, sino fruto de la imaginación. En cambio, las operaciones que la mente realiza con los objetos más simples de la matemática pareen totalmente seguras, tanto si estamos despiertos como si dormimos.
Descartes ha culminado la primera etapa del trayecto de la duda: no es totalmente seguro que exista un mundo físico, corpóreo, tal como nos lo presentan los sentidos. Lo que a la mente le parecen objetos que existen fuera de ella pueden ser, en realidad, imaginaciones o ilusiones suyas. Lo único que parece totalmente seguro es que el pensamiento realiza correctamente operaciones o cálculos con entidades matemáticas, sin ocuparse mucho de si tales cosas existen o no en la naturaleza.
4o nivel: Dios nos ha podido hacer de tal modo que nos engañemos siempre (hipótesis del genio maligno): pone en cuestión la totalidad del ejercicio de la razón, incluida la intuición de las verda des matemáticas. (§§ 9-12)
Descartes recurre a una antigua opinión, la de que existe Dios todopoderoso. Según esta creencia, se debería admitir que Dios podría haber creado una Matemática distinta a la que la mente tiene por co- rrecta y que ésta se equivoca cada vez que efectúa una sencilla suma como la de “3 y 2 son 5”. Inmedia - tamente, se enfrenta a dos objeciones a las que él mismo responde:
1a Objeción: no parece coherente que Dios, entendido como suma bondad, consienta en que vivamos en un permanente engaño.
Respuesta: pero lo cierto es que sí permite que nos engañemos algunas veces, lo cual implica
incoherencia igualmente.
2a Objeción: tampoco parece adecuado aceptar la existencia de Dios cuando hemos decidido dudar de las creencias sobre otras cosas.
Respuesta: el problema se agrava si suponemos que la causa de nuestra existencia no es Dios sino el destino o el azar, porque entonces postularemos una causa de orden inferior, más imperfecta que Dios; dado que el error ha de ser considerado como una imperfección, cuanto más imperfecta sea la causa de nuestra existencia, más probable es que nuestra naturaleza sea falible e incapaz de evitar el engaño.
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