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Lectura Labiofacial


Enviado por   •  2 de Julio de 2011  •  4.270 Palabras (18 Páginas)  •  1.471 Visitas

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Capítulo 4. La lectura labiofacial

Los labios encierran tantos secretos lingüísticos como los oídos,

pero oír ruboriza menos que mirar a la cara.

Esa es una diferencia importante.

1. Marco teórico y fundamentación básica

El papel aumentativo de la vista en percepción del habla es un tema que ha sido muy

estudiado en las tres últimas décadas. Anteriormente, se asumía que la percepción del habla

era un proceso unimodal, auditivo exclusivamente, y sólo en casos muy extremos intervenía la

vista. Sin embargo, con mucha antelación a los hallazgos de la psicología cognitiva en

percepción visual del habla, los lingüistas distinguieron entre modos de articulación, v.gr.:

sonoridad, nasalidad, sordera, fricación..., y puntos de articulación, v.gr.: bilabial,

interdental, palatal, gutural... Las investigaciones del Sistema Verbotonal, entre los años 1940

y 1980, demostraron que los modos de articulación y los parámetros suprasegmentales

del habla, son transmitidos a través de las bajas frecuencias, lo que facilita su percepción a las

personas con deficiencia auditiva (Guberina, 1972). A la luz de estas investigaciones surgió el

Método Verbotonal cuyos siete preceptos básicos fueron presentados por Guberina en el

Congreso Internacional de Sordos celebrado en París en 1953 (Guberina y Asp,1981, para

una revisión). El método Verbotonal, fiel a los conocimientos de su época en percepción del

habla, se desentendió de los aspectos visuales. Por otra parte, los puntos de articulación son

percibidos por la vista. Lo ideal, pues, para la persona con deficiencia auditiva, sobre todo en

la etapa de estimulación temprana, entre 0-3 años de edad, sería un sistema aumentativo que

tuviera en cuenta la percepción bimodal del habla. Pues bien, ese sistema existe, es el Modelo

Oral Complementado (MOC), que integra tres aspectos: (1) los principios y aparatajes

verbotonales (percepción auditiva), (2) la palabra complementada (percepción visual) y (3) la

orientación cognitiva en intervención logopédica.

El primero de los sistemas aumentativos de comunicación, en lo que a pragmática y

redundancia se refiere, es sin duda la lectura labiofacial (LLF), tanto en personas con sordera

como en oyentes. El estudio de la LLF en percepción del habla es un tema que ha ido

cobrando importancia en la investigación básica y aplicada desde que McGurk y MacDonald

(1976) publicaran su breve (sólo dos páginas), pero sugerente artículo Hearing lips and

seeing voices (gráfico 4.1), donde demuestran que la LLF no es un epifenómeno en el

procesamiento normal del habla (cfr. Dodd y Campbell, 1987 y Campbell, Dodd y Burnham,

1998, para dos exhaustivas revisiones sobre el tema; Arnold, 2000; Arnold et al. 2001).

Gráfico 4.1. Percepción audio-visual del habla: Efecto McGurk

(Adaptado de Summerfield a partir de B.Dodd y R. Campbell, 1989)

2

La LLB es una técnica para la adquisición del conocimiento mediante la vista (es

percibir por medio de la vista, cuando por distintas razones no se puede recibir ni analizar el

mensaje oral mediante el oído). En realidad, la LLB la realizamos todos de un modo

inconsciente, tan sólo nos percatamos de que la estamos llevando a cabo cuando nos

enfrentamos a condiciones anómalas v.gr. Cuando estamos viendo una película en nuestra

lengua mal doblada (es decir, no sincronizada la voz y la imagen); o, en situaciones ruidosas

(donde no recibimos con claridad la voz del interlocutor), en las que recurrimos a mirar la cara

del mismo para comprender lo que nos está diciendo. Es pues, un gesto intuitivo que todos

realizamos para mejorar y/o facilitar la comprensión del mensaje oral, aunque no contemos

con problema de audición alguno.

En la literatura existente se hace referencia a la LLB como una habilidad innata en

todos los seres humanos, de ahí que algunos autores planteen que la LLB no se enseña, sino

que se entrena. Dado que el objetivo del presente apartado es esclarecer el concepto así

como analizar sus ámbitos de actuación, vamos a considerar la LLB como una técnica para

alcanzar el desarrollo del lenguaje verbal así como para lograr la comunicación en sujetos con

percepción auditiva alterada.

Se ha definido la LLF como el arte de leer el habla en los labios. Hoy sabemos que es algo

más que un arte, es un proceso cognitivo básico que, como todos los procesos básicos, se

manifiestan casi desde el nacimiento, pues se ha demostrado experimentalmente que bebés de

tres meses son sensibles a las variaciones visuoarticulatorias del habla. El tema es de especial

interés en el caso de las personas con pérdida auditiva, lo que ha hecho soñar desde hace

siglos con un dispositivo automático capaz de hacer visible el habla en ausencia de audición. El

último de los intentos fue el “autocuer” cuyo objetivo era procesar automáticamente en tiempo

real el habla del interlocutor y convertirla en claves visuales. Con este dispositivo, consistente

en unas gafas con una lupa de unos 2 mm pegada en el centro de uno de los cristales, la

persona con deficiencia auditiva tendría garantizada la percepción del habla automática,

dentro de determinadas condiciones, al mismo nivel que el conseguido con la palabra

complementada, sin que el interlocutor oyente tuviera que hacer nada, ni siquiera tendría que

enterarse que su habla estaba siendo procesada para ser vista por su interlocutor.

Las investigaciones citadas en los párrafos anteriores han demostrado el papel de la

LLF en cuatro situaciones concretas: (1) habla normal, (2) cuando la relación señal-ruido es

desfavorable para la señal, (3) cuando se alteran los parámetros suprasegmentales (ritmo,

pausa, entonació n, tiempo) como ocurre con hablantes extranjeros, acentos regionales,

deficiencias de fluidez en casos de disfemia, sordera, etc., y (4) cuando el contenido es

cognitivamente complejo. En estos casos, también en situación de habla normal (Reisberg et

al., 1987; Jordan, 1988) cobra progresiva importancia la aportación visual a la percepción del

habla, sin que el receptor sea consciente de ello. En el estudio de Jordan (1988), 24 niños de

10-11 años de edad hicieron una tarea de comprensión de textos adecuados para su edad y

resultó que la comprensión fue mejor en modalidad audiovisual que en modalidad

...

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