Agenda Homenaje a José Rafael Campoy

Agenda Homenaje a José Rafael Campoy

José Rafael Campoy

Humanista representativo de la Nueva España debido al gran reconocimiento que recibió por ser el “incitador” de la renovación de los estudios en los Colegios Jesuitas, se le considera gracias a su obra escrita la cual no se ha conservado, como la principal guía que revoluciono la Compañía de Jesús y con fines de dar a la juventud mexicana la oportunidad de conocer la Filosofía Moderna, tal era su anhelo por poder compartir este conocimiento se sobrepuso a los perjuicios tomando riesgo de fracasar en su vida religiosa, todo por querer cultivar un sistema filosófico el cual no era propuesto por las corrientes escolásticas. Inclusive sus superiores lo llegaron a llamar como un “introductor de muy peligrosas novedades, partidario de vanas fantasías científicas y estudios de infantiles naderías”.

Nacido el 15 de agosto del año 1723, en Álamos, Sonora. Lugar donde creció hasta el año de 1731 mismo en el que se traslado a la Ciudad de México, todo con motivos de comenzar la instrucción de los padres Betlemitas en el Antiguo Colegio de San Idelfonso, iniciando sus estudios de la Filosofía en el año de 1737. Es importante mencionar a Diego Abad, siendo este compañero de Campoy, volviéndose el mismo quien comprendió sus ideas sobre la renovación de los estudios de la Filosofía.

José Rafael Campoy comienza su vida como jesuita el 26 de noviembre de 1741, en el Colegio de Tepotzotlán, familiarizándose con los originales de Aristóteles, acabando con todos los prejuicios que sus propios comentadores le habían inculcado o incluso podría decir que se le habían obligado. Campoy al terminar sus estudios en Teología, se le vuelve encargado de Biblioteca del Colegio de Tepotzotlán, afirmando así su propia convicción en llegar a esta renovación necesaria para la Filosofía.

Campoy al ordenarse como sacerdote se le envió a la ciudad de San Luis Potosí, Puebla. Para poder impartir la enseñanza de Filosofía, siendo específicamente la clase de Gramática la que él debía enseñar. Cabe mencionar que también se le fue enviado a Veracruz, siendo estos lugares muy alejados de los centros mas importantes debido a que estos la mas grande vida intelectual dentro de la Compañía. Dando pie a que José Rafael Campoy un sacerdote muy famoso, llegando a ser reconocido hasta España.

José Rafael Campoy fue el primer jesuita en ser enviado a Italia, llegando a vivir en Ferrara, para poder seguir con sus estudios de rama humanista. Tiempo después se traslada a Bolonia, Italia, donde se volvería víctima de privaciones tanto físicas como morales por parte de compañeros jesuitas de infortunio con los llego a convivir en Bolonia. El 29 de diciembre de 1777, a sus 54 años Campoy se vuelve victima de enfermedad produciendo su muerte por toda privación en la que se vio obligado.

La obra escrita de Campoy se puede mencionar que es muy breve y no hace ninguna referencia a toda idea filosófica que el compartía, mas bien, a su escrito se le atribuyo como un gran reformador de la educación y esto se puede ver reflejado en la misma palabra de Diego Abad, compañero de Campoy, que nos dicen:

PANEGIRICO, ELOGIO HECHO POR ABAD.

“Quisiéramos hacer inmortal la memoria de José Rafael Campoy”.

“En esto era también semejante a Sócrates, ya que mereciendo por su eminente ciencia ser alabado como uno de los más grandes hombres de su siglo, sin embargo, no nos quedan ningunos escritos suyos en que pudiese la posteridad admirar el genio del hombre tan ilustre.”

“se enfrentó al torrente de agitaciones levantadas contra él para hacerlo que siguiese el acostumbrado método de enseñar.”

“Tú, versadísimo en el conocimiento de las ciencias más sublimes y profundas, habías bebido la teología en las fuentes mismas de las Escrituras, Santos Padres y concilios.”

“Tú tenías en tus manos el largo hilo de la historia, desde el principio del mundo hasta nuestra época; y empleando siempre una más recta crítica, explicabas las cosas más difíciles.”

“A ti te eran más familiares todos los antiguos padres de la latinidad”

“¡Cuántas veces tú me ofreciste, cuando dudaba, mayor luz que la que me habían ofrecido Parco, o Pompa o Nizolio, o el Tesoro de Esteban, acerca del giro de una oración y de algún género de estilo y del multiforme y versátil uso de la palabra!”

“¡Cuántas veces me explicaste los pasajes oscuros y enredados de Plinio el Mayor y de otros antiguos, más clara y completamente que los doctos intérpretes que antes había consultado…!”

“Peor me he dejado arrebatar demasiado por el dolor… y hago injusticia a quien, libertado de esas miserias y de la durísima convicción de esta vida nuestra, le ha sido dada, como espero, una vida dichosísima”.

Siendo estas palabras muy remarcables por Diego Abad, en su elogió después del fallecimiento de Campoy, el cual podría considerarse una poesía nacida por tan gran amigo y compañero de vida, el cual sufría de forma verdadera por la gran pérdida del maravilloso filosofo y estudioso de nombre José Rafael Campoy.

Sorprendentemente logro vivir bajo filosofía de vida que fueron en sus épocas impartidas por el mismísimo Sócrates, aunque de cierta manera para nosotros tener tan poco conocimiento de tan grande  conocedor como Campoy es una gran lastima, por eso es muy importante también mencionar como Diego Abad hace referencia al gran intelecto que Campoy, el cual provenía de conocimiento de “los antiguos padres de la latinidad” volviendo así su saber una ciencia sublime proveniente de épocas de tan maravillosos filósofos, los cuales menciona en el mismo escrito como: “Parco, o Pompa o Nizolio, o el Tesoro de Esteban”.

Inclusive al final de tan remarcable escrito nos dice hace injusticia al su propio mentor Campoy, ya que el sufrir su perdida, estaría sufriendo por la ansiada vida dichosa de que José Rafael Campoy esperaba debido a su propia convicción y filosofía.

Es muy importante mencionar como Campoy fue reconocido como el único sabio sonorense.

Este fue hijo de don Francisco Javier Campoy y de doña Andrea Gastelu, volviéndose estos los primeros pobladores del pueblo mágico que hoy en día conocemos como Álamos, Sonora, cabe mencionar que esto en las épocas de la Nueva España era considerado un muy avanzado puesto “septentrionales”, en tiempos de conquista.

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