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Amor Liquido


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2011  •  2.266 Palabras (10 Páginas)  •  4.431 Visitas

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Zygmunt Bauman.

Sociólogo de Polonia nació en 1925, miembro de una familia de judíos no practicantes, tuvo que emigrar con su familia a Rusia cuando los nazis invaden Polonia. Bauman se enrola en el ejército polaco controlado por los soviéticos, cumpliendo las funciones de instructor político. Participo en batallas y en algunas operaciones militares en Berlín. De 1945 a 1953 desempeño funciones similares combatiendo a los insurgentes nacionalistas de Ucrania, y fue colaborador de inteligencia militar.

Comienza a estudiar sociología en la universidad de Varsovia, y tiene que cambiar a la filosofía, debido a que los estudios de sociología fueron eliminados por los burgueses.

En 1945 finaliza la carrera e ingresa como profesor en la universidad de Varsovia, en la que permaneció hasta 1968. Prepara un relevante estudio sobre el movimiento socialista ingles en la London school of economics. Entre sus obras posteriores destaco sociología para la vida cotidiana y pensando sociológicamente. Con fuertes presiones políticas en aumento, Bauman renuncia en enero de 1968 al partido, y en marzo es obligado a renunciar a su nacionalidad y a emigrar.

Ejerció en la universidad de Tel Aviv y después en la de Leeds, como jefe de departamento. Desde entonces Bauman escribió y publico solo en ingles, y su reputación en el campo de la sociología creció a medida que iba dando a conocer sus nuevos trabajos. En 1992 recibe el premio Amalfi de sociología y ciencias sociales, y en 1998 el premio Theodor W. otorgado por la ciudad de Frankfurt.

Las obras de Bauman comprenden 57 libros y más de 100 ensayos. Sus obras a finales de los 90 y principios de los 80 analizan las relaciones entre la modernidad, la burocracia, la racionalidad imperante y la exclusión social. Ve a la modernidad europea como un producto de la transacción entre libertades y la comodidad para disfrutar en mejor nivel de beneficios y de seguridad.

Según él, la modernidad en su forma más consolidada requiere la abolición de interrogantes e incertidumbres. Necesita de un control sobre la naturaleza, de una jerarquía burocrática y de reglas y regulaciones para hacer aparecer los aspectos más caóticos de la vida humana como organizados y familiares, estos esfuerzos no terminan de lograr el efecto deseado, y cuando la vida parece que comienza a circular por carriles predeterminados, habrá siempre algún grupo social que no encaje en los planes previstos y que no pueda ser controlado.

Al miedo difuso, indeterminado, que no tiene en la realidad un referente determinado, lo denominó "miedo líquido". Tal miedo es omnipresente en la "modernidad líquida" actual, donde las incertidumbres cruciales subyacen en las motivaciones del consumismo. Las instituciones y organismos sociales no tienen tiempo de solidificarse, no pueden ser fuentes de referencia para las acciones humanas y para planificar a largo plazo. Los individuos se ven por ello llevados a realizar proyectos inmediatos, a corto plazo, dando lugar a episodios donde los conceptos de carrera o de progreso puedan ser adecuadamente aplicados, siempre dispuestos a cambiar de estrategias y a olvidar compromisos y lealtades en pos de oportunidades fugaces.

Amor liquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos.

Bauman comienza en la primera parte del libro a indagar sobre la naturaleza ultima del amor y cita a platón hasta a Freud. En esta parte nos explica que ya no existe el amor eterno y solo existe el amor por interés o utilitario, y este tiene un nuevo sentido de utilidad y se usa cuando se le necesita o si no, solo se mantiene guardado.

Y de una manera esto nos muestra que el consumismo nos ha transformado y deteriorado a tal grado de influir en todas las áreas de nuestra vida. Ya no se trata de un moralismo sino de una falta de ética responsable y de solidaridad.

A Bauman le preocupa que la ética del trabajo y la fidelidad a la profesión han sido reemplazadas por una estética del consumo y su diversidad de ofertas (comerciales, laborales, sentimentales).

Pero son las relaciones, los vínculos los que hoy generan este debate da la impresión que la gente quiere preservarse como otro consumo más, pero sin gastarse. Y de aquí resulta gran parte de la paradoja la fascinación por los contactos a distancia que permiten las nuevas tecnologías o la obsesión por la fama inmediata de los más celebrados concursos televisivos (que destilan un único mensaje: competir e imponerse al resto es la clave del éxito) son algunos ejemplos destacados de esta nueva sensibilidad.

Por eso es tan importante el tema que adoptan las relaciones entre la ambivalencia, fragilidad y ansiedad con que se actúa. Sin duda, este sociólogo recoge con gran talento y lo describe de muy buena manera el miedo al amor como nombra a esta incapacidad de comprometerse de esta sociedad del consumo.

Este autor desarrolla la idea de que cuando lo público ya no existe como sólido, el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen total y fatalmente sobre los hombros del individuo.

Este libro en particular, no es una visión particularmente alegre, pero es un mensaje de esperanza ya que el cree que es posible superar los problemas que plantea la moderna sociedad líquida.

Modernidad líquida es un término positivo: señala la diferencia que es la volatilidad. La característica definitoria de los líquidos es la imposibilidad de mantener su forma y, a la vez, su vulnerabilidad. Eso es precisamente lo que diferencia a la sociedad actual de aquella de la modernidad en su fase sólida, que buscaba ser duradera y resistente al cambio.

Para el autor existe una cualidad imaginaria en la que política y poder en que ambos confluyen el que está siendo atacado. Por un lado el poder se está evaporando hacia arriba, al espacio planetario, que es el dominio de los negocios extraterritoriales. Por el otro, la política se escapa hacia el espacio de las fuerzas del mercado y lo que llama a "política de la vida": el espacio de los individuos con alianzas tenues que tratan con esmero -pero con resultados prácticamente nulos- de encontrar soluciones privadas a los problemas públicos.

Las instituciones políticas heredadas de los tiempos en que el poder y la política estaban al nivel del Estado-nación moderno se mantienen atadas a una localidad exactamente como antes, sin la posibilidad de resistir además de las presiones de los poderes globales.

De esta manera están imposibilitadas de desempeñar sus papeles tradicionales y los ceden a las fuerzas del mercado o las dejan abiertas a la iniciativa y a la responsabilidad individual. El resultado final es el sentimiento generalizado de que cada uno de está por las suyas, de que nada se gana uniendo

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