Andrea Jimena Ortiz Ramírez

Por: Andrea Jimena Ortiz Ramírez

La palabra Democracia proviene del griego, Demos, pueblo y Kratos, autoridad, que significa gobierno en el que el pueblo ejerce la soberanía, y se plantea que “el poder político es ejercido por los individuos pertenecientes a una misma comunidad política, es decir a los ciudadanos de una nación” . El problema fundamental en Colombia es que no se ha logrado que los ciudadanos tengan una oportunidad igual y real de participar en las decisiones de la colectividad. Si bien, somos representados por individuos que nosotros mismos elegimos, “la voz del pueblo es lo que menos se escucha” . Esto debido en gran parte a la influencia del clientelismo político, a los altos niveles de corrupción y especialmente a la simplificación de la población a subordinados de intereses particulares, pero también a la pérdida de conciencia e ignorancia de los ciudadanos, decayendo en esencia lo que es una verdadera democracia.

Con la Asamblea Nacional Constituyente de 1990 “Lo que se discutió en la antesala de la Constituyente fue la necesidad de salirle al paso a las reiteradas crisis de legitimidad y gobernabilidad [...] De allí surgieron las iniciativas referidas al fortalecimiento de la democracia participativa para oponerla a un modelo decadente de representación [...]” por lo que a partir de la promulgación de la Constitución Política de 1991, Colombia se perfilo de manera formal como un país democrático, más exactamente con una democracia representativa y participativa. Tanto así que se le dio rango constitucional a organismos y mecanismos de participación ciudadana como sucedió con el caso de la Ley 134 de 1994 en la que aparentemente se dio a los ciudadanos una mayor influencia e intervención en temas públicos y derechos fundamentales.

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