Aprender Filosofía O A «filosofar»

¿Aprender filosofía o a «filosofar»?

Para responder a esta pregunta previamente necesitamos respondernos, a su vez, qué entendemos por «filosofía». La dificultad para responder a esta última pregunta no está tanto en el significado en sí del concepto, que, como su propia construcción semántica indica, es simplemente «amor por la sabiduría», sino por el «contexto» en el que nos hacemos la pregunta. La filosofía puede entenderse como un conocimiento, el de la historia de filosofía, o como una práctica, el «filosofar».

El sentido histórico es el de una práctica intelectual, como lo definió el padre de la filosofía, Platón: «La filosofía es un diálogo personal con el ser».

Posteriormente siguió siendo una práctica mientras existió la enseñanza de la filosofía como la relación existente entre un «maestro-filósofo» que enseña «su filosofía» y unos alumnos interesados en sus enseñanzas. Naturalmente que el maestro podía enriquecer su propia tesis contrastándola con las tesis de sus antecesores, pero el interés de los alumnos se centraba en la tesis de su maestro.

En esta relación maestro-alumno la historia de la filosofía tenía un valor complementario, y los alumnos acudían a las clases del maestro, interesados en aprender a filosofar y no simplemente historia de la filosofía, porque la filosofía no era todavía una «asignatura», con una evaluación final que acredita al alumno en su conocimiento, sino una práctica intelectual para la formación de la personalidad del alumno. Naturalmente que Platón no examinaba a sus alumnos al final de sus cursos. El conflicto surge precisamente cuando las enseñanzas tienen un sentido más académico que personal, y ya no se imparten para el mejoramiento personal sino para mejorar la situación económica y social de lo alumnos interesados.

Pese a lo contradictorio, dada su posición de profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad de Königsberg, por lo que se supone que enseñaba una asignatura, Immanuel Kant aclaró para la historia la función y cometido de la filosofía con su famosa frase: «No se aprende filosofía sino a filosofar». Frase discutible si consideramos el contexto en el que entendemos qué es la filosofía: una ciencia o una práctica.

Tampoco Ortega y Gasset acudió a Marburgo porque en su universidad se impartiera la asignatura de filosofía más completa de Alemania, sino porque allí impartía «su filosofía» el neokantiano y «maestro-filósofo» Norman Cohen, porque Gasset, a su vez, no aspiraba tan sólo a ser un «catedrático de historia de la filosofía español», sino un «filósofo español», que es muy diferente. Por tanto la filosofía ha pasado de ser una vivencia personal para convertirse en una asignatura de estudio para mejorar la posición social. Ya no se imparte por «filósofos» sino por «profesores de filosofía», y ya no sirve a su cometido original

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