Arco Y El Cesto Resumen
Enviado por alvaan • 26 de Octubre de 2014 • 1.968 Palabras (8 Páginas) • 549 Visitas
Esta tribu nómada se autodenomina Axé, (“hombre, persona, él que habla”). Son conocidos en la literatura etnográfica como Guayaki, habitan en la región oriental paraguaya, en la cordillera de Mbarakajú.
El diario vivir de los Guayaki se encuentra fuertemente divididas por la separación sexual de sus actividades. Sus labores están bien dividas pero se complementan entre si, y a diferencia de otras tribus indígenas los Guayaki no conocen una actividad donde participen conjuntamente hombres y mujeres. Todo esto porque los Axé no dominan el arte de plantar, su economía se apoya exclusivamente sobre la explotación de los recursos naturales que ofrece la selva. Estos pueden inscribirse en dos rublos principales: productos de la caza y productos de la colecta, comprendiendo esta última sobre todo la miel, las larvas y la médula del pino.
Los hombres cazan y también colectan. No se trata de dispensar a las mujeres de tareas que normalmente les corresponden; pero de hecho, los productos de la colecta son obtenidos al precio de operaciones penosas, difícilmente realizables por las mujeres, entre estos encontramos como ejemplo: el descubrimiento de los panales, extracción de la miel, derribo de los arboles, entre otras.
En consecuencia y con tan poco panorama, las expectativas económicas de los Guayaki reducidas culturalmente por la ausencia de la agricultura, y naturalmente por la relativa escases de alimentos vegetales, la tarea iniciaba cada día, y en quienes recaía era esencialmente en los hombres. De ninguna manera todo esto privaba a la mujer de participar en la vida material de la comunidad. Les corresponde la función, decisiva para los nómadas, de transportar los bienes familiares; son las mujeres quienes fabrican los cestos, la alfarería, las cuerdas de los arcos; hacen la cocina, se ocupan de los niños, etc. Lejos del ocio, las mujeres se dedican totalmente a la ejecución de estas tareas tan necesarias. Es verdad que los hombres acaparan toda la atención al desarrollar la tarea más prestigiosa, la caza. De esta forma damos lectura como la posición de un grupo de productores contra una de consumidores.
Los Guayaki aprenden esta gran oposición, según la cual esta fundamentada su sociedad, a través de prohibiciones alternas. Una de ellas prohíbe a las mujeres tocar el arco de los cazadores; otra impide a los hombres manipular el cesto. Los utensilios e instrumentos son sexualmente neutros, la única excepción a la regla es el arco y el cesto, este tabú sobre el contacto físico con las insignias más evidentes del sexo opuesto permite evitar cualquier transgresión del orden socio-sexual que regla la vida del grupo.
Los sentimientos que experimenta cada individuo al manipular los diferentes utensilios son muy variados. Un cazador no soporta la vergüenza de transportar un cesto, mientras que la esposa teme tocar un arco. Esto se debe a que el contacto de la mujer al arco es mucho más grave que el del hombre y el cesto. Si una mujer se atreviera a tocarlo, atraería con toda seguridad, sobre su propietario el pane, es decir la mala suerte en la caza, lo que seria desastroso para la economía de los Guayaki.
Cuando un hombre es victima de pane, se convierte en un ser incapaz de realizar su función de cazador, de esta forma va contra su propia naturaleza, y es así como pierde su esencia, de aquí en más abandona el arco, y no le queda un camino diferente al de renunciar a su masculinidad, resignado, acepta cargar el cesto. Es tan fuerte la ley, que los hombres no existen sino como cazadores; ellos mantienen su razón de ser evitando que la mujer toque el arco. Si un individuo no llega a realizarse como cazador, cesa al mismo momento de ser hombre y es aquí cuando el hombre pasa del arco al cesto, metafóricamente se convierte en una mujer.
Existía entre los Guayaki dos hombres portadores del cesto. Uno de ellos era Chachubutawachugi, este era pane. No poseía arco y el único método de caza que podía practicar, de vez en cuando, era la cacería a mano, de tatús y de cotís. Por otra parte este personaje era viudo: y como era pane, ninguna mujer quería saber nada con él, ni siquiera a título de marido segundario. Tampoco se integraba al núcleo familiar, estos le juzgarían de indeseable la permanencia permanente de un hombre que agravaba su incompetencia técnica con un excelente apetito. De ninguna manera acompañaba al resto de los hombres en sus expediciones en busca de alimento. Sino que partía solo o en compañía de las mujeres, a buscar larvas, la miel o las frutas que descubrían con anterioridad; el cargaba su producción en un cesto que le había regalado una mujer.
El segundo es Krembegin era en efecto sodomita. Su vida era como el de cualquier mujer, de hecho dejaba crecer su cabello, claramente más largo que el del resto de los hombres, aparte de esto, solo realizaba trabajos femeninos: sabía “tejer” y con dientes producto de obsequios que le hacían los cazadores, elaboraba collares, que demostraban sus disposiciones artísticas; en muchos caso más afirmadas que el de cualquier mujer. En síntesis, Krembegin mostraba la reacción de la cultura guayaki ante una existencia imprevista de un refinamiento habitual en sociedades menos rusticas. Este personaje se veía así mismo como a una mujer y había adoptado las actitudes y comportamientos particulares del sexo femenino. Rechazaba el contacto de un arco, tan categóricamente como un cazador el del cesto; consideraba que su lugar era el de las mujeres. Krembegin era homosexual porque era pane. Cabe la posibilidad que su mala suerte en la caza provenía de que hubiera sido, anteriormente, un invertido inconsistente. Se le veía como tal desde que se manifestó en forma evidente su incapacidad para servirse de un arco.
Para los Guayaki eran cada uno dos portadores del cesto muy diferentes. El primero, Chachubutawachugi, era tomado en burla por todos,
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