Bhagavad-gītā y sus aplicaciones en el mundo actual

Bhagavad-gītā y sus aplicaciones en el mundo actual

Introducción

        El Bhagavad-gītā (de ahora en adelante “Gita”) es uno de los textos hindúes más reconocidos y alabados, sino el que más. De manera simple, puede definirse como un compendio de historias de finalidad filosófica que marcó a la India de la misma manera que el Nuevo Testamento lo haría en la historia y el devenir de Europa (Antonov, 2009, p. 5). En la obra se expone un diálogo entre el príncipe Pandava Arjuna y Krishna, el cual comienza desde un dilema moral del primero relacionado con un conflicto bélico (Gandhi, 2010, p. xiii). A pesar de este trasfondo, las enseñanzas presentes en la obra van mucho más allá de eso, lo que le permite ser útil, incluso, en contextos generales de la vida humana.

        Por tal motivo, la finalidad del presente ensayo es responder a la siguiente pregunta: ¿cuáles serían las aplicaciones del Gita en el mundo actual? Para alcanzar este fin, el ensayo analizará los temas más importantes que se abordan en el texto filosófico y presentará argumentos y ejemplos sobre cómo se pueden tomar las enseñanzas de la obra en cuestión para ser implementadas en la vida individual o, incluso, en toda la sociedad. Al final del trabajo se ofrecerá una conclusión sobre todo lo que se habría desarrollado y se reflexionará sobre la importancia del texto para la sociedad presente y, quizás, también para la futura.

Desarrollo

        El primer punto a destacar sobre las enseñanzas presentes en el Gita es el relacionado con el egoísmo. Ha de tenerse en cuenta que este sentimiento ha sido considerado por muchos filósofos como uno de los grandes problemas del ser humano, algo que prevalece hasta la actualidad. Schopenhauer (2010) señaló en su momento que entre cada ser humano existía una enorme separación cuyo material era el egoísmo, el cual formaba un abismo casi insalvable (p. 113). El egoísmo sería un obstáculo para lograr la comunión entre los seres humanos que evita el bienestar y la paz común.

        El Gita ya veía al egoísmo como el fuego que convertía a la existencia humana en un infierno. Por ello, en el texto se menciona que en el momento que el ser humano, hombres y mujeres, se liberaran de él, el mundo dejaría de arder bajo sus pies (Anónimo, 1992, p. 57). El texto no solo señalaba al egoísmo como el problema base de la humanidad, sino que también explicaba la importancia de trabajar para el mundo, para aliviar sus padecimientos (Anónimo, 1992, p. 70). En sí, todo aquel ser egoísta debía verse como alguien lamentable que solo podía servir para hacer prevalecer el dolor en la sociedad.

        Esta enseñanza del Gita puede aplicarse incluso en la actualidad. Por ejemplo, las grandes corporaciones hacen un terrible daño ambiental debido a acciones como la contaminación de ríos y la fabricación de plásticos que nunca son reciclados. Lo mismo ocurre con las personas individuales: muchos prefieren botar un pan a la basura antes que regalárselo a alguien que no tiene el dinero para comprarlo. Este problema puede solucionarse si se aplica la idea del Gita sobre trabajar para los demás y no solo para sí mismo (Anónimo, 1992, p. 70). Este acto de interés por el prójimo reduciría muchos problemas aparte de los mencionados y haría del mundo un lugar más equitativo, más justo para todos, gracias a la acción de todos.

        Una segunda aplicación, muy relacionada con la anterior, es la vinculada al karma. En el Gita se desarrolla con mucha amplitud lo que es el karma y lo presenta como una ley que dice que toda acción posee una reacción: el daño que se hace a alguien, es sufrido luego por el malhechor (Anónimo, 1992, p. 11). En trabajos como el de Levy (2016), se analiza al karma como una especie de acción de estilo reflejo que lleva a las personas a apegarse a las normas (p. 135).

        El karma es uno de los principios del Gita que mayor aplicación poseen en la actualidad. En la obra se lleva su concepto a un plano colectivo, donde las acciones positivas no son las que se hacen a favor del beneficio individual, sino para el colectivo. En este sentido, una acción buena sería aquella que beneficia a todos y que, en especial, genera empatía y admiración por los demás que ven tal acción (Anónimo, 1992, p. 27). El karma podría (y debería) aplicarse de esa forma en el mundo actual: obrar para ser un gran ser humano, accionar de manera no egoísta y con miras a alcanzar un bien colectivo. Esto ayudaría a que la reacción a estas acciones sean la de la admiración y la devoción por un hombre o una mujer que, lejos de centrarse en sí mismo, buscan el bien social.

        Ejemplos para esta aplicación sobrarían: un millonario que invierta sus ganancias en el beneficio social más que para cumplir sus deseos materiales conseguirá alcanzar un karma positivo, con reacciones de admiración hacia su obra. Por el contrario, aquellos adinerados que se preocupan solo por lo individual serán despreciados, una reacción propia hacia alguien que se empecina a apegarse a lo material. Esto también aplicaría para las personas pobres: cualquier acción que pueda ayudar al prójimo será un acto que enaltecerá su karma y le brindará una mayor recompensa de la que puede ofrecerle el egoísmo.

        Es decir, el mundo actual podría aplicar el karma como una guía de acción en la que cada persona obre para su subsistencia sin que ello deje de lado el beneficio ajeno. Si se interioriza que cada acción tiene una reacción, los actos egoístas y culposos podrían desaparecer, dado que nadie querrá padecer las consecuencias de sus propios actos: nadie querrá morir por matar a otro, nadie querrá perder a su familia por haber sido el causante de la desgracia de la familia de otros. En este sentido, el karma podría actual en el presente como una guía moral que ayude a los pueblos a reducir las conductas individualistas y dañinas para la paz y el orden comunitario.

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