Brujas Y Mitos
Enviado por cami.ibacache • 29 de Septiembre de 2012 • 953 Palabras (4 Páginas) • 440 Visitas
Siento que es correcto considerar el conjunto de historias relacionadas con la hechicería, mitología y demases como algo absurdo, es decir, ¿se pueden considerar esas historias como verídicas? En un mundo invisible puede que sí. Que los dragones sostengan una ardua batalla contra dioses o caballeros mitad hombre-caballo; que la magia controle el elíxir de la vida juzgando quiénes merecen vivir; que monstruos rapten a bellas doncellas, desatando la ira de un joven cortesano; que con un dedo se pueda controlar el movimiento del mar, y con otro la felicidad, no son más que anécdotas enterradas en un arcaico libro. El que recree estos sucesos en nuestro presente, merecerá todos mis respetos; el que no, y esté familiarizado con las fábulas mencionadas, será caracterizado como un desquiciado.
A pesar de mi discrepancia, siento que perfectamente podría haber existido en los tiempos mitológicos. Habría desafiado a quienes se jactaban de bestias descomunales, aquellos que atentaban con la tranquilidad de un pueblo desatando una desesperación colectiva digna de un cuento que leí hace bastante tiempo. Sin duda alguna, nuestros antepasados debieron ser valientes para batallar con brujas en la temible oscuridad. Mala suerte que no conocí a ni uno para corroborarlo. Sin embargo, hubo un suceso que marcó mi percepción actual. Desde mi niñez fui sumamente curioso. Me cuestionaba hasta al más mínimo detalle, y mi padre sabiamente trataba de encontrar hasta la más recóndita respuesta. Él amaba la lectura, poseía una gran cantidad de libros y yo me asombraba de su basto conocimiento. Hasta que un día, por simple curiosidad, hojeé uno de sus antiguos libros, la Historia de la Biblia, de Stackhouse. Sabía que era uno de sus favoritos porque siempre acudía a su lectura. Observé cada lámina, las cuales representaban cabalmente la realidad, pero no eran más que unas simples imágenes, totalmente desligadas de cierta credibilidad. Traté de imaginarme aquellos sucesos, pero fui incapaz. Quizás fue por mi poco conocimiento acerca de esos temas, pero mi precoz observación de la realidad fue la razón de mi escepticismo. Desde allí que decidí no cuestionarle nada a mi padre, atinando a responder mis inquietudes leyendo periódicos u observando a mí alrededor.
Después de aquel momento adquirí una seguridad y tranquilidad mental sumamente envidiables para mi corta edad. La soledad de la noche y la oscuridad no eran problema para mí. Desde mi ventana observaba el paisaje sin temor de que apareciera una bruja que me raptase. El sueño para mí era la conexión entre ficción y realidad, el filtro entre la mitología y mi escepticismo. Muchas veces soñé con dragones y seres abominables, que aparecía en una torre lleno de pasadizos inconclusos, los cuales tenía que superar para batallar con mis enemigos. Por alguna casualidad, siempre logré salir victorioso de todas mis peripecias. Es por eso que asocié
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