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Coleccion De Poemas


Enviado por   •  28 de Enero de 2014  •  384 Palabras (2 Páginas)  •  292 Visitas

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Gabriela Mistral

DESPERTAR

Dormimos, soñé la Tierra

del Sur, soñé el Valle entero,

el pastal, la viña crespa,

y la gloria de los huertos.

¿Qué soñaste tú mi Niño

con cara tan placentera?

Vamos a buscar chañares

hasta que los encontremos,

y los guillaves prendidos

a unos quioscos del infierno.

El que más coge convida

a otros dos que no cogieron.

Yo no me espino las manos

de niebla que me nacieron.

Hambre no tengo, ni sed y

sin virtud doy o cedo.

¿A qué agradecerme así

fruto que tomo y entrego?

Rubén Darío

MARGARITA

¿Recuerdas que querías ser una Margarita

Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,

cuando cenamos juntos, en la primera cita,

en una noche alegre que nunca volverá.

Tus labios escarlatas de púrpura maldita

sorbían el champaña del fino baccarat;

tus dedos deshojaban la blanca margarita,

«Sí... no... sí... no...» ¡y sabías que te adoraba ya!

Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías;

tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;

tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.

Y en una tarde triste de los más dulces días,

la Muerte, la celosa, por ver si me querías,

¡como a una margarita de amor, te deshojó!

Antonio Machado

LOS SUEÑOS

El hada más hermosa ha sonreído

al ver la lumbre de una estrella pálida,

que en hilo suave, blanco y silencioso

se enrosca al huso de su rubia hermana.

Y vuelve a sonreír porque en su rueca

el hilo de los campos se enmaraña.

Tras la tenue cortina de la alcoba

está el jardín envuelto en luz dorada.

La cuna, casi en sombra. El niño duerme.

Dos hadas laboriosas lo acompañan,

hilando de los sueños los sutiles

copos en ruecas de marfil y plata.

José Martí

DENTRO DE MI

Dentro de mí hay un león enfrenado:

De mi corazón he labrado sus riendas:

Tú me lo rompiste: cuando lo vi roto

Me pareció bien enfrenar a la fiera.

Antes, cual la llama que en la estera prende,

Mi cólera ardía, lucía y se apagaba:

Como del león generoso en la selva

La fiebre se enciende; lo ciega y se calma.

Pero, ya no puedes: las riendas le he puesto

Y al juicio

...

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