Con La Lengua
Enviado por jorge_arellano95 • 10 de Noviembre de 2012 • 1.245 Palabras (5 Páginas) • 990 Visitas
Comentario comparativo de “La bondad de la palabra” e “Identidad y orden idiomático. Buenas y malas palabras”
El domingo 09 de mayo de 1999, en la columna “Con la lengua” publicada en el periódico El Nacional, apareció el texto “La bondad de la palabra.” En él, Alexis Márquez Rodríguez traía a colación una anécdota de una de sus clases en la que una estudiante se negaba a leer la frase “hablando paja” por considerar este sustantivo obsceno. A partir de este ejemplo, entre otros que presenta Márquez, el autor aborda lo que se ha denominado “buena y mala palabra”. Ante ello, plantea que las “buenas” y “malas” palabras no existen, tampoco las obscenas, en el sentido en que generalmente se entienden estos adjetivos. Valga la alusión, nuevamente a la anécdota mencionada para completar la enunciación de la tesis de Márquez. La estudiante no leía la frase por asociarla con otra, la de “hacerse la paja”, considerada obscena y vulgar por decir coloquialmente que alguien se está masturbando. Se observa en este ejemplo, una valoración determinada asignada por la joven al vocablo “paja” en un contexto en el que era imposible, según el autor, leerla con una connotación sexual y, por tanto, “mala”, “obscena” para esta chica. Este caso le permite a Márquez ilustrar el hecho de que es el prejuicio de los hablantes el que le da o no una valoración específica a la palabra.
Desde un lugar de enunciación autorizado como el de Alexis Márquez Rodríguez, también se pronuncia al respecto Luis Barrera Linares. Ambos catedráticos, lingüistas e individuos de número de la Real Academia Española, sección venezolana, están sumamente interesados en el habla del venezolano. El segundo publicó en 2005 “Identidad y orden idiomático. Buenas y malas palabras” en la extinta revista cultural Veintiuno (abril- mayo). En él, plantea cómo la lengua y sus variedades locales van cambiando a partir de las transformaciones de los grupos humanos y de las modificaciones de sus dinámicas sociales. Además de esto, reflexiona sobre lo que significa hablar adecuadamente para que el lector caiga en cuenta de que ello consiste en expresarse en el momento preciso, reconociendo al interlocutor y utilizando las palabras idóneas para transmitir el mensaje deseado. De allí que el adjetivar como bueno o malo a una palabra o un hablante limita a quien determina ese sustantivo y lo excluye de situaciones comunicativas determinadas.
Sorprende que seis años después de la publicación del artículo de Márquez y cuarenta y nueve de que se editara el libro Buenas y malas palabras en el castellano de Venezuela (Caracas-Madrid, Ediciones Edime,1956) de Ángel Rosenblat, aparezca, en pleno siglo XXI, otro texto que aborde ese asunto. Pero asombra más que los venezolanos sigan catalogando a las palabras y a los hablantes como buenos y malos. Por ello, Márquez Rodríguez y Barrera Linares vuelven sobre este tema. Muchos años han transcurrido entre el texto de Rosenblat y los de Márquez y Barrera. Por eso, para este último es tan importante dejar atrás la palabra castellano y hacer énfasis en que “…el nombre castellano… suena ya un poco a anacronismo…” (Barrera, 2005) porque el español es la denominación actualmente dada a la “Lengua común de España y de muchas naciones de América, hablada también como propia en otras partes del mundo” (acepción 3 de la entrada “español” del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE)).
Ambos autores parten del caso venezolano y lo abordan para estudiar las realizaciones concretas de la lengua. Por su parte, Márquez construye casi toda su reflexión sobre la bondad de la palabra haciendo referencia a usos específicos de determinados vocablos en el contexto venezolano, sin dar cuenta detallada de éste. En cambio, Barrera dedica buena parte de su texto a explicar en qué consiste hablar español de Venezuela. Hay un gran interés en él por
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