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Critica A La Razon Pura De Kant


Enviado por   •  5 de Julio de 2015  •  4.091 Palabras (17 Páginas)  •  260 Visitas

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CAPITULO I

NIETZSCHE

Nietzsche cree que en todas las cosas encontramos un afán por la existencia, desde el mundo inorgánico hasta el mundo humano, pasando por todos los distintos niveles de seres vivos. Todas las cosas son expresión de un fondo primordial que pugna por existir y por existir siendo más.

En los años previos al acceso de locura que le sobrevino en 1890, Nietzsche redactó lo que consideraba iba a ser su obra más acabada, que pensaba titular precisamente “La voluntad de poder”. Nietzsche nos presenta su noción de ser, su “metafísica”.

Nietzsche veía en los instintos una fuerza que iba más allá del sólo impulso a sobrevivir, protegerse y reproducirse de todos los seres vivos, de sólo ser esto la vida se estancaría. La supervivencia era una de las consecuencias de un deseo aún mayor, impulso hacia una supervivencia, un deseo perpetuo de todo ser vivo por ir más allá de todos, el todo y hasta más allá de sí mismo, más allá de la muerte. Este impulso irracional o deseo perpetuo por expandirse impreso en cada ser es lo único que da sentido a la existencia, paradójicamente «razón de ser» y es la fuerza principal dentro de la visión trágica de Nietzsche.

LA VOLUNTAD DE PODER

La muerte de Dios como reconocimiento de ausencia de sentido es la condición para que pueda surgir la presencia del devenir que no ha de justificarse fuera de sí por ningún sentido trascendente. Esta nueva perspectiva, que es la del superhombre, es la que se expresa como voluntad de poder o esencia de la vida, y como pluralidad de perspectivas. Pero la voluntad de poder de Nietzsche se opone a la mera voluntad de vivir de Schopenhauer. Para este último autor la voluntad (de vivir) es un ciego impulso cósmico irracional que domina toda la naturaleza y se manifiesta en todos sus dominios, persiguiendo solamente su perpetuación. Por ello, Schopenhauer considera la necesidad de apartarse de este impulso y renunciar a él a la manera del ascetismo budista. Para Nietzsche la posición pesimista de Schopenhauer es todavía expresión de una actitud reactiva y resentida contra la vida. El impulso vital es expresión de la voluntad de poder, que siempre aspira a más. La vida, entonces, es un caso particular de este vasto impulso que es la voluntad de poder, concebido por Nietzsche, a la vez, como biológico, orgánico y -en la medida en que la cultura no sea ya reacción contra la vida- expresión de la consumación y superación del nihilismo. Toda fuerza impulsora es voluntad de poder que, en este sentido, es la esencia misma del ser, y que, como principio afirmador, está situado más allá del bien y del mal. Esta noción, pues, carece de cualquier clase de connotación política. No se trata de un deseo de poder político, o de un afán de dominio social, sino que expresa solamente el dinamismo del cual la vida es su manifestación, no sometido a ningún poderío exterior, a ningún dios, ni a ningún valor superior al de la propia vida. La voluntad de poder no consiste en ningún anhelo ni en ningún afán de apoderarse de nada ni de dominar a nadie, sino que es creación; es el impulso que conduce a hallar la forma superior de todo lo que existe.

Nietzsche ve a la muerte de Dios como la gran posibilidad. Ahora el hombre puede crear libremente sus valores y dotar de sentido al mundo, sin necesidad de hacerlo de un modo encubierto, sin necesidad de pretender que esos valores que él crea tiene un respaldo divino o trascendente.

Nietzsche lucha contra la Metafísica, contra su error dos veces milenario. Por ello se propone lograr la inversión de la Metafísica, mostrando que el mundo que la Metafísica calumniaba y consideraba sólo aparente es el único verdadero y que aquel mundo que la Metafísica presentaba como real, eterno y arquetípico no era sino "la gran mentira".

Las características que parece tener para él la realidad, el ser (por lo tanto, la voluntad de poder) son las siguientes:

• irracionalidad: la razón es sólo una dimensión de la realidad, pero no la más verdadera ni la más profunda; y ello tanto en el sentido de que en el hombre la razón no tiene –ni debe tener– la última palabra, puesto que siempre está al servicio de otras instancias más básicas como los instintos o la mera eficacia en el control de la realidad (es decir su mera utilidad, que no su verdad), como en el sentido de que el mundo mismo no es racional: nosotros lo creemos racional, intentamos someter a un orden y a una legalidad lo que en sí mismo no es otra cosa que caos, multiplicidad, diferencia, variación y muerte;

• inconsciencia: la fuerza primordial que determina el curso de todas las cosas no es consciente, aunque esporádica y fugazmente se manifiesta de este modo precisamente en nosotros, los seres humanos; pero incluso en este caso la consciencia no tiene carácter sustantivo, ni crea un nivel de realidad nuevo o independiente. Nietzsche considera la consciencia como algo superfluo, que perfectamente podría no darse y que de ningún modo añade mayor perfección ni realidad;

• falta de finalidad: las distintas manifestaciones que toman las fuerzas de la vida, sus distintas modificaciones, los resultados de su actuación, no tienen ningún objetivo o fin, no buscan nada, son así pero nada hay en su interior que les marque un destino. Dado que lo que nosotros percibimos, y que todo con lo que tratamos (objetos físicos, mundo espiritual, social y cultural) es expresión de esta realidad sin sentido, Nietzsche declara con ello el carácter gratuito de la existencia (tesis totalmente idéntica al existencialismo sartriano para el que todo ente “está de más”);

• impersonalidad: es una consecuencia de las dos características anteriores (inconsciencia y ausencia de conducta final o intencional); esta fuerza no puede identificarse con un ser personal –mucho menos puede pensarse que con ella Nietzsche intenta introducir sutilmente la noción de Dios–; incluso los textos sugieren que en realidad tenemos propiamente un cúmulo de fuerzas, no una básica que supuestamente esté a la base de todas las visibles; un cúmulo de fuerzas que buscan la existencia y el ser más, compitiendo en dicho afán entre sí, enfrentándose y aniquilándose.

la “metafísica” de Nietzsche, su teoría del “ser”, en la medida en que son una interpretación de lo que de modo ingenuo o habitual o naturalmente experimentamos. Si alguien nos pregunta qué vemos, le indicamos que vemos un perro, o una mesa, o una persona, pero no una fuerza o la citada voluntad de poder. Nietzsche argüiría que en realidad su interpretación no es otra cosa que una reconstrucción de una experiencia originaria, alegaría que nuestras interpretaciones habituales, espontáneas, naturales, en realidad están impregnadas de teoría, son

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