DIMENSION ESTÉTICA DEL HOMBRE
Enviado por lechugo • 3 de Febrero de 2013 • 1.750 Palabras (7 Páginas) • 3.354 Visitas
INTRODUCCIÓN
Podemos asociar a cada persona una dimensión espacial, es decir, podemos describirla, como al espacio, mediante tres variables matemáticas: X, Y, Z. Diremos que cada hombre tiene una dimensión estética (X), una dimensión intelectual (Y) y una dimensión ética (Z). De ahí que la educación debe tratar de dar un desarrollo equilibrado de estas tres dimensiones del hombre.
Los sentimientos están asociados al comportamiento ético, y constituyen los valores más importantes del hombre. Wolfgang Goethe, para afirmar la superioridad de los sentimientos respecto del intelecto, dijo: “Lo que yo sé, todos pueden saberlo, pero el corazón es sólo mío”. En cambio, el destacado filósofo y matemático René Descartes, quizás justificando su soltería, expresó: “He preferido la verdad a la belleza”.
Podemos caracterizar a todo ser humano, incluso a todo grupo social, mediante estos tres aspectos: estético, ético e intelectual, ya que existe cierta independencia entre los mismos. Esto se debe a que existen personas de reconocida belleza exterior, pero con pocos valores éticos e intelectuales, o bien personas con reconocida belleza interior, pero con pocos atributos físicos e intelectuales, y así todas las demás posibilidades. El hombre plenamente adaptado al orden natural será el que tenga un desarrollo equilibrado de los tres aspectos.
DIMENSIONES DEL SER HUMANO
2.1 DIMENSION ESTÉTICA.
No existe el «homo aesteticus», pero sí hay una dimensión estética del hombre. El ser humano es un animal sediento de belleza. Desde las Cuevas de Altamira, en España, en donde unos hombres primitivos (nues¬tros ancestros) sintieron la inaplazable necesidad de embellecer su habi¬tación natural -cosa que ningún otro animal hizo-, hasta nuestros días, en los cuales hasta la más humilde persona de un barrio modesto siente la necesidad de embellecer su casa, en las más variadas formas, los hombres presentan una constante histórica: su dimensión estética, su sed de belleza.
El significado del término estético fue determinado en la segunda mitad del siglo XVIII.
En la filosofía de Kant, el antagonismo básico entre el sujeto y el objeto se refleja en la dicotomía entre las facultades mentales: la sensualidad y el intelecto (la comprensión); el deseo y el conocimiento, la razón práctica y la teórica.
La razón práctica constituye la libertad bajo reglas morales dadas por el hombre mismo para alcanzar fines (morales); la razón teórica la constituye la naturaleza bajo las leyes de la causalidad.
El campo de la naturaleza es totalmente diferente del campo de la libertad: ninguna autonomía subjetiva puede irrumpir dentro de las leyes de la casualidad y ningún dato de los sentidos puede determinar la autonomía del sujeto (porque de otra manera el sujeto no sería libre). Sin embargo, la autonomía del sujeto existe para tener un «efecto» en la realidad objetiva y los fines que el sujeto establece para sí mismo deben ser reales. Así, el campo de la naturaleza debe ser susceptible a la legislación de la libertad; debe existir una dimensión intermedia en la que los dos se encuentran,
Una tercera «facultad» debe mediar entre la razón teórica y la práctica una facultad que trae consigo una «transición» del campo de la naturaleza al de la libertad y liga las facultades altas y bajas. Aquella que corresponden al deseo y aquellas que corresponden al conocimiento. Esta tercera facultad es la del juicio.
Una división tripartita de la mente yace bajo la dicotomía inicial. Mientras la razón teórica (la comprensión) provee los principios de conocimiento a priori, y la razón práctica los del deseo (la voluntad), la facultad de juicio media entre los dos gracias a las sensaciones de dolor y placer. Combinado con la sensación de placer. El juicio es estético, y su campo de aplicación es el arte.
Abreviada crudamente, ésta es la derivación clásica de la función estética de Kant en su introducción de la Crítica del juicio. La oscuridad de su exposición se debe en gran parte al hecho de que mezcla el significado original de estético (perteneciente a los sentidos) con la nueva connotación (perteneciente a la belleza, especialmente en el arte), que había triunfado definitivamente durante el propio período de Kant. Aunque este esfuerzo por recapturar el contenido irreprimido se agota en sí mismo dentro de los rígidos límites establecidos por su método trascendental, su concepción provee todavía la mejor guía para comprender el panorama total de la dimensión estética.
En la Crítica del juicio, la dimensión estética y el correspondiente sentimiento de placer aparecen no sólo como una tercera dimensión y facultad de la mente, sino como su centro, como el medio a través del cual la naturaleza llega a ser susceptible a la libertad, la necesidad a la autonomía. En esta mediación, la dimensión estética es «simbólica». El famoso párrafo 59 de la Crítica es titulado: De la belleza como símbolo de la moral.
En el sistema de Kant, la moral es el campo de la libertad, en el que la razón práctica se realiza a sí misma bajo leyes que ella misma se da. La belleza simboliza este campo en tanto que demuestra intuitivamente la realidad de la libertad. Puesto que la libertad es una idea a la que no puede corresponder ninguna percepción de los sentidos, tal demostración sólo puede ser «indirecta», simbólica, per analogiam, esta extraña
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