DOCTRINA TRASCENDENTAL DE LOS ELEMENTOS DE KANT

El autor inicia esta introducción explicando que nuestro conocimiento se origina en dos fuentes fundamentales del espíritu. La primera es la facultad de recibir representaciones o sea la receptividad de las impresiones. La segunda a su vez es la facultad de conocer un objeto mediante esas representaciones.

El autor dice que los elementos que constituyen todo nuestro conocimiento son la intuición y los conceptos. Estos a su vez son empíricos, cuando una sensación está contenida en ellos o bien son puros, cuando con la representación no se mezcla sensación alguna. Sólo intuiciones puras o conceptos puros son posibles a priori; conceptos o intuiciones empíricas sólo son posibles a posteriori.

Nuestra naturaleza lleva consigo que la intuición no pueda ser nunca más que sensible, es decir, que encierre sólo el modo como somos afectados por objetos. En cambio, explica el autor, es el entendimiento la facultad de pensar el objeto de la intuición sensible. Ninguna de estas propiedades ha de preferirse a la otra. Sin sensibilidad, no nos sería dado objeto alguno; y sin entendimiento, ninguno sería pensado.

Kant hace una distinción entre la ciencia de las reglas de la sensibilidad en general (la estética) y la ciencia de las reglas del entendimiento en general (la lógica). La lógica, nos explica el autor, puede tomarse en dos sentidos bien como lógica del uso general del entendimiento (las reglas de pensar), o como lógica del uso particular del mismo.

Una lógica general, pero pura, tiene sólo que ocuparse de principios a priori y es un canon del entendimiento y de la razón; pero sólo por lo que se refiere a la parte formal de su uso, sea el contenido el que quiera (empírico o transcendental). Por su parte, la lógica general se llama luego aplicada cuando se refiere a las reglas del uso del entendimiento, bajo las condiciones subjetivas empíricas que nos enseña la psicología.

Para Kant, en la lógica general, la parte que ha de constituir la doctrina pura de la razón debe separarse enteramente de la parte que constituye la lógica aplicada (aunque siempre general). Y dice entonces que la primera sola es propiamente ciencia.

Igualmente nos explica que la lógica aplicada es una representación del entendimiento y de las reglas de su uso bajo las condiciones contingentes del sujeto y que semejante ciencia, que determinase el origen, la extensión y la validez objetiva de esos conocimientos, tendría que llamarse lógica transcendental, porque no trata sino de las leyes del entendimiento y de la razón. Aclara sin embargo, que esto se aplica solamente en cuanto son referidas a objetos a priori y no, como la lógica general, a los conocimientos racionales, empíricos o puros, sin distinción.

Continua el autor dando una definición nominal de la verdad diciendo que esta se refiere a “la coincidencia del conocimiento

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