DSI y Principio Personalista
Enviado por CieloWongFalla • 20 de Noviembre de 2013 • Ensayo • 2.050 Palabras (9 Páginas) • 474 Visitas
I. DSI y Principio Personalista
105. La Iglesia ve en el hombre, en cada ser humano, la imagen viva de Dios mismo; imagen que encuentra su plena razón de ser en el misterio de Cristo, Imagen perfecta de Dios.
A este hombre, que ha recibido de Dios mismo una incomparable e inalienable dignidad, es a quien la Iglesia se dirige y le presta el servicio más alto… recordándole constantemente su altísima vocación: Cristo, Hijo de Dios, “con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre” (GS 22).
106. Toda la vida social es expresión de su inconfundible protagonista: la persona humana. La Iglesia en múltiples ocasiones y de diversas maneras, ha reconocido y afirmado la centralidad de la persona humana en todos los ámbitos y manifestaciones de la sociabilidad…
Este importante reconocimiento se expresa en la afirmación de que “lejos de ser un objeto y un elemento puramente pasivo de la vida social”, el hombre “es, por el contrario, y debe ser y permanecer, su sujeto, su fundamento y su fin”…
107. Toda la doctrina social se desarrolla a partir del principio que afirma la inviolable dignidad de la persona humana... la Iglesia ha buscado, tutelar la dignidad humana frente a todo intento de proponer imágenes reductivas y distorsionadas; además, ha denunciado repetidamente sus muchas violaciones.
II. La persona humana: “imago Dei”
108. El mensaje fundamental de la Sagrada Escritura anuncia que la persona humana es criatura de Dios (cf Sal 139,14-18) y la distingue en su ser a imagen de Dios: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó” (Gn 1,27).
109. Entre todas las criaturas del mundo visible, en efecto, sólo el hombre es “"capaz" de Dios” (“homo est Dei capax”). La persona humana es un ser personal creado por Dios para la relación con Él, que sólo en esta relación puede vivir y expresarse, y que tiende naturalmente hacia Él.
110-111. El hombre, en efecto, no es un ser solitario, ya que “por su íntima naturaleza, es un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades, sin relacionarse con los demás”. A este respecto resulta significativo el hecho de que Dios haya creado al ser humano como hombre y mujer… El hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor:…ambos, en su diversidad, son imagen de Dios…
112: El hombre y la mujer están en relación con los demás ante todo como custodios de sus vidas: “a todos y a cada uno reclamaré el alma humana” (Gn 9,5)… Desde esta perspectiva, la relación con Dios exige que se considere la vida del hombre sagrada e inviolable. El quinto mandamiento: “No matarás” (Ex 20,13; | Dt 5,17) tiene valor porque sólo Dios es Señor de la vida y de la muerte…
113. Con esta particular vocación a la vida, el hombre y la mujer se encuentran también frente a todas las demás criaturas. Ellos pueden y deben someterlas a su servicio y gozar de ellas, pero su dominio sobre el mundo requiere el ejercicio de la responsabilidad, no es una libertad de explotación arbitraria y egoísta. Toda la creación, en efecto, tiene el valor de “cosa buena” (cf. Gn 1,10.12.18.21.25) ante la mirada de Dios, que es su Autor. El hombre debe descubrir y respetar este valor
114. El hombre está también en relación consigo mismo y puede reflexionar sobre sí mismo… Cuando escucha la aspiración profunda de su corazón, todo hombre no puede dejar de hacer propias las palabras de verdad expresadas por S. Agustín: “Tú lo estimulas para que encuentre deleite en tu alabanza; nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti”.
El drama del pecado:
115-116: El origen de todas las heridas contra la dignidad humana en la sociedad es el Pecado Original y cada pecado: La consecuencia del pecado, en cuanto acto de separación de Dios, es precisamente la alienación, es decir la división del hombre no sólo de Dios, sino también de sí mismo, de los demás hombres y del mundo circundante.
117. El misterio del pecado comporta una doble herida, la que el pecador abre en su propio flanco y en su relación con el prójimo. Por ello se puede hablar de pecado personal y social: todo pecado es personal bajo un aspecto; bajo otro aspecto, todo pecado es social, en cuanto tiene también consecuencias sociales… Algunos pecados “sociales”: injusticias a la persona o la comunidad, atentar contra la vida (incluye el no-nacido), contra la libertad y el honor del prójimo, etc.
119. Las consecuencias del pecado alimentan las estructuras de pecado. Estas tienen su raíz en el pecado personal y, por tanto, están siempre relacionadas con actos concretos de las personas, que las originan, las consolidan y las hacen difíciles de eliminar. Es así como se fortalecen, se difunden, se convierten en fuente de otros pecados y condicionan la conducta de los hombres…
La universalidad de la salvación:
120. La doctrina de la universalidad del pecado no se debe separar de la conciencia de la universalidad de la salvación en Jesucristo. Si se aísla de ésta, genera una falsa angustia por el pecado y una consideración pesimista del mundo y de la vida, que induce a despreciar las realizaciones culturales y civiles del hombre.
121. Jesús es al mismo tiempo el Hijo de Dios y el nuevo Adán, es decir, el hombre nuevo (cf. 1 Co 15): “Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”.
122. …La realidad nueva que Jesucristo ofrece no se injerta en la naturaleza humana, no se le añade desde fuera; por el contrario, es aquella realidad de comunión con el Dios trinitario hacia la que los hombres están desde siempre orientados en lo profundo de su ser, gracias a su semejanza…con Dios; pero se trata también de una realidad que los hombres no pueden alcanzar con sus solas fuerzas.
III. La persona humana y sus múltiples dimensiones
124-126: Iluminada por la Biblia, la Iglesia busca captar las facetas más importantes del misterio y dignidad de la persona, por esto se opone a concepciones reductivas del ser
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