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Debemos Quemar A Descartes


Enviado por   •  20 de Agosto de 2014  •  862 Palabras (4 Páginas)  •  351 Visitas

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¿Debemos Quemar a Descartes?

INTRODUCCIÓN

En el artículo “¿Debemos Quemar a Descartes?” Gérard Defives presenta algunas objeciones sobre el artículo “Esquema de una posición onto-epistemológica” realizado por Ramses Fuenmayor. Defives dice que Fuenmayor quiere ver la ciencia cartesiana como todo lo opuesto al enfoque de sistemas, también cita de descartes: “Mon dessein n’est pas d’enseigner ici la méthode que chacun doit suivre por bien conduire sa raison, mais seulement de faire voit en quelle sorte j’ai tâché de conduire la mienne. Ceux qui se mêlent de donner der préceptes se doivent estimer plus habiles que deux auquel ils les donnent; et s’ils manquent la moindre chose, ils en sount blâmables” (“Mi propósito no es enseñar aquí el método que cada uno debe seguir para bien conducir su razón, sino sólo mostrar de qué manera intenté conducir la mía. Aquellos que pretenden dar preceptos deben estimarse más capaces que estos a quienes se les dan; y si fallan en la menor cosa, son censurables”) y basándose en esto dice que Descartes admitía que pueden existir otras vías de descubrimiento distintas a las de su propio método. Además de lo anterior Defives dice que el método cartesiano encuentra su mejor campo de aplicación en la matemática, no puede aplicarse en todas las áreas y que no se opone al empirismo: es su complemento natural.

A continuación explicaremos las objeciones que presentó Defives respecto a algunas afirmaciones de de Fuenmayor en su artículo, en particular en lo que se refiere a la crítica de la “Ciencia Analítica Cartesiana”.

¿Debemos quemar a Descartes?

Haciendo un poco de historia René Descartes Fue un filósofo, matemático y científico francés, Descartes tituló una de sus obras como Discurso del método con una finalidad precisa. En una carta que dirige a Marin Mersenne le explica que la ha titulado Discurso y no Tratado para poner de manifiesto que no tenía intención de enseñar, sino sólo de hablar. Con esto Descartes trata de alejarse de cualquier problema que pudiese surgir con sus contemporáneos por las ideas vertidas en esta obra y además escapa así de una posible condena eclesiástica como había ocurrido poco tiempo antes con Galileo y cuyas ideas Descartes no consideraba desacertadas.

En esos mismos tiempos el rector Voetius acusó a Descartes de ateísmo y de calumnia. Los magistrados intervinieron, mandando quemar por el verdugo los libros que contenían la nefasta doctrina. La intervención del embajador de Francia logró detener el proceso. Pero Descartes tuvo que escribir y solicitar en defensa de sus opiniones, y aunque al fin y al cabo obtuvo reparación y justicia, esta lucha cruel, tan contraria a su modo de ser pacífico y tranquilo, acabó por hastiarle y disponerle a aceptar

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