Deleuze desde el vitalismo, entiende que el pensamiento parte de la vitalidad, desde un impulso vital, como un propulsor sombrío de donde brota la existencia.

Deleuze desde el vitalismo, entiende que el pensamiento parte de la vitalidad, desde un impulso vital, como un propulsor sombrío de donde brota la existencia.

Proyecta el pensamiento en un plano triada de inmanencia, consistencia y univocidad para determinar lo infinito, lo indeterminado.

Este plano que es infinito y absoluto es inmanente sobre el caos, donde nada falta y sirve como base de pensamiento.

El pensamiento funciona en un plano que predica univocidad con el principio de la lógica, es decir delimita en un plano univoco lo equivoco, lo que tiene muchos sentidos.

Se nutre del caos el pensamiento y da consistencia a lo inconsistente, a lo indeterminado, el pensamiento se mueve en lo impensado, donde no hay ejes, ni centro, ni trascendencia, sino un plano inmanente.

Deleuze distingue dos momentos simultáneos:

1. Una síntesis pasiva, donde el sujeto es impulsado y afectado por su vida orgánica a la contemplación.
2. Una síntesis activa, producto del propulsor sombrío, donde el “yo” se proyecta el hacia el mundo y se produce la conceptualización, una nueva imagen del pensamiento.

ESPINOZA

Una cosa no puede causar otra si nada tienen en común entre sí. Las substancias se diferencian por sus atributos (por lo que no tienen nada tienen en común), por lo tanto: Una substancia no puede ser producida por otra. Ergo: Una substancia es causa de sí y existe.

Espinoza usando su método deductivo (matemático, axiomático, etc) demuestra en la proposición 8 que no existe más que una única substancia infinita con el mismo atributo.

(De la que más tarde, en la proposición 11 llamará Dios: substancia con infinitos atributos, que existe necesariamente.)

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