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Desborde Popular


Enviado por   •  13 de Mayo de 2014  •  2.963 Palabras (12 Páginas)  •  524 Visitas

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Una revisión de «Desborde popular»

Posted on 18 mayo, 2011 por Fabrizio Tealdo Zazzali

Descifradas a partir de los esquemas mentales y afectivos que constituyen la «cultura» propia (en el sentido antropológico) de las comunidades que las reciben, las obras se tornan, en reciprocidad, una fuente preciosa para reflexionar sobre lo esencial: a saber, la construcción del lazo social, la conciencia de la subjetividad, la relación con lo sagrado.

Roger Chartier

Desborde popular y crisis del Estado (1984) es uno de los ensayos más aplaudidos y sin duda de los más difundidos del Perú. Cuenta con decenas de ediciones, varias reimpresiones, a lo que se suma el relanzamiento en 2004 por parte del Congreso de una nueva versión: Desborde popular y crisis del Estado. Veinte años después. En esta última edición —reeditada por El Comercio en 2010—, se añaden unas apostillas donde el autor analiza la situación de la nueva Lima y se profundiza el análisis con nuevas estadísticas. A pesar de que la realidad contradice sus proposiciones —sería mejor decir deseos—, el autor insiste en señalar que el sistema actual es injusto; luego repasaremos esto en detalle.

Considero que la realidad peruana de los últimos años expone con claridad que lo señalado por Matos Mar en 1984 y veinte años después es falso en esencia; se nota desde el inicio del libro, ya que la población limeña, en vez de hallar su propia vía hacia el socialismo —así reza la introducción del famoso ensayo—, lo hizo hacia el liberalismo, mucho más cerca de los postulados de Hernando de Soto en El otro sendero, ensayo publicado poco después de Desborde popular, en 1986, quizá como una respuesta liberal al predicado socialista de Matos Mar; no me cabe duda de que la inclinación liberal de El otro sendero es el factor clave que explica el que no haya recibido el espaldarazo de la intelectualidad peruana, pero afortunadamente sí el de la crítica internacional. Por cierto, en la edición del Congreso se suman algunos epígrafes laudatorios de la obra, lo que se traduce como un homenaje del Estado y de la intelectualidad peruana al autor.

Los motivos de la difusión y consideración especial de Desborde popular… son los conocidos: realiza un diagnóstico acertado de la situación y condición de los nuevos limeños; establece con claridad el impacto que ello suscitó para el precario Estado peruano, que no pudo asimilar a esta población y terminó marginándola en la informalidad, realizando respuestas retrógradas y desesperadas que no hacían más que aumentar la crisis en la que se encontraba inmerso; describe y analiza con claridad la dinámica y situación de la nueva población informal y marginal, la que, siguiendo la definición de Rómulo Arellano, con su voluntad migratoria peruanizó Lima —calificación más amplia que la de Matos Mar, que habla de andinización—; los datos estadísticos son puntuales, concretos y acertados, y le brindan a la obra un marco de profundidad sobre la nueva realidad histórica del país y la centralización creciente.

Pero a los motivos evidentes del éxito hay que añadir los lugares comunes en los que cae la inclinación ideológica y argumentativa del autor, de claro acento socialista, los cuales fueron asimilados por los lectores como diagnósticos certeros cuando en realidad están más cerca de la ficción que del análisis objetivo de la realidad. De ahí la cita de Chartier elegida para abrir esta nota, ya que resulta claro que esta obra fue recibida como una pieza brillante, lo que explica su condición de best seller editorial a pesar de las contradicciones argumentativas, las falacias discursivas y las mentiras comunes que la comunidad intelectual peruana recibió como una verdad inobjetable. ¿Por qué? ¿Cómo así los lectores no vieron los errores que resultan tan obvios? Pues porque el autor ofreció a la intelligentzia peruana lo que quería escuchar —en cierta medida comparable a los discursos populistas en política—, mas no realiza un análisis acertado, al menos no por completo, y más bien por momentos superpone al análisis acertado el deseo del autor, que es el deseo de la mayoría de intelectuales de izquierda, sus lectores. La intención de esta nota es presentar esos fragmentos, aclarando que no se exponen todos porque la reiteración aburre y no se busca atizar sobre la herida sino simplemente esbozar el esqueleto del cadáver.

Para comenzar, la tesis de la obra la expone el autor desde la introducción: señala que lo que en el fondo busca el dinamismo y creatividad de la nueva población limeña es su propio camino al socialismo. Como ya se señaló, y la realidad de las últimas décadas demuestra, la nueva población limeña no buscó el socialismo, sino todo lo contrario: se abrió camino por la libre empresa, el emprendimiento y el trabajo, es decir, buscaron el sendero liberal, aun cuando el Estado peruano los marginaba; el sendero informal, como señala De Soto, fue su opción.

Antes de entrar en la exposición de argumentos que consideramos fallidos, es necesario aclarar que el tono analítico de la obra muestra explícitamente que las divisiones y lucha de clases son el motor de la acción social. En la página 19[1] se lee:

«Es cierto que siempre ha habido cambios en la sociedad peruana, más intensos o menos, pero ellos, si bien fueron provocados en determinados periodos o coyunturas por la movilización popular, se produjeron dentro de límites que las clases dominantes y sus segmentos controlaron.

»Así como se reestructuraron los sistemas políticos y económicos mundiales, también lo fueron los referidos a la cultura y educación, debido al crecimiento de la comunicación. La expansión y difusión de la televisión y la extensión de las comunicaciones vía satélite no solo han acercado a los países, sino que hacen posible que, a través de la concentración del control hegemónico ejercido por algunas potencias, se promueva una mayor homogeneidad cultural basada en la trascendencia de valores orientados a reforzar la dominación. La intensa penetración de contenidos y valores, procedentes de la sociedad posindustrial cosmopolita, ahonda las distancias ya existentes entre la cultura de la élite y la de las masas, llevando las estructuras tradicionales a una grave crisis de recomposición y poniendo en tela de juicio las referencias de identidad de las culturas nacionales». (Páginas 43 y 44.)

El análisis histórico basado en teorías sociológicas sigue teniendo presencia en la intelectualidad peruana, lo que habla de un retraso evidente y un provincianismo con respecto a las nuevas tendencias, que han superado la presencia de Marx. Aunque el materialismo goza de virtudes analíticas, resulta peligroso y casi siempre desacertado el universalizar situaciones particulares

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