Discurso Sobre La Desigualdad
Enviado por PedroDanis23 • 16 de Febrero de 2013 • 1.581 Palabras (7 Páginas) • 557 Visitas
LA ECONOMÍA QUE NACIÓ TORCIDA
¿En qué medida el racismo, las injustas jerarquías surgidas de la
conquista y de la colonización, o el desencuentro de todos con el Estado
generaron en América Latina el caldo de cultivo para un desarrollo
económico tremendamente deficiente? Sin duda estos son factores
importantes, pero hay también un mar de fondo que tiene que ver con la
visión trasplantada por los españoles a América, de alguna manera
prolongada hasta nuestros días.
Vale la pena recordar una emblemática anécdota que ilustra el
problema con suficiente claridad. Los costarricenses estrenaron el siglo
XXI con una sorda lucha sindical destinada a impedir que el gobierno
flexibilizara muy moderadamente el monopolio estatal de teléfonos y
electricidad, permitiéndole asociarse con grandes empresas extranjeras
portadoras de capital y tecnología. La oposición a esa medida
.indispensable en el mundo actual. fue larga y destructiva.
No hay duda: en América Latina el gran debate económico de fines
del siglo XX y principios del XXI gira en torno al deslinde entre las
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esferas pública y privada. No era el costarricense un caso aislado. Por el
contrario: poco antes, en Colombia, había sucedido algo parecido. Y en
Guatemala, en El Salvador, en Uruguay o en Argentina: en rigor, en toda
América Latina. Invariablemente, la idea subyacente establecía que los
intereses de la sociedad siempre iban a estar mejor tutelados por el
Estado que por los codiciosos capitalistas, contradictoria conclusión en
sociedades que simultáneamente sostienen que el Estado es un pésimo,
corrupto y dispendioso administrador. Además .y aquí viene el
argumento patriótico con relación a las privatizaciones., cualquier
enajenación de los bienes públicos de producción es sólo una forma de
debilitar la fortaleza económica de la nación. La patria no sólo está
constituida por un territorio, una etnia (o varias), una tradición, unas
instituciones, una lengua (o varias), un vínculo espiritual, una memoria
histórica y un proyecto común, sino a eso se agregan, por razones no
muy claras, las centrales eléctricas, las comunicaciones, las minas, los
seguros, (a veces) los bancos, o ciertas fábricas, aunque funcionen
deficientemente. La clave radica en que a la empresa en cuestión pueda
colgársele el vaporoso calificativo de «estratégica» y la sociedad se
convenza de que es un peligro dejarla bajo el control de empresarios
incapaces de actuar responsablemente. La frase famosa del soldado
norteamericano Stephen Decatur .«mi patria con razón o sin ella». se
desdobla en una curiosa variante: «mi empresa nacional, que es la patria
con chimenea, aunque produzca poco y mal».
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¿Otras razones para oponerse a las privatizaciones? Por supuesto.
El costo de estos servicios .una vez en manos privadas. seguramente
aumentaría, y, probablemente, algunos empresarios nativos o
extranjeros se beneficiarían copiosamente, algo que repugna a la
sensibilidad general de los latinoamericanos, que prefieren que los
precios de los servicios públicos y los de los productos de primera
necesidad los fije el gobierno de una manera «justa», es decir,
subsidiándolos desde la tesorería general de la nación.
No hay en el universo latinoamericano demasiado aprecio por los
empresarios triunfadores o por los capitanes de industria. La lista de los
cien hombres más ricos del país casi siempre coincide milimétricamente
con los cien más odiados: se les suele culpar de la extendida pobreza que
padecen los latinoamericanos. Los millones que son indigentes y se
alimentan mal supuestamente son las víctimas de estos inescrupulosos
millonarios. Es lo que dice la izquierda, lo que se repite desde numerosos
púlpitos religiosos, lo que se asegura en las universidades. Ése es el
catecismo de todos los partidos populistas, y en América Latina casi
todas las fuerzas políticas, incluidas las conservadoras, recurren a ese
lenguaje y a esos esquemas de razonamiento.
¿Se sostienen esas críticas? Sí, muchas veces, pero tal vez no
exactamente por lo que afirman los detractores de la libre empresa. Lo
que generalmente funciona mal en América Latina no son el mercado y la
competencia, sino su ausencia. Lo censurable es la colusión constante
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entre empresarios y gobiernos para la venta de influencias y para la
adjudicación tramposa de contratos públicos. Los empresarios
latinoamericanos .con excepciones notables, naturalmente. desde hace
siglos han descubierto que el poder económico les da poder político y
capacidad de intriga para continuar enriqueciéndose, mientras los
gobernantes .también con plausibles excepciones. saben que el poder
político les da acceso al poder económico, lo que a su vez les multiplica
las oportunidades de aumentar el poder político. Son dos corrupciones
complementarias que se retroalimentan.
Pero el agrio debate sobre las privatizaciones es sólo una pieza
dentro de un panorama mucho más amplio y generalizado. La verdad es
que los latinoamericanos no tienen mucha estima por la economía de
mercado. En los mencionados ejemplos eran los sindicalistas y
numerosos usuarios los que se oponían
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