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EL AMBITO DE LA ÉTICA- ÉTICA COMO FILOSOFÍA MORAL


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2021  •  Ensayo  •  5.371 Palabras (22 Páginas)  •  348 Visitas

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REPÚPLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA[pic 1]

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL

SIMÒN RODRÍGUEZ

DECANATO DE EDUCACIÓN AVANZADA

NÚCLEO REGIONAL DE EDUCACIÓN AVANZADA CARACAS

Maestría Ciencias de la Educación

Unidad Curricular Filosofía de la Educación

Resumen

LA ÉTICA MÍNIMA – Adela Cortina

INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA PRÁCTICA

Participante:

Piña Karysmyr

C.I. N° 11.550.311

Caracas, febrero 2015

Resumen

LA ÉTICA MÍNIMA – Adela Cortina

  1. EL AMBITO DE LA ÉTICA- ÉTICA COMO FILOSOFÍA MORAL

     La Ética Mínima es un libro introductorio a la filosofía práctica,  escrito por Adela Cortina, destacada filosofa española ganadora del Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2007, Catedrática de Ética de la Universidad de Valencia y Directora de la Fundación ÉTNOR, Ética de los Negocios y las Organizaciones. La autora plantea  en principio que  la ética es incomprendida y que esta incomprensión es la que la está dejando sin un quehacer o sin una función.

     Esta confusión comienza a verse en bachillerato donde  la ética es vista como una competidora de la religión, dada como una especie de moral para los increyentes, pero sin serlo. La ética pluralista no debe inculcar un ideal del hombre propio de un grupo dominante, pero debe explicitar los mínimos morales que una sociedad democrática debe transmitir, sin renunciar a la vez a la propia humanidad.

     Cambiar el rótulo “moral” por el de “ética” no resuelve las cosas, sino el percatarse de que la moral democrática es una moral de mínimos y la ética es filosofía moral. No es tarea de la ética indicar a los hombres qué deben hacer. Tampoco los éticos deben convertirse en historiadores descomprometidos del pensamiento ajeno, analistas o científicos. La ética no puede prescindir de la moral, de la historia y del análisis lingüístico. Tiene su propio quehacer y puede llevarlo a cabo sólo como filosofía moral.ETICA COMO FILOSOFIA MORAL

     Luego de la evolución planteada el paso de la moral a la ética requiere un cambio de nivel reflexivo que dirige la acción de modo inmediato a una reflexión filosófica. La ética como filosofía de la acción tiene una tarea específica: ocuparse de lo moral en su especificidad sin limitarse a una moral determinada. Tiene que dar razón filosófica de lo moral: se ve obligada como reflexión filosófica a justificar teóricamente por qué hay moral y debe haberla o por qué no hay razón alguna para que la haya.

     Cortina misma subraya que el quehacer ético consiste en acoger el mundo moral en su especificidad y en dar reflexivamente razón de él, con objeto de que los hombres crezcan en saber acerca de sí mismos. Para esto, debe analizarse el perfil del ser humano con vocación ética, porque semejante quehacer requiere una vocación peculiar.

    ETICA COMO VOCACION El quehacer ético se sustenta en el interés moral y la fe en la misión de la filosofía. CORTINA ofrece la siguiente descripción de la persona con vocación ética: el ético vocacionado es el hombre al que verdaderamente preocupa el bien de los hombres concretos y que confía en que la reflexión filosófica puede contribuir esencialmente a conseguirlo.

     Quien ingresa en la comunidad científica movido por motivos sólo subjetivos, renuncia a seguir la lógica de la ciencia; él ético al que no preocupa el bien de los hombres renuncia a descubrir la lógica de la acción. Es posible penetrar en el mundo ético por móviles subjetivos tales como la necesidad, la oportunidad de la situación el afán de prestigio o la casualidad; pero, si únicamente estos objetivos son los motores de la reflexión, es imposible que el presunto filósofo de razón de la realidad, moral y desentrañe la lógica de la acción.

     Por hablar de la insatisfacción en que el positivismo y el cientificismo de todos los tiempos han sumido a la razón práctica. La razón moralmente desinteresada se cansa pronto en sus esfuerzos investigadores y cualquier solución parece satisfactoria si está en la línea del interés subjetivo puesto en marcha. La conciencia que nuestra época tiene de la moralidad no es unitoria.

    A través de ella se expresan valoraciones diversas, que en ocasiones, parece situar al ético en las puertas del relativismo. No solo los “primeros” y “terceros” mundos generan necesidades y preferencias distintas, también los distintos grupos de edad, las agrupaciones profesionales, etc. Bosquejan diferentes ideales de vida. A pesar de todas las heterogeneidades, a pesar del tan loado “derecho a la diferencia”, existe una base moral común, que a su vez, justifica el deber de respetar las diferencias, es el reconocimiento de la dignidad del hombre y sus derechos.

EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO

     El interés por el bien de los hombres concretos, el objetivo de la ética, ha ido expresándose de modos diversos en el curso de la historia, pero son dos dice cortina, las grandes preguntas que preocupan a la ética.

  1. ¿Que se puede hacer para ser felices? Pregunta por el bien positivo
  2. ¿Qué se debe hacer para que cada hombre se encuentre en situación de lograr su felicidad? Pregunta por el sustento indispensable del bien positivo.

     La primera pregunta, surgió en el mundo oriental, recorre la ética griega y sigue dando sentido a la reflexión medieval y al utilitarismo de todos los tiempos. Lo que en definitiva, importa a la ética es la vida feliz, considerando que la idea de la vida feliz puede no ser idéntica para todos los hombres desplaza el centro de la filosofía moral hacia el ámbito del deber ser. Si cada hombre posee una constitución psicológica diferente, no cabe con respecto a la felicidad sino aconsejar determinadas conductas y carece de sentido prescribirlas universalmente.

     Frente al utilitarismo, que aboga por satisfacer las aspiraciones de toda la creación, cabe recordar que la supervivencia de unos seres vivos exige irremediablemente el sacrificio de otros, que solo existen las personas que deben poseer autonomía, esto como deber universalmente exigible, autonomía que tiene que ser universalmente respetada, como también sus ansias de felicidad.

     Sin embargo, hoy en día el eje de la reflexión ética no se reduce a la felicidad, o al deber, sino que intenta conjugar a ambos por medio del dialogo. Dialogo íntersubjetivos, tendientes a dilucidar cuál es el bien, ya que es un error pensar a los hombres como individuos capaces de acceder en solitario, a la verdad y al bien.     Los hombres son un diálogo y solo por su mediación se puede desentrañar la felicidad.

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