EL PERIÓDICO COMO OBJETO, UNA PERSPECTIVA DESDE LA ANTROPOLOGÍA OBJETUAL
Enviado por lordgaia • 31 de Mayo de 2012 • 2.137 Palabras (9 Páginas) • 547 Visitas
TESIS:
EL PERIÓDICO COMO OBJETO, UNA PERSPECTIVA DESDE LA ANTROPOLOGÍA OBJETUAL
A modo de introducción, un contrapunto :
CAYÓ ENGELS
Un día como cualquier otro, un estudiante universitario camina por un puente peatonal en el anillo periférico. A lo lejos, justo debajo del puente por el que está cruzando, observa un encabezado de periódico, con las magnitudes tipométricas y tipográficas más pronunciadas que se puedan imaginar, que grita: “CAYÓ ENGELS”. Su atención no pudo escapar a ello. El estudiante apresuró su paso en pos de saber a qué se refería el encabezado. En el transcurso del puente y mientras descendía fue haciendo elucubraciones sobre qué era a lo que se podía referir dicho título. Justo había estado estudiando marxismo y la controversia que había de cara a la dialéctica naturalista que, precisamente, Engels había propuesto.
“¿Será que cayó la teoría de Engels?, ¿que no estaba para muchos ya más que olvidada?, ¿acaso se cayó o, peor aún, tiraron una estatua de Engels?, ¿Qué querrá decir, pues, ese encabezado fulminante con “CAYÓ ENGELS”?”
Pero la cavilación no era sólo pura teoría. Venía incluso pensando en si comprar el título, ya que, en caso de ser un chasco y que —como en efecto sucedió— nada tuviese que ver con Federico Engels, sería cuando menos una adquisición curiosa para una eventual colección de periódicos.
El periódico era el Centro , el estudiante ya lo había visto antes por sus encabezados sensacionalistas y sus peculiares diseños. Pero esta vez realmente lo había enganchado. Cuando miró el subencabezado, que, en realidad, era un párrafo en una viñeta introductoria a la nota, éste decía:
Sin reconocer que es por la muerte de ‘El Caníbal poeta’, el GDF quita a Engels López de la dirección del Reclusorio Oriente
La emoción se esfumó tan rápido como emergió una carcajada. Evanescencia efímera de entrada y salida. El estudiante, aunque curioso, decidió no comprar esta edición que tantos pensamientos le produjo.
“Así ya no te las acepto, mi buen, están muy maltratadas”
De las distintas clasificaciones existentes o posibles que se pueden aplicar a los voceadores, ya sea siguiendo criterios económicos o sociológicos, una que sería clara y obvia para el voceador, no así para el científico social, sería a partir de la hora a la que llegan al expendio: los que llegan “desde tempras”, es decir a las tres de la madrugada, los que llegan tarde, como a las siete de la mañana, etcétera.
El expendio, romería matutina, ‘el pan de todos los días’…
Cierto es que el once de diciembre, los voceadores se reúnen para hacer su peregrinación —y quizás con mucha más cohesión y afectividad que en el famoso ‘Día del Voceador’ (los días 23 de abril) en el que los líderes desayunan con el titular de Los Pinos— y así agradecer a ‘la virgencita’ a primera hora, primeros minutos, del doce de diciembre, desde la visita obligada a la Basílica hasta el recorrido por el Tepeyac (de todos los feligreses, son acaso los voceadores los más facultados y acostumbrados a esos horarios), no obstante, esto pasa sólo una vez al año, y, por lo tanto, el momento en el que los voceadores se encuentran —o dicho con más pompa teórica: ‘el momento de vinculación’— es en el expendio, todas las madrugadas.
Tantas historias que cuentan ‘los papeleros’ se pierden en la constancia diaria de los diarios, aunque a veces algunas persisten en la memoria de sus protagonistas. ‘Recordar es vivir’. Así, Crisóforo, “‘Cris’ pa’ los cuates”, tiene una historia particular, alguna anécdota guardada en un baúl, para cada evento significativo de la vida de los voceadores: de cuando los voceadores empezaron a pagar impuestos, del conflicto con Grupo Reforma, de cuando les modificaron la política de devolución, etcétera. ¿Y quién no opera de este modo, más allá de los voceadores? Por lo menos en la urbe, toda persona, o casi, recuerda qué estaba haciendo cuando se estrellaron dos aviones en las Torres Gemelas o qué hacía durante el dos de julio del 2006. En fin, Cris recordaba que hace algunos días no se encontraba en ningún local y con ningún expendedor el Milenio Diario ni el Record, había que ‘estarlos cazando’. Esta caza y recolección es bastante común: a veces la comunicación entre expendedores y despachadores no es del todo efectiva. Pero esta vez fue diferente: hubo un giro. Primero, Cris había notado que algunos diarios de baja venta, ‘de los que sólo vienen a pasear’, así como un par de semanarios, fueron difícilmente aceptados en su devolución, con el argumento —que por desgracia tampoco era inusual— de que no estaban en buenas condiciones:
— Así ya no te las acepto, “mi buen”, están muy maltratadas—Le recriminó el encargado en turno en el expendio.
Extrañado, Crisóforo dijo que no estaba maltratado el material, ‘ni mucho menos los periódicos’, agregó.
—Es más —dice insistiendo y contestando el expendedor— más vale que no seas tan ‘tocho’ con el material, porque parece que se va a cambiar la política de devolución…así que, digo, yo que tú… Te voy a aceptar el material, por esta vez, pero, bueno, ya sabes, ¿’tamos’?
— ‘Órale, Don’, ‘ay-stamos’. Asintió el voceador. De hecho, por alguna especie de carisma que sus compañeros voceadores envidiaban, si le hacían la observación del material maltratado, de todos modos terminaban aceptándolo. No sucede, sin embargo, así en todos los caso, ni siquiera en la mayoría. La advertencia, empero, fue recibida con cautela, pues de hecho había ya escuchado algo, pero no había prestado mucha atención. “Ójala, que no se vayan a poner como los del Reforma”, suspiraba el voceador.
Siguiendo con dicha anécdota, recuerda Cris que, como sólo pasaba en las juntas que a veces se hacían en la Casa del Voceador, en la Colonia Guerrero, cuando uno de los expendedores respondió a una suerte de clamor generalizado por la ausencia del diario deportivo Record —siendo este uno de los pocos periódicos que se vendían, su escasez generaba incertidumbre; no hubiera sucedido lo mismo con La Crónica o el Unomásuno—: ‘Compañeros, pasen a la oficina para que el compañero les explique qué sucede con el diario el Record’.
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Dos pequeñas anomalías habían roto la rutina de todos los días en los expendios, que consistía en: platicar con otros voceadores en el puesto de atoles, hacer la devolución, recoger
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