EL POSITIVISMO Y EL MUNDO MODERNO
Enviado por Yazyaz24 • 31 de Agosto de 2013 • 1.826 Palabras (8 Páginas) • 464 Visitas
Capítulo 3
(inicia p. 78)
EL POSITIVISMO Y EL MUNDO MODERNO
1. La decadencia del racionalismo absoluto
El racionalismo absoluto pervive en la ideología moderna. Buena parte de nuestras creencias acerca del mundo provienen de esa filosofía, y su pervivencia ha permitido hablar de la o del logos occidental.
La razón occidental, es esta manera de pensar del mundo europeo, que le hace creer que la sociedad de Europa occidental es el centro del universo, y el punto dador de sentido a la historia universal. Eurocentrismo suele llamársele también. El motivo, o topos central, consiste en ver al mundo europeo actual, a "Occidente", como el resultado, "racional", del proceso histórico de toda la humanidad. Pero, toda esa otra parte de la humanidad que no es "Occidente", es algo así como un error de la historia, una sección "irracional" del mundo, al cual no le corresponde la pervivencia, precisamente porque no es racional, porque no es "Occidente", porque sus habitantes no son racionales -no piensan conforme con el logos-, porque son inferiores, porque no pueden o no comprenden, y mucho menos si su piel es de otro color. Europa es la unidad de medida, la razón que permite juzgar a lo otro de esa civilización como precisamente "lo otro".
Los "logros" modernos, son, por su parte, adjudicados a la razón occidental. Tales son la ciencia, la democracia y la libre empresa. Con poco que se mire, se descubre, detrás de "Occidente", el vulgar capitalismo. O sea, el sistema económico "natural", tan racional que, si se dejan libres a las fuerzas del mercado, sus propias leyes se ocuparán de que todo ocupe su lugar "natural". Es Aristóteles redivivo [resucitado]: el Logos de la Physis conduce a todos los entes hacia su lugar natural, que es el que deben ocupar, precisamente porque así lo determina la razón universal. Esta ideología resuena en, por ejemplo, la batalla política de fines del siglo XX (pasa a la p. 78) en Estados Unidos, que es "Occidente" aunque esté del otro lado del mar. No hay más que leer al héroe estadounidense de fines del siglo XX, New Gringuich, para advertido.
Trasladado a nuestra propia ideología, el racionalismo absoluto está presente cada vez que creemos en leyes ineluctables de la economía, la política o la naturaleza; cada vez que repetimos que, "lógicamente", quien se oponga al sistema será reprimido; cada vez que dijeron, si los llevan, "por algo será"; cada vez que alguien llama "natural" al capitalismo y su estado.
Sin embargo, esta pervivencia del racionalismo griego en nuestra ideología cotidiana, no ha impedido el nacimiento, y la continuidad, de otras ideologías que forman parte, también, del imaginario occidental, de modo que este logos, no ocupa todo el espacio, como sí lo hacía en el mundo griego. Nuestra ideología cotidiana se nutre, también, de al menos otros dos ingredientes poderosos: el cristianismo y el positivismo.
1 .1. El dualismo cristiano
El primer golpe sufrido por el racionalismo absoluto de los griegos, se lo propinó una ideología que, surgida de las entrañas de un pueblo dominado, en boca de pescadores y pastores pobres, consiguió elevarse hasta cohabitar con todos los tronos occidentales. El cristianismo aportó dos ideas fuertes: la de la dualidad dios-mundo, y la de la libertad del hombre. A esta última le debemos nuestras creencias en la prioridad del hombre sobre el estado o el derecho, y, por tanto, los derechos humanos.
Para el racionalismo absoluto, el universo es uno, nunca fue creado, y nunca acabará. La idea de que la Physis hubiera podido ser creada, implicaría, por una parte, la existencia de un otro ser creador, y, por otra, la de la nada a partir de la cual habría sucedido esa creación. Y esto es irracional, porque de la nada nada se puede decir, y si nada se puede decir, es porque nada se puede pensar de ella, y por tanto es irracional, es decir, inexistente, porque sólo existe lo que se puede pensar. En cambio, la nueva creencia, la de que todo eso es mentira, de que sí existe un dios que creó el mundo de la nada, es un golpe importante al monismo racionalista de los griegos. Con el cristianismo, se inauguró, en el mundo del Mediterráneo, una nueva era: la del dualismo dios-mundo, del dios creador omnipotente; del dios que, más allá de las (sigue p. 79) luces de la razón, es capaz de crear de la nada, e intervenir en el mundo porque todo lo puede, incluso violar las leyes introducidas en su creatura.
La otra idea, la de la libertad -o libre albedrío-, también estaba llamada a hacer carrera en Occidente. Como es claro, la libertad no es otra cosa que la contingencia, es decir, lo contrario a la necesidad absoluta. El hombre sería, en adelante, un ser "libre", esto es, capaz de hacer. En adelante, quedaría abierto el camino para el triunfo de la idea del sujeto, del hombre que hace, es decir, que "crea", incluso oponiéndose a las tendencias "naturales". En adelante, el hombre tendría alma distinta y separable del cuerpo, mente dominadora de la materia. En cambio para los griegos, el alma nunca fue algo distinto de la Physis, como que la palabra griega, psykhé, quiere decir aire, uno de los cuatro elementos de la Physis, y no una sustancia inmaterial. Este hombre libre, capaz de hacer, vencedor del destino ineluctable del mundo griego, será también la persona jurídica, el ciudadano, anterior y enfrentado al derecho o estado.
Como es fácil de ver, esto es contradictorio
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