ESTETICA THEODOR ADORNO
Enviado por salazaredaniel • 25 de Noviembre de 2013 • 1.628 Palabras (7 Páginas) • 584 Visitas
Revalorizando el concepto de estética.
Nacido en Alemania en el año de 1903, Theodor W. Adorno fue uno de los filósofos más importantes y críticos sociales después de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque menos conocido entre los filósofos de habla inglesa que su contemporáneo Hans-Georg Gadamer, Adorno tuvo mayor influencia en los académicos e intelectuales de la Alemania posguerra. En la década de 1960 fue uno de los principales detractores de la filosofía científica de Karl Popper y de la filosofía existencial de Martin Heidegger. Jürgen Habermas, filósofo social más importante de Alemania después de 1970, fue alumno y ayudante de Adorno.
El alcance de la influencia de Adorno se deriva del carácter interdisciplinario de su investigación y de la Escuela de Frankfurt a la que pertenecía. También se debe a la rigurosidad con la que examinó las tradiciones filosóficas occidentales. Era un filósofo social seminal y un destacado miembro de la primera generación de la teoría crítica.
Durante la posguerra Adorno fue un jugador clave en los debates sobre la reestructuración de las universidades alemanas y un pararrayos para los activistas estudiantiles y sus críticos de derecha. Estas controversias no le impidieron publicar numerosos volúmenes de crítica musical, algunos volúmenes sobre literatura, sobre Hegel y la filosofía existencial, además de ensayos recogidos en la sociología y en la estética. Teoría estética, su otra obra maestra en la que había trabajado a lo largo de la década de 1960, apareció póstumamente en 1970.
Para Adorno, el concepto de filosofía estética descansa sobre argumentos inseguros. Basta solo un giro cultural, filosófico o científico para hacerlo cambiar. Este ha sido su dilema desde el siglo XIX. Así pues se encuentra un pluralismo de las teorías estéticas que es doble:
Existe, por un lado, la dificultad de principio, incluso la imposibilidad, de explicar el arte por un sistema de categorías filosóficas; por otra parte existe la dependencia tradicional de los enunciados estéticos respecto a la tesis de crítica del conocimiento que forman su presupuesto (Adorno, 2004, P. 509)
Dicho dilema se consolidará a lo largo del texto, planteando como problema de estudio de la estética, su descontextualización histórica y social. Es así, como el autor pone en duda la posibilidad de la teoría estética como una teoría tradicional, puesto que la idea de lo concreto, vinculada a cualquier obra de arte, no puede separarse de la postura epistemológica o teoría del conocimiento imperante en el momento.
La estética diverge hoy de antemano del objeto del que trata, se ha vuelto sospechosa para los que gozan de la contemplación, para los que tienen gusto estético. (Adorno, 2004, P. 510)
Habiendo dicho esto, es preciso afirmar que ninguno de estos extremos corresponde al objeto actual del arte y es por esta razón que habría que reconsiderar su validez. Con esta claridad el autor analiza las debilidades de las teorías estéticas actuales, clasificándolos en dos tendencias: por un lado en el proceso de producción de la obra de arte, y por otro, una corriente que desconoce el arte partiendo de abstracciones universales. Con este planteamiento, el autor desarma las diversas teorías estéticas y plantea unir la cercanía entre el proceso de producción y el fenómeno con la potencia conceptual no dirigida por ningún concepto superior, por ninguna máxima, que remitida al medio conceptual, superaría la mera fenomenología de la obra de arte (Adorno, 2004, P. 512).
Posteriormente Adorno profundiza en la relación entre ciencia y arte durante el siglo XIX. Para él las explicaciones científicas de dicho periodo histórico son el agente inconsciente del arte. Así, plantea como las prácticas artísticas no habrían podido existir sin los teoremas científicos, dejando consecuencias para la percepción de las obras de arte que no pueden ser menos que la obra contemplada.
Para Adorno, la ciencia exige a la estética, una actitud valorativa que resulta inconciliable con el arte más progresista. Este tipo de estética contemplativa, según el autor, debería reflexionar teóricamente sobre su fracaso, ya que los preceptos en que se basa la teoría estética clásica no corresponden a las formas artísticas actuales.
Más adelante busca dar cuenta del decaimiento del interés por la estética, es así como plantea que el motivo de dicho desinterés no sólo está en ella en tanto disciplina, sino también reside en el objeto. Adorno, propone que la estética parece implicar la posibilidad del arte, direccionándose más al cómo que al qué, sin embargo, esa actitud se ha vuelto incierta.
La estética ya no puede partir del hecho del arte como en tiempos la teoría kantiana del conocimiento participa del hecho de las ciencias matemáticas de la naturaleza. Que el arte que se aferra a su concepto y se niega al consumo se convierta en antiarte, su malestar consigo mismo tras las catástrofes reales y a la vista de las catástrofes futuras, con las cuales está en desproporción
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